WASHINGTON, DC – La semana pasada, en un discurso en New Hampshire, el ex vicepresidente estadounidense Mike Pence declaró una división “insalvable” en el Partido Republicano entre el conservadurismo tradicional y el populismo del ex presidente Donald Trump, afirmando que este último es un “camino a la ruina.”
El historial electoral de Trump respalda el argumento de Pence. El expresidente es cuatro veces perdedor para el Partido Republicano. Tras ganar las elecciones presidenciales de 2016, Trump perdió su candidatura a la reelección en 2020. En las elecciones de mitad de mandato de 2018, mientras Trump seguía en el cargo, los republicanos perdieron la Cámara de Representantes. En 2021, saboteó los esfuerzos republicanos para ganar dos elecciones de segunda vuelta al Senado en Georgia, con rabietas públicas por las repetidas negativas de los líderes estatales a anular su derrota, entregando el control del Senado a los demócratas. Y los apoyos más destacados de Trump en las elecciones de mitad de mandato de 2022 fueron para candidatos que obtuvieron resultados muy inferiores a los suyos.
De cara a las elecciones presidenciales de 2024, una nueva encuesta de CNN/SSRS muestra que los candidatos del GOP más enamorados del populismo trumpiano -el gobernador de Florida Ron DeSantis, el empresario Vivek Ramaswamy y el propio Trump- están todos estadísticamente empatados en hipotéticos enfrentamientos cara a cara con el actual presidente Joe Biden. Solo un candidato republicano supera a Biden en la encuesta: Nikki Haley, ex gobernadora de Carolina del Sur y embajadora de EE.UU. ante las Naciones Unidas. Las encuestas realizadas tras su destacada actuación en el primer debate de las primarias del Partido Republicano el mes pasado indican asimismo que un número significativo de votantes republicanos ven a Haley con otros ojos.
El reciente auge de Haley podría reflejar muchos factores, entre ellos su temperamento. Al igual que Trump, se presenta como una dura luchadora dispuesta a enfrentarse a los intereses arraigados. Pero en lugar de la imagen de una populista enfadada, Haley proyecta una resolución segura. No se entrega a la política de resentimiento y victimismo que caracteriza al populismo trumpiano.
Por ejemplo, este verano se le preguntó en un acto de la CNN sobre los fundamentos de su liderazgo político. Un populista trumpiano habría despotricado contra las élites, prometiendo luchar en nombre de las masas. En cambio, Haley respondió que para ella “la fe y la conciencia” están “por encima de todas las cosas”. Habló de reciprocidad y de las obligaciones mutuas de vivir en comunidad, diciendo que “la mejor manera de apreciar las bendiciones de Dios es devolverlas”.
Al describir por qué quiere ser presidenta, Haley no se hizo eco del combativo discurso inaugural de Trump en 2017, lleno de agravios, en el que prometió poner fin a la “carnicería estadounidense.” En su lugar, habló con el optimismo fundamental que solía animar al conservadurismo estadounidense: “Cuando realmente volvamos a centrarnos en la fe y la familia y el país, y en la idea de que Estados Unidos es el mejor país del mundo, es cuando llegarán nuestros mejores días.”
Más allá del temperamento, las opiniones de Haley sobre política pública -y los valores que comunican esas posiciones- se alinean más estrechamente con el conservadurismo tradicional estadounidense. En agudo contraste con los candidatos populistas trumpistas, Haley ha sido explícita en que Estados Unidos tiene un interés directo en que Ucrania derrote a Rusia. Durante el debate de las primarias republicanas del mes pasado, planteó el conflicto en términos morales, como una lucha entre “el bien y el mal”.
En política fiscal, Haley también representa un alejamiento de Trump, que abandonó la posición tradicional del Partido Republicano de reducir el gasto a largo plazo en programas de jubilación y atención sanitaria para la tercera edad, el componente más importante de cualquier plan de consolidación fiscal. Haley apoya cambios en esos programas con el objetivo de situarlos en una base estable para las generaciones futuras.
En el primer debate de las primarias, llegó a criticar el historial fiscal de Trump, señalando que “añadió 8 billones de dólares a nuestra deuda.” Atacando a los republicanos por expandir el estado de bienestar, gastar a través de earmarks y aumentar el tamaño de la deuda nacional, Haley argumentó: “Nuestros hijos nunca nos van a perdonar por esto”.
Al igual que los conservadores tradicionales, Haley es una entusiasta defensora del libre mercado y del gobierno limitado. En 2020, escribió que el capitalismo “es el mejor y más justo sistema económico que el mundo ha visto jamás”, y criticó a los nacionalistas y populistas del Partido Republicano que apoyan un capitalismo “diluido”, “el lento camino hacia el socialismo”, como lo llamó. “Sólo en un país libre y próspero”, escribió, “es tan fácil dar por sentado el capitalismo”.
Pero en varios temas importantes, incluidas las relaciones entre Estados Unidos y China, Haley comparte las preocupaciones del GOP de la era Trump. Ella ha llamado a China “nuestra amenaza número uno para la seguridad nacional” y criticó el consenso bipartidista -a saber, que la cooperación con China siempre fue en el mejor interés de Estados Unidos- que había prevalecido durante tres décadas antes de la elección de Trump.
El enfoque de Haley sobre China, sin embargo, es más reflexivo y matizado que el de los nacionalistas económicos del Partido Republicano. En el ayuntamiento de la CNN, reconoció la importancia del libre comercio, antaño un principio central de la economía republicana. “No me importa que los estadounidenses compren camisetas y bombillas en China, como tampoco me importa que los chinos compren productos agrícolas a nuestros agricultores. Me parece bien”. Lo que sí le preocupa es que Estados Unidos dependa de China de un modo que podría amenazar la seguridad nacional.
Imagínese que Haley se dirigiera a la clase trabajadora estadounidense de una manera igualmente razonable. Trump aviva la indignación y ofrece nostalgia por un pasado imaginado. En cambio, Haley podría centrarse en ampliar las oportunidades económicas y aumentar la participación en la vida económica.
El éxito político duradero se construye sobre una base de éxito político. El proteccionismo, las guerras comerciales y los muros fronterizos de Trump no fueron políticas exitosas: empíricamente, la economía del agravio no funciona. Y Pence, el vicepresidente de Trump, tiene razón: seguir por este camino llevará a la ruina política al Partido Republicano. La candidatura de Haley, cuyo temperamento y posiciones políticas contrastan fuertemente con Trump, ofrece un camino más prometedor.
Publicación original en: https://www.project-syndicate.org/commentary/nikki-haley-better-choice-for-2024-republican-presidential-nominee-by-michael-r-strain-2023-09
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