Europa y China deben unirse contra el ataque comercial de Trump
La negativa de los europeos a oponerse con firmeza a los aranceles del presidente estadounidense Donald Trump ha beneficiado a la administración estadounidense. Los líderes de la UE necesitan urgentemente diseñar una nueva estrategia para aislar a Trump, disuadir la agresión estadounidense y defender el sistema multilateral.
BERLÍN – La equivocada guerra comercial del presidente estadounidense Donald Trump contra el resto del mundo podría marcar el principio del fin tanto de su dominio político como de su movimiento “Make America Great Again” (MAGA), pero solo si Alemania y Europa pueden coordinar una poderosa respuesta internacional.
El mayor error de la Comisión Europea y del gobierno alemán saliente fue mostrar su disposición a ceder ante las exigencias de Trump, convirtiendo potencialmente su desacierto económico en una victoria política. Debería estar claro a estas alturas que apaciguar a Trump solo acelerará el colapso del sistema multilateral de comercio y socavará aún más la gobernanza democrática mundial.
La respuesta de la Unión Europea será crucial para determinar si prevalecerá la administración Trump (que pretende desmantelar el orden comercial multilateral) o China (que busca preservarlo). Los líderes europeos se enfrentan a una clara disyuntiva: defender el multilateralismo y alinearse con China o alinearse con el Estados Unidos de Trump, que promueve el MAGA. No hay una tercera opción.
Alemania y Europa no pueden permanecer neutrales en este conflicto. Ceder a las exigencias de Trump y buscar un acuerdo comercial bilateral equivaldría a respaldar el fin del multilateralismo.
La continua incapacidad de la UE para contrarrestar las políticas de Trump refleja una miopía e ingenuidad política alarmantes. Si bien el impacto económico directo de los aranceles de Trump en Europa probablemente será limitado, las consecuencias a largo plazo, especialmente para el modelo económico alemán, basado en la exportación, podrían ser nefastas. Ceder ante Trump amenazaría los cimientos mismos de la prosperidad alemana, que depende, más que la de cualquier otro país europeo, de un comercio global abierto basado en la no discriminación, la equidad y la competencia.
Entonces, ¿cómo deberían responder Alemania y la UE a los aranceles de Trump? El nuevo gobierno alemán, junto con Francia, el Reino Unido y otros socios europeos, debe defender el multilateralismo alineándose con China e imponiendo aranceles recíprocos a los productos estadounidenses.
En futuras negociaciones con EE. UU., los líderes europeos también deben insistir en dos condiciones clave. En primer lugar, deben exigir un compromiso renovado con el multilateralismo como base del sistema comercial global. Esto incluye no solo la reducción de los aranceles y otras barreras comerciales a los niveles previos a la crisis, sino también la revitalización de instituciones multilaterales como la Organización Mundial del Comercio, que EE. UU. ha debilitado sistemáticamente al bloquear el nombramiento de nuevos jueces para su órgano de apelación.
A pesar de sus costos económicos, la guerra arancelaria global de Trump ofrece a Europa la oportunidad de consolidarse como mediadora y defensora del multilateralismo en un mundo cada vez más multipolar. Foto: Pixabay.
Es importante destacar que el enfoque no debe limitarse a la OMC. Otras instituciones multilaterales, como las Naciones Unidas, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, también deben estar facultadas para desempeñar un papel más activo, en particular en la representación y protección de los intereses de las economías más débiles del Sur Global.
En segundo lugar, Europa debería impulsar una competencia justa y unas normas comunes, especialmente en lo que respecta a la regulación de los gigantes tecnológicos con sede en EE. UU. Estas empresas pagan pocos o ningún impuesto e infringen sistemáticamente las leyes y normativas de la UE en materia de protección de datos, normas éticas y competencia en el mercado.
El reciente fallo judicial estadounidense que establece que Google ha establecido un monopolio ilegal en el sector de las búsquedas subraya la urgencia del problema. Como observó recientemente el ministro de Finanzas alemán, Jörg Kukies , los países europeos dependen cada vez más de los servicios de los gigantes tecnológicos estadounidenses. Si la UE no actúa ahora, esta dependencia perjudicial seguirá profundizándose, haciendo a Europa aún más vulnerable al chantaje político y comercial al estilo Trump.
Reactivar el multilateralismo también requerirá concesiones y reformas significativas por parte de China, la UE y Alemania para ayudar a corregir los desequilibrios globales. Mediante subsidios masivos y otras formas de apoyo a las empresas nacionales, China ha socavado repetidamente las normas multilaterales para obtener ventajas injustas. Pero Alemania también debe reducir sus propios superávits por cuenta corriente, que se deben en gran medida a regulaciones nacionales y otras barreras estructurales que dificultan la entrada de empresas extranjeras a su mercado.
Dado que abordar estas distorsiones podría ofrecer beneficios considerables a las empresas estadounidenses, hay buenos motivos para creer que un acuerdo comercial tan equilibrado podría resultar atractivo para Trump y alentarlo a cambiar de rumbo.
A pesar de sus costos económicos, la guerra arancelaria global de Trump ofrece a Europa la oportunidad de consolidarse como mediadora y defensora del multilateralismo en un mundo cada vez más multipolar. Ya es hora de que Europa defienda sus valores y coordine una respuesta unificada con socios como China, Canadá, México, el Reino Unido y Japón.
Al provocar una confrontación con todas las principales economías del mundo a la vez, Trump ha cometido un grave error de cálculo estratégico. Contraatacar podría costarle caro a Europa a corto plazo, pero permitir que Trump prevalezca y desmantele el sistema multilateral de comercio sería mucho más perjudicial, tanto para la economía de la UE como para la propia democracia.
Marcel Fratzscher, ex alto directivo del Banco Central Europeo, es presidente del grupo de expertos DIW Berlín y profesor de Macroeconomía y Finanzas en la Universidad Humboldt de Berlín.
El mayor error de la Comisión Europea y del gobierno alemán saliente fue mostrar su disposición a ceder ante las exigencias de Trump, convirtiendo potencialmente su desacierto económico en una victoria política. Debería estar claro a estas alturas que apaciguar a Trump solo acelerará el colapso del sistema multilateral de comercio y socavará aún más la gobernanza democrática mundial.
La respuesta de la Unión Europea será crucial para determinar si prevalecerá la administración Trump (que pretende desmantelar el orden comercial multilateral) o China (que busca preservarlo). Los líderes europeos se enfrentan a una clara disyuntiva: defender el multilateralismo y alinearse con China o alinearse con el Estados Unidos de Trump, que promueve el MAGA. No hay una tercera opción.
Alemania y Europa no pueden permanecer neutrales en este conflicto. Ceder a las exigencias de Trump y buscar un acuerdo comercial bilateral equivaldría a respaldar el fin del multilateralismo.
La continua incapacidad de la UE para contrarrestar las políticas de Trump refleja una miopía e ingenuidad política alarmantes. Si bien el impacto económico directo de los aranceles de Trump en Europa probablemente será limitado, las consecuencias a largo plazo, especialmente para el modelo económico alemán, basado en la exportación, podrían ser nefastas. Ceder ante Trump amenazaría los cimientos mismos de la prosperidad alemana, que depende, más que la de cualquier otro país europeo, de un comercio global abierto basado en la no discriminación, la equidad y la competencia.
Entonces, ¿cómo deberían responder Alemania y la UE a los aranceles de Trump? El nuevo gobierno alemán, junto con Francia, el Reino Unido y otros socios europeos, debe defender el multilateralismo alineándose con China e imponiendo aranceles recíprocos a los productos estadounidenses.
En futuras negociaciones con EE. UU., los líderes europeos también deben insistir en dos condiciones clave. En primer lugar, deben exigir un compromiso renovado con el multilateralismo como base del sistema comercial global. Esto incluye no solo la reducción de los aranceles y otras barreras comerciales a los niveles previos a la crisis, sino también la revitalización de instituciones multilaterales como la Organización Mundial del Comercio, que EE. UU. ha debilitado sistemáticamente al bloquear el nombramiento de nuevos jueces para su órgano de apelación.
Es importante destacar que el enfoque no debe limitarse a la OMC. Otras instituciones multilaterales, como las Naciones Unidas, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, también deben estar facultadas para desempeñar un papel más activo, en particular en la representación y protección de los intereses de las economías más débiles del Sur Global.
En segundo lugar, Europa debería impulsar una competencia justa y unas normas comunes, especialmente en lo que respecta a la regulación de los gigantes tecnológicos con sede en EE. UU. Estas empresas pagan pocos o ningún impuesto e infringen sistemáticamente las leyes y normativas de la UE en materia de protección de datos, normas éticas y competencia en el mercado.
El reciente fallo judicial estadounidense que establece que Google ha establecido un monopolio ilegal en el sector de las búsquedas subraya la urgencia del problema. Como observó recientemente el ministro de Finanzas alemán, Jörg Kukies , los países europeos dependen cada vez más de los servicios de los gigantes tecnológicos estadounidenses. Si la UE no actúa ahora, esta dependencia perjudicial seguirá profundizándose, haciendo a Europa aún más vulnerable al chantaje político y comercial al estilo Trump.
Reactivar el multilateralismo también requerirá concesiones y reformas significativas por parte de China, la UE y Alemania para ayudar a corregir los desequilibrios globales. Mediante subsidios masivos y otras formas de apoyo a las empresas nacionales, China ha socavado repetidamente las normas multilaterales para obtener ventajas injustas. Pero Alemania también debe reducir sus propios superávits por cuenta corriente, que se deben en gran medida a regulaciones nacionales y otras barreras estructurales que dificultan la entrada de empresas extranjeras a su mercado.
Dado que abordar estas distorsiones podría ofrecer beneficios considerables a las empresas estadounidenses, hay buenos motivos para creer que un acuerdo comercial tan equilibrado podría resultar atractivo para Trump y alentarlo a cambiar de rumbo.
A pesar de sus costos económicos, la guerra arancelaria global de Trump ofrece a Europa la oportunidad de consolidarse como mediadora y defensora del multilateralismo en un mundo cada vez más multipolar. Ya es hora de que Europa defienda sus valores y coordine una respuesta unificada con socios como China, Canadá, México, el Reino Unido y Japón.
Al provocar una confrontación con todas las principales economías del mundo a la vez, Trump ha cometido un grave error de cálculo estratégico. Contraatacar podría costarle caro a Europa a corto plazo, pero permitir que Trump prevalezca y desmantele el sistema multilateral de comercio sería mucho más perjudicial, tanto para la economía de la UE como para la propia democracia.