Samuel García tiene un problema. Su campaña presidencial descansa sobre pilares que no le pertenecen:
El primero es su esposa Mariana Rodriguez, quien es más famosa que él y se manda sola. Ella es a quien busca la gente en los mítines y es ella a quien la prensa realmente sigue. Basta recordar aquel video de presentación de su candidatura donde la atención del público se concentró en la seriedad de Mariana durante la grabación del video.
¿Puede Samuel García colgarse de la fama de su esposa sin mostrarse irrelevante ante ella? Por más famosa que sea la influencer, es él quien estará en la boleta. No transmite mucho liderazgo quien destaca por estar en la sombra de su pareja.
El segundo elemento que destaca en la candidatura de Samuel García es Tesla. El inexorable candidato de Movimiento Ciudadano (MC) menciona la marca de autos como si le pagaran para ello y maneja por todas partes su carro eléctrico. La razón es obvia: él se atribuye haber llevado la megafábrica de Tesla a Monterrey.
Pero basta explorar las declaraciones que ha hecho la compañía y su fundador, Elon Musk, para darse cuenta que nadie en la empresa le ha otorgado al político crédito alguno por la decisión de llevar la planta a la capital de Nuevo León. La ciudad fue elegida por su infraestructura; por el talento de su fuerza laboral; por su tradición empresarial, y por el nearshoring –es decir–, la tendencia reciente de las empresas occidentales de llevar su producción a lugares cercanos a sus mercados; en este caso, Estados Unidos. Monterrey queda mucho más cerca que Shanghai… y eso no es gracias al gobernador.
Finalmente, están los propios neoleonenses. Aprueban a su gobernador según las encuestas publicadas al respecto y ello se debe, principalmente, al estado de la economía, en lo cual Samuel García sí puede tomar parte del crédito, contrario a los otros dos factores antes citados.
Sin embargo, hay que considerar el contexto. En las circunstancias globales actuales de inversión, el empleo en Nuevo León está casi garantizado. La entidad es destino natural de muchas empresas que huyen de China y otros destinos riesgosos ante la circunstancia geopolítica prevaleciente.
Es decir, arruinar la posición privilegiada que tiene el estado en la actual coyuntura económica mundial sería como fallar un penal frente al arco.
Samuel García arranca su campaña presentando como suyas las virtudes de los neoleonenses, de su esposa, y hasta de la geografía. Si eso es lo máximo que puede presumir de sí mismo, la Presidencia se aprecia muy cuesta arriba. Claro que siempre está la posibilidad de que ganar no sea su objetivo real, sino sólo estorbar lo suficiente para que alguien más pierda.