Llegó a mis manos el texto Las herencias ocultas de la Reforma liberal del siglo XIX, de Carlos Monsiváis, en una edición de 2024, cuya publicación es gratuita con fines de difusión cultural, impulsada por el consejo editorial de la 65 Legislatura de la Cámara de Diputados del Estado mexicano. Se trata de un texto poco conocido del ya fallecido periodista reconocido por la crítica especializada como el padre de la crónica moderna de México. En este contexto les ofrezco, estimados lector@s, una visión general de su contenido orientado al fomento y “preservación de la memoria política e histórica, y a la cultura legislativa de nuestro país”, según palabras del propio consejo editorial que puso en circulación esta nueva edición.
El título que Carlos Monsiváis eligió para este trabajo suyo, Las herencias ocultas de la Reforma liberal del siglo XIX, quiso llamar la atención sobre aquellos aspectos fundamentales de la historia nacional que injustamente han quedado en la sombra, a pesar de su relevancia para la formación de nuestra identidad como nación. El siglo XIX fue un periodo histórico lleno de momentos trágicos y de cambios fundacionales de lo que ahora es la República mexicana como entidad soberana, y los protagonistas centrales de esa época fueron una élite de escritores letrados y de soldados que se echaron a cuestas la tarea de forjar una nueva patria.
La revisión crítica que Monsiváis hace del siglo XIX a través de su literatura es para compensar esa falta, destacando aspectos biográficos y hechos históricos tanto de los escritores “letrados” como de aquellos que, sin mayor formación académica, sobresalieron en el ámbito cultural a la par que en el campo de batalla. En este selecto grupo de hombres de la historia nacional se encuentran héroes de la nación de la talla de Benito Juárez y Guillermo Prieto, al lado de Ignacio Ramírez, Ignacio Manuel Altamirano, Vicente Riva Palacio, Valentín Gómez Farías y Manuel Payno, entre los más conocidos. Por otro lado, también se ocupa de figuras no tan conocidas como Juan Bautista Morales —El Gallo Pitagórico—, de quien señala su patriotismo a pesar de haber sido un “católico militante”.
Lo interesante de este libro es el estilo con que Monsiváis entreteje su análisis de corte literario con elementos biográficos de cada uno de los personajes, en donde la ironía y hasta el sarcasmo son elementos recurrentes para delinear el carácter y el temperamento de los sujetos en cuestión. Si bien por momentos pareciera que el autor abusa de los datos históricos o de la retórica literaria, aun así, resulta interesante adentrarse en la lectura de Las herencias ocultas de la Reforma liberal del siglo XIX para tener más y mejores elementos que nos ayuden a comprender de mejor manera este periodo de la historia nacional.
En este sentido, el apartado dedicado al poeta, político, escritor e historiador José Guillermo Ramón Antonio Agustín Prieto, más conocido como Guillermo Prieto, es de lo más relevador. En particular, la anécdota por todos conocida en la que “el narrador, patriota y protagonista, le salva la vida a Benito Juárez en mayo de 1858, en Guadalajara, cuando el coronel Landa se rebela con el quinto regimiento y se apodera del Palacio de Gobierno donde están Juárez y sus acompañantes (Melchor Ocampo, entre ellos)”.
Y Monsiváis da la palabra a Prieto: “Éramos ochenta por todos… Rápido como el pensamiento tomé al Sr. Juárez de la ropa, lo puse a mi espalda, lo cubrí con mi cuerpo… abrí mis brazos… y ahogando la voz de ´fuego´ que tronaba en aquel instante, grité: ¡levanten esas armas! ¡los valientes no asesinan! Y hablé, hablé, yo no sé qué hablaba… a medida que mi voz sonaba, la actitud de los soldados cambiaba… un viejo de barbas canas que tenía al frente y con quien me encaré diciéndole: ¿quieren sangre? ¡bébanse la mía! Alzó el fusil… los otros hicieron lo mismo… Entonces vitoreé Jalisco… Los soldados lloraban, protestando que no nos matarían y así se retiraron por encanto”.
De este tipo de anécdotas y referencias históricas Carlos Monsiváis nos brinda en consonancia con citas literarias de los autores analizados con su contexto histórico pertinente. Y para muestra otro botón. La obra de Juan Bautista Morales, el Gallo Pitagórico, quien nació en Guanajuato en 1778, y a la edad tardía de 42 años se recibe de abogado, poco tiempo después se incorpora a las fuerzas de Guadalupe Victoria, es diputado en el Congreso Constituyente en 1824 y por unos pocos meses también gobernador de su estado natal. Como poeta destaca una de sus obras alusivas al fervor patrio: “Ya que Santa Anna / no te agradó. / Ahora que reina / la exaltación… / Ni los de antaño, / ni los de hoy, / ni erres ni haches / ¡Revolución!”
Otras biografías igual de atractivas son las de Ignacio Ramírez, Manuel Payno y Vicente Riva Palacio, además la de Benito Juárez, a quien Monsiváis le dedica el mayor número de páginas de su texto, debido a que, asegura, Juárez merece estar en la cima de los próceres nacionales porque era un hombre que “tenía la cualidad de la raza indígena a la que pertenecía, sin una gota de mezcla: la perseverancia… Desde su levita de bronce, Juárez es… profundamente actual, y al decir esto no me olvido de Morelos, Ignacio Ramírez, Francisco I. Madero, Emiliano Zapata y Lázaro Cárdenas… Juárez es nuestro contemporáneo por la índole de su paciencia, de su inteligencia política, de su genio institucional, de su resistencia, de su congruencia.”
Las herencias ocultas de la Reforma liberal del siglo XIX, que cuenta con varias impresiones de diversas casas editoriales, e incluso algunas partes se pueden consultar en Internet, es una lectura recomendable para quienes sientan curiosidad por conocer vida y obra de esos personajes históricos que hoy en día dan nombre a calles y avenidas en muchas ciudades del país.
Carlos Monsiváis (Ciudad de México, 1938-2010) fue un escritor y periodista mexicano que gran parte de su trabajo lo publicó en revistas y diarios de circulación nacional. Entre sus obras más conocidas se encuentran Días de guardar (1971); Nuevo catecismo para indios remisos (1982); Escenas de pudor y liviandad (1988) y Salvador Novo. Lo marginal en el centro (2000). Fue reconocido con múltiples galardones literarios, como el Premio Nacional de Periodismo (en 1977 y en 2009); el Premio Mazatlán de Literatura (1989); el Premio Xavier Villaurrutia (1995) y el Premio de Literatura Latinoamericana y del Caribe Juan Rulfo (2006). @NohemyGarcaDual
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