El cine mexicano ha tenido grandes joyas a lo largo de la historia. Cintas clásicas como Nosotros los Pobres; Los Olvidados; Vámonos con Pancho Villa o recientes como La Ley de Herodes; Amores Perros o Roma, han sido aclamadas por la crítica y los espectadores. Macario, estrenada en 1960, se ubica entre este selecto grupo y aquí explicaremos porqué.
Quizá el dato más importante de este filme recae en que fue la primera cinta mexicana nominada a los premios Óscar en la categoría de Mejor Película en Lengua Extranjera, aunque no logró obtener la estatuilla, pero su trascendencia va más allá de este hecho.
Para empezar hay que tener en cuenta dónde se coloca esta cinta. Temporalmente forma parte de la Época de Oro del Cine Mexicano y se le cataloga principalmente en el género de terror, aunque algunos críticos especializados la sitúan entre la fantasía y la ciencia ficción.
No es la primera de las cintas mexicanas en estos rubros, de hecho la primer película nacional de terror fue La Llorona, dirigida por Ramón Peón, en 1933, mientras que en la fantasía y ciencia ficción se toma a El Moderno Barba Azul, de Jaime Salvador, como la precursora del género en el país.
Sin embargo, con Macario estas dos temáticas se mezclaron de una forma muy equilibrada para dar como resultado un clásico instantáneo. Es muy importante aclarar que la película se basa completamente en la novela del mismo nombre escrita por el alemán Otto Feige, conocido en México por su seudónimo B. Traven.
Tanto la obra original, como la novela, toman como eje principal a Macario, un hombre pobre de familia numerosa cuyo deseo más grande es comerse un guajolote sin compartir con nadie.
Cuando su esposa consigue hacer realidad su deseo y le prepara su banquete, Macario pasa por una extraña situación. Tres entidades se le aparecen para pedirle un poco de su pavo, el primero es Dios encarnado en Jesús, luego el Diablo y finalmente la Muerte.
Macario decide compartir únicamente con la Muerte parte de su comida y en agradecimiento le da el don de sanar a las personas. Esto desata el conflicto de la historia, en donde el campesino se ve envuelto entre la espada y la pared.
Sin contar más de la película y la historia en general, la alegoría que la cinta hace sobre la Muerte retoma mucha de la tradición nacional acerca de este tema, pues se toman aspectos del folklore popular para expresar los sentimientos que los mexicanos tienen hacia la Muerte.
El conflicto de Macario con la Muerte y la forma en que se arma de valor para confrontarla representa mucho de lo que los mexicanos piensan sobre ella: algún día llegará y nos da miedo pensar en ella, sí, pero también nos burlamos de ella, hacemos mofa de esta situación y hasta una tenemos una fiesta nacional para ‘celebrarla’: el Día de Muertos.
El personaje de Macario entiende que él no es ‘digno’ de compartir con Dios parte de su alimento, también le tiene miedo a los regalos que el Diablo puede ofrecerle, pero sabe que la Muerte tarde o temprano le llegará y es por eso que decide compartir con ella parte de su comida, es decir, si se va a morir pronto, sería mejor disfrutar los últimos momentos de su vida con un poco de satisfacción.
Este pensamiento es común en los mexicanos, cuántas veces no hemos dejado de hacer cosas que nos ponen en alguna clase de riesgo y decimos “de todos modos me voy a morir” o “si me muero, que sea haciendo lo que me gusta”. ¡Incluso muertos nuestra familia y conocidos lo reconocen!: “Se murió feliz, haciendo lo que quería”.
El mensaje de la historia, más allá del tratamiento a la figura de la Muerte, también se enfoca en cuidar lo que nuestras acciones pueden desencadenar, pues un acto pequeño, o grande, marca un antes y después de los que somos y lo que seremos, los que nos pasa y lo que nos pasará al siguiente instante. El Universo está en constante cambio, pero no siempre podemos cambiar el rumbo de nuestras decisiones.
Más allá del contenido, la película se nutre de las espectaculares actuaciones de Ignacio López Tarso, Pina Pellicer y Enrique Lucero en los papeles estelares. También de la surrealista imagen del histórico mexicano Gabriel Figueroa.
Macario, dirigida por Roberto Gavaldón se ubica entre los primeros 50 lugares de las mejores películas mexicanas de todos los tiempos, de acuerdo con rankings de sitios especializados. Un clásico de temporada que no puedes dejar pasar.