A medida que el número de muertos en la frontera crece, organizaciones de rescatistas voluntarios se han tomado la responsabilidad de ir a las áreas más peligrosas para buscar a personas desaparecidas.
Así lo muestra una investigación realizada por Julieta Martinelli, Roxanne Scott y Maria Hinojosa Roxxane Scott, la cual fue publicada gracias al apoyo de la organización “Futuro Unidad Hinojosa”. En este trabajo conjunto se examina por qué los voluntarios, que carecen de financiamiento fuera de sus propios recursos, asumen este trabajo peligroso, mientras el presupuesto multimillonario de la Patrulla Fronteriza estadounidense aumenta cada año.
Apenas en octubre de este año, el Departamento de Seguridad Nacional (DHS, por sus siglas en inglés) informó que más de 830 migrantes murieron en la frontera sur de Estados Unidos en el año fiscal 2022, lo que representa un récord que supera el total del año pasado.
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Según datos de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos (CBP, por sus siglas en inglés), en este mismo periodo las autoridades fronterizas se encontraron con más de 2 millones de migrantes, algunos de los cuales intentaron cruzar la frontera más de una vez, marcando el mayor número de encuentros en cualquier año fiscal registrado.
A estas cifras se suman las de la Patrulla Fronteriza estadounidense, que señala que se han registrado más de ocho mil muertes en la frontera sudoeste desde 1998. De los nueve sectores de la agencia en la frontera sur, el de Tucson, que cubre la mayor parte de Arizona, ha acumulado la mayor cantidad de muertes. Cuatro de cada 10 muertes registradas en la frontera sur han ocurrido aquí. Por esta razón, algunos expertos consideran que las estimaciones de muerte del gobierno federal no son confiables.
“Simplemente no sabemos cuántas muertes de migrantes ocurren en un año determinado”
Daniel Martínez, codirector del Instituto Binacional de Migración de la Universidad de Arizona.
El reportaje señala que el gran tamaño y la dificultad del terreno en la frontera son factores clave que inciden en la cantidad de muertes entre quienes cruzan la frontera cada año. Para darnos una idea bastan unos cuantos datos:
- El Desierto de Sonora tiene más de 100 mil millas cuadradas (unos 259 mil kilómetros cuadrados).
- Se extiende desde el norte de México y Baja California hasta el sur de Arizona, así como una pequeña parte de California.
- El calor lo convierte en el desierto más cálido de los Estados Unidos, donde las temperaturas pueden alcanzar casi los 120 grados Fahrenheit (unos 49 grados centígrados).
Los expertos que fueron consultados para esta investigación declararon que las políticas de inmigración del gobierno de Estados Unidos crearon esta crisis mortal y que estas muertes no tienen por qué ocurrir. En respuesta, una red de activistas, voluntarios, organizaciones sin fines de lucro y académicos comparten la misión de llenar los espacios donde creen que el gobierno federal se ha quedado corto.
Durante años, grupos de búsqueda y rescate, que se financian con su propio dinero y donaciones, han ayudado a muchas familias a encontrar a sus seres queridos desaparecidos en el desierto, la Patrulla Fronteriza se atribuye el mérito de los rescates realizados por estos grupos de voluntarios.
Un problema de décadas
A pesar del clima inhóspito, durante años cientos de miles de migrantes han tratado de cruzar a Estados Unidos. Antes era más fácil cruzar al otro lado, pero las horas se convirtieron en varios días.
Antes quienes intentaban cruzar a Estados Unidos usaban rutas conocidas y seguras que pasaban por grandes ciudades como San Diego o El Paso. Pero en 1994, la Patrulla Fronteriza adoptó una medida destinada a frenar la inmigración indocumentada. La estrategia respaldada por el entonces presidente Bill Clinton se llamó “Prevención a través de la disuasión”.
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Con esto, el gobierno aumentó el financiamiento a la Patrulla Fronteriza. Se establecieron bloqueos en las carreteras y aumentó el número de agentes y patrullas, para dificultar el cruce de personas. Hoy, la Patrulla Fronteriza tiene un presupuesto anual de unos cinco mil millones de dólares.
Datos reveladores de la migración a Estados Unidos
- La Patrulla Fronteriza de Estados Unidos ha registrado casi tres mil muertes en el sector de Tucson desde el año fiscal 1998.
- Tucson representa casi el 40 por ciento de todas las muertes registradas en la frontera suroeste.
- Debido a la inmensidad del desierto y la velocidad con la que los restos pueden descomponerse y ser dispersados por las presas, se desconoce el verdadero número de muertes en el desierto.
- Desde el año fiscal 2002 hasta el 2013, Tucson encabezó la mayor cantidad de muertes por año. Desde 2014, el sector de Rio Grande Valley en Texas ha superado a Tucson con la mayor cantidad de muertes por año.
Muerte en el desierto
El reportaje señala que intentar cruzar la frontera solo puede terminar de tres formas:
- Cruce “exitoso”: La persona sobrevive al desierto y llega a su destino en Estados Unidos.
- Otra forma es cuando la persona es detenida y deportada.
- La tercera es cuando la persona muere.
Para evitar que el último escenario suceda, varias organizaciones de defensa de derechos humanos como Humane Borders (Fronteras Compasivas) y No More Deaths (No Más Muertes), dejan bidones con agua en el desierto, para ayudar a quienes cruzan. Incluso Humane Borders busca que se permita instalar depósitos de agua permanentes, que puedan llenarse e inspeccionarse cada semana. Otros grupos caminan hacia áreas remotas del desierto para dejar garrafas de agua y kits de primeros auxilios en los sitios donde han sido reportadas la mayoría de las muertes.
Por su parte, la Patrulla Fronteriza ha instalado balizas de rescate: imponentes postes de diez metros de altura con una luz en la parte superior. Son visibles a millas de distancia para quienes cruzan la frontera y en su base hay un cuadro con un botón rojo que puede presionarse para solicitar ayuda.
Pero no todo es tan bueno como parece. En ellas no hay agua y si una persona activa el botón y llega un agente, ese migrante es deportado. A lo largo de la frontera en el suroeste estadounidense se han desplegado unas 160 de estas balizas. Los migrantes que tienen teléfonos, pueden usarlos para llamar al número de emergencia, 911. Sin embargo, por ley, esas llamadas deben redirigirse a la Patrulla Fronteriza.
De acuerdo con un informe del grupo de defensa de derechos humanos No Más Muertes, se supo que hace realmente la Patrulla Fronteriza cuando los migrantes llaman angustiados. El informe analizó más de dos mil llamadas que recibió la Oficina del Sheriff del Condado de Pima, entre 2016 y 2018, y que fueron transferidas a la Patrulla Fronteriza. La organización halló que, durante años, la mayoría de las llamadas de emergencia se cortaron una vez que se transfirieron a la Patrulla Fronteriza.
Este informe comparó la respuesta de la Patrulla Fronteriza con las solicitudes de ayuda que recibe la Línea de Crisis de Derechos Humanos de Migrantes Desaparecidos. De cada tres llamadas que este grupo de voluntarios transfirió, dos no condujeron a ninguna misión de búsqueda y rescate.
Esta realidad choca contra la imagen que la propia Patrulla Fronteriza promueve en todos lados. Los datos muestran que las personas que necesitan ayuda, en la mayoría de los casos, quedan varadas en el desierto.
Un problema insuperable
A lo largo de la frontera hay diversas jurisdicciones locales y el trato que reciben los restos de los migrantes fallecidos depende en gran medida de dónde se encuentren. Para muchos activistas, la Oficina del Médico Forense del Condado de Pima es el estándar de oro sobre cómo procesar y registrar los restos. En las últimas dos décadas, esta oficina con sede en Tucson ha manejado más de tres mil 600 casos. Además, tiene una alianza con la organización Humane Borders, que cuenta el número de muertes en el desierto.
A principios de este año, la Oficina de Responsabilidad del gobierno estadounidense publicó un informe que reveló que la Patrulla Fronteriza no recopila, registra ni informa al Congreso datos completos sobre las muertes de migrantes. Por ejemplo, el informe del año fiscal 2020 no contenía las cifras reales de estos decesos.
Reconocer a los muertos es una forma de honrarlos
Robin Reineke, antropóloga de la Universidad de Arizona, ha trabajado durante muchos años en temas fronterizos. En 2019, fundó el Centro Colibrí de Derechos Humanos, para ayudar a identificar a las personas que han muerto en la frontera y reunir sus restos con sus seres queridos. A menudo, Colibrí es el último recurso para los familiares de los desaparecidos, que no han obtenido respuestas del gobierno de Estados Unidos y están desesperados.
Muchas familias se enteran del trabajo de Colibrí a través de las redes sociales y el boca a boca. El proceso de admisión comienza con una llamada de una hora, por teléfono, con quienes están buscando a los suyos. Durante ese tiempo, se trata de obtener información básica sobre los desaparecidos.
Por esta razón, para Reineke, no solo hay leyes que empujan a las personas a la muerte y desaparición, sino que también hay políticas para dificultar la búsqueda de información de los desaparecidos. La antropóloga explica que es casi imposible para las familias presentar una denuncia policial sobre la desaparición de un ser querido. Algunas veces, las familias deben viajar al estado donde desapareció la persona para presentar la denuncia, pero para seres queridos en el exterior, esto es básicamente algo que nunca sucederá.
Una oportunidad para cerrar
Además de ayudar a las familias a superar los trámites burocráticos para obtener sus restos, Colibrí también crea espacios para que las familias se organicen y entiendan que su pérdida es un problema de derechos humanos.
En 2018, Reineke lideró un grupo de antropólogos, activistas y familias que abogaron ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. En la audiencia, que se centró en las personas desaparecidas en los cruces fronterizos, las familias testificaron ante agencias como el FBI y la Patrulla Fronteriza.
El propósito de la audiencia fue tratar de persuadir a las agencias federales para que cooperen con organizaciones sin fines de lucro como Colibrí y agilicen el proceso de identificación de los restos. El proyecto incluye comparar muestras genéticas que ONG’s han recolectado con muestras no identificadas en bases de datos del gobierno federal estadounidense, como CODIS, o el Sistema de Índice Combinado de ADN.
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Colibrí organiza rituales de duelo y funerales para las familias, después de que se realizan las pruebas de ADN. A pesar de lo devastador que resulta confirmar la muerte de un ser querido, una coincidencia de ADN significa un cierre. Es lo mínimo que pueden hacer para realmente ayudar a alguien a sanar.