Indiscutiblemente Andrés Manuel López Obrador ha dominado la agenda mediática y la conversación pública de los últimos años. Prácticamente es imposible sostener una conversación de cualquier índole con amigos, colegas o familiares sin hacer referencia al presidente, para bien o para mal. Para los anti-AMLO, que no lo pueden ni ver ni oír, es inconcebible que haya personas que vean algo positivo en su gestión. Y viceversa. Existe un abismo incomprensible entre quienes denuestan a AMLO y aquellos que lo apoyan. Por incomprensible, este abismo parece insalvable. Asomémonos al abismo.
En 1982, Elsabeth Noelle-Neumann identificó un fenómeno similar que llamó clima doble de opinión que se produce cuando la de opinión de la gente y la predominante entre los periodistas de los medios son muy diferentes. Es decir, cuando existe un abismo entre la opinión de la gente y la publicada en los medios. Si contrastamos las versiones de la mayor parte de los medios tradicionales sobre la gestión de AMLO con los ejercicios demoscópicos que miden la evaluación de la gente de a pie, se concluye que, en efecto, en México se vive un clima doble de opinión.
La encuesta sobre el Cuarto Informe de Gobierno de AMLO, recientemente publicada por Demotecnía, comandada por Rodrigo Galván de las Heras, arroja un puñado de pistas para dimensionar este abismo. De inicio, AMLO despierta pasiones. Según la encuesta, solo el 2% de la población no sabe que pensar sobre su gestión y apenas el 5%, como Poncio Pilatos, se lava las manos y no lo aprueba ni lo reprueba. El restante 93% tiene una opinión claramente definida y encontrada: el 26% lo desaprueba frente al 67% que lo aprueba.
Desagregando el segmento de quienes lo reprueban resulta que únicamente el 13% de la población lo reprueba con una calificación menor a 5, en tanto que un 12% lo pasa de panzazo con 6 y 7. Esto significa que la mitad de quienes lo reprueban encuentran algo positivo en su gestión. En el otro lado del abismo, el segmento del 67% de quienes lo aprueban se divide a la mitad: el 33% lo califica con 8 y 9 y el otro 33% le pone la estrellita de 10. Su calificación promedio es de 7.5, que no es poca cosa en estos convulsos tiempos.
Otro dato revelador de las pasiones que desata AMLO es que el 66% considera que su imagen mejoró en estos últimos cuatro años, frente al 24% que piensa que ha empeorado Esto significa que sólo el 4% piensa que sigue igual de bien y el 1% igual de mal. AMLO no pasa desapercibido.
Abunda la evidencia de que la evaluación pública es más un acto emocional que racional. En este punto, la claridosa, franca y polarizada narrativa de AMLO puede ser una explicación plausive de sus altos niveles de aprobación. El 67% de la población considera que AMLO es un buen gobernante. Sobre este tema, Rodrigo precisa la justificación principal de esta creencia: el 61% de la población considera que lo mejor que ha hecho AMLO es el combate a la pobreza. Seguramente este 61% de la población no es experto en el coeficiente de Gini, pero sí valora, siente y se beneficia de los programas de su política social, como las pensiones a los adultos mayores que se reflejan en sus bolsillos. Este el tema.
Para este mayoritario segmento de la población la política social de AMLO significa un apoyo concreto que incide positivamente en su gasto diario. Está ajeno de las digresiones de expertos y mesas de discusión de la comentocracia que, por absurdo que parezca, aún no lo incluyen en su cotidiana evaluación sobre AMLO. Por eso, buena parte de la gente ha dejado de tomar a los medios de comunicación como referencia; no se ven identificados en sus informativos; sienten que hablan de algo ajeno, por eso no logran generar una corriente mayoritaria de opinión pública. Se vive en un país esquizofrénico.
Para sortear este clima de doble opinión es recomendable que medios, periodistas y analistas visibilicen e incluyan en sus ecuaciones el impacto de la gestión de AMLO en este segmento mayoritario de la población que, por cierto, casi siempre ignoran. Para que sean eficaces sus críticas y objeciones, el primer paso es la auto crítica, preguntarse que, más allá de la intensa y extensa estrategia mediática de AMLO, por qué la gente ya no los escucha como antes; por qué ya no los voltea a ver; por qué han dejado de ser los principales referentes en la configuración de la opinión pública. De otra manera, lo más probable es que los años AMLO se sigan multiplicando a través de la consolidación del apoyo de los sectores vulnerables del país. Hasta el momento, el único que les habla directa y expresamente a los pobres es AMLO.
Por el lado de los adversarios políticos, económicos y sociales de AMLO es lógico, esperable y justificado su enojo. Recordando a El Padrino, no es nada personal, solo negocios.
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