Como el perro de las dos tortas se quedó Samuel García, luego de abandonar la candidatura presidencial y querer regresar a su oficina a trompicones a la 1 de la mañana, para impedir que entrara a su cargo como gobernador interino Luis Enrique Orozco.
PRI y PAN en el Congreso ya le respondieron: NO. Él dejó el cargo y el permiso que solicitó sigue vigente, por lo que no puede volver a la gubernatura así nomás por sus pistolas.
Ahora hay un enorme entuerto legal en Nuevo León, porque Samuel García no quiere salir de Palacio de Gobierno; parece que parte del aparato policial lo sigue. En tanto, el Congreso y la Suprema Corte de Justicia apoyan al interino Orozco. ¿Hasta cuándo tendremos dos “gobernadores”? ¿Quién de ellos es legítimo y cuál espurio?
Para Nuevo León, por lo pronto, esto tiene implicaciones impredecibles sobre quién maneja el presupuesto del estado, las fuerzas de seguridad y demás aspectos administrativos. Este enredo es lo más bizarro que ha ocurrido en un estado de la República en la historia contemporánea de México.
¿Quién será candidato sin Samuel García?
Todo lo ocurrido en las últimas horas en Monterrey nos revela dos cosas sobre la candidatura de Samuel García.
- El joven emecista nunca creyó que podría ganar la Presidencia de la República. Se sabía un instrumento del presidente Andrés Manuel López Obrador y por eso renunciar le fue tan sencillo. Nada le impedía, legalmente, contender por “la grande”, ¿por qué arriesgarse a perderlo todo –como hasta ahora indica que ocurrirá– si una cosa (la candidatura) es segura y otra (la gubernatura) no lo es?
- Ahí es donde entra este segundo punto: lo que se oculta Samuel García en su oficina es tan grave, que el hoy ex candidato está dispuesto a todo, incluso humillarse, con tal de que esa información no sea revelada. ¿Qué hace atrincherado en Palacio de Gobierno el sábado? Quizá destruyendo documentos. No lo sabemos hasta la tarde de este 2 de diciembre.
¿Qué es lo que sigue en la carrera presidencial? Definir a un nuevo candidato de Movimiento Ciudadano.
PRI y PAN tienen ahora la oportunidad de forzar al partido naranja a escoger un candidato que no les estorbe o, incluso, que quite votos a Claudia Sheinbaum y a Morena.
Tienen ese poder los opositores a Samuel porque podrían darle permiso, desde el Congreso, para regresar a sus funciones. Pero con toda seguridad no lo harán sin una buena negociación a cambio. El ex gobernador no tiene nada qué ofrecerles, pero Movimiento Ciudadano (MC) sí. ¿Marcelo Ebrard sigue disponible? ¿Alguien más que quite votos a la 4T en la contienda presidencial?
Claro que todo esto aplica si el dueño de Movimiento Ciudadano, Dante Delgado, está interesado en salvar a su pupilo. Nadie sabe cuáles son las condiciones del arreglo que Delgado podría tener con el presidente AMLO a cambio de haber puesto a Samuel a robarle votos a Xóchitl Gálvez.
Si Dante Delgado no está dispuesto a negociar la candidatura presidencial de Movimiento Ciudadano, entonces PRI y PAN tienen todos los incentivos para hundir aun más a Samuel. Y, con ello, manchar la imagen del partido naranja para que estorbe lo menos posible quien sea que MC designe como su próximo candidato.
La lección que nos queda con todo esto es que hay un límite para la efectividad del marketing político y las redes sociales. Samuel García y Mariana Rodríguez parecían un vendaval difícil de sortear para Xóchitl Gálvez, pero nadie esperaba el nivel de incompetencia que el hoy ex gobernador podía alcanzar, que lo dejaría fuera de la contienda presidencial.
Por algo la Constitución Mexicana marca un límite de 35 años para ser candidato a “la grande”.