A lo largo de la semana, la presidenta Claudia Sheinbaum mantuvo un pleito verbal contra Ernesto Zedillo, quien gobernó el país entre los años 1994 y 2000. Todo comenzó luego de que el exmandatario lanzó duras críticas a las administraciones de López Obrador y Sheinbaum.
La presidenta Sheinbaum respondió a sus ataques en sus Mañaneras del Pueblo y Zedillo publicaba cartas con cuestionamientos cada vez más duros. En uno de ellos pidió investigar cuánto cuesta el retiro de AMLO al erario público.
Claudia Sheinbaum no se quedó atrás y uso el tema del FOBAPROA para quitarle legitimidad a las acusaciones de Zedillo. Incluso, dedico una de sus conferencias para hablar ampliamente del asunto, una práctica regular que hacía López Obrador cuando entablaba enemistades con algún político o empresario con un pasado cuestionable.
El Papel de Ernesto Zedillo en el FOBAPROA: Un Legado Controvertido
El Fondo Bancario de Protección al Ahorro (FOBAPROA) marcó un capítulo polémico en la historia económica de México, y el expresidente Ernesto Zedillo tuvo un rol central en su implementación y consolidación. Las decisiones tomadas en su gobierno contribuyeron a la caída del PRI en las elecciones del año 2000, así como el fortalecimiento de la izquierda mexicana, que llevó al triunfo de López Obrador en 2018.
De hecho, todo lo que pasó en los 90 y especialmente el FOBAPROA fue parte importante del discurso de López Obrador, primero en el PRD y luego en Morena, para descalificar a los gobiernos llamados neoliberales.
Creado en 1990 para proteger el sistema bancario ante crisis financieras, el FOBAPROA adquirió relevancia durante el gobierno de Zedillo, tras la crisis económica de 1994 y las constantes devaluaciones del peso mexicano, dejando una deuda pública que aún impacta las finanzas nacionales.
En diciembre de 1994, México sufrió una devastadora crisis económica conocida como el “error de diciembre” o “efecto tequila”. La devaluación del peso, cercana al 300%, disparó la inflación, llevó a la quiebra a miles de empresas y puso en riesgo la solvencia de los bancos.
Zedillo, quien asumió la presidencia apenas unas semanas antes, decidió en 1995 activar el FOBAPROA para estabilizar el sistema financiero. El mecanismo consistió en adquirir las deudas incobrables de los bancos, inyectando 552 mil millones de pesos, equivalentes al 15.8% del PIB de la época. Esta acción transformó deudas privadas en deuda pública, una medida que, aunque buscaba evitar un colapso económico, generó críticas por su falta de transparencia y los beneficios que otorgó a un reducido grupo de banqueros y empresarios.
El FOBAPROA no solo rescató bancos, sino que también asumió deudas de grandes empresas y personas físicas, muchas con aparentes conexiones políticas, lo que alimentó acusaciones de corrupción. Zedillo defendió la medida argumentando que protegía los ahorros de los ciudadanos y prevenía un desastre mayor. Sin embargo, la opacidad en la asignación de recursos y la falta de un debate público amplio minaron la confianza en su administración. La ausencia de claridad sobre quiénes se beneficiaron y cómo se gestionaron los fondos intensificó las críticas.
En 1999, la deuda del FOBAPROA se formalizó como deuda pública mediante una ley aprobada por un Congreso de mayoría priista. Este proceso comprometió a generaciones futuras, con pagos proyectados hasta 2070 y un costo estimado en billones de pesos. La decisión fue vista por muchos como una priorización de los intereses de las élites económicas sobre las necesidades de la población. Líderes posteriores han señalado que el FOBAPROA estuvo marcado por irregularidades, destacando que los recursos se distribuyeron de manera poco equitativa, beneficiando a unos pocos mientras el país asumía una carga financiera monumental.