Los restaurantes, y en especial el espacio en el que se preparan los platillos que se ofrecen a los comensales, es un tema que con cierta frecuencia se aborda en la cinematografía mundial contemporánea. En el ámbito nacional, el director mexicano Alonso Ruizpalacios acaba de estrenar en el país su filme más reciente La Cocina (México-Estados Unidos, 20024) que aborda ese contenido, pero desde una perspectiva crítica y vinculado con la problemática de la migración ilegal en los Estados Unidos de América.
Alonso Ruizpalacios, de 46 años de edad, ya es conocido a nivel internacional por sus multipremiadas producciones anteriores (Güeros y Una Película de policías), y en esta ocasión nos ofrece una historia que invita a la reflexión sobre la realidad que viven los millones de indocumentados —mexicanos la mayoría de ellos— que llegan a los Estados Unidos en busca del sueño americano, es decir, con la ilusión de que sin importar quien seas ni de donde vengas, cualquier persona que se esfuerce lo suficiente puede lograr subir en la escala social de este país.
Sin embargo, nos dice el director y coguionista de La Cocina, en los hechos este “sueño” es más una quimera que una realidad para la veintena de personajes que, en esta cinta, conforman el microcosmos de un típico restaurante para turistas asentado en la avenida Times Square, en el corazón de Nueva York. En particular, la trama se desarrolla fundamentalmente en la cocina, lugar donde se confrontan los cocineros, las camareras, el chef en jefe, y a donde acuden el gerente, el administrador y hasta el dueño del negocio cuando el filme llega a su clímax dramático y a su posterior desenlace.
La inmigración ilegal es una temática que Alonso Ruizpalacios ha explorado desde sus años de estudiante de cine en Londres, donde trabajó en cocinas y bares. Tiempo después, en la Ciudad de México montó la obra de teatro de Wesker, hasta que finalmente logró llevar la historia al cine luego de realizar dos viajes a Nueva York para entrevistarse con cocineros indocumentados. De igual manera, el director mexicano se vinculó con Organismos No Gubernamentales (ONGs) que en Estados Unidos trabajan en defensa de los derechos laborales de los inmigrantes ilegales, pues de lo que se trataba era de hacer una película “sobre el monstruo aplastante [que es] el capitalismo y cómo el individuo desaparece ante esa cadena de trabajo despersonalizado”.
Filmada en blanco y negro, y rodada en escenarios de México y Estados Unidos, La Cocina es una película que buscar ir más allá del virtuosismo que genera este tipo de fotografía. Tiene el propósito de darle al relato una atmósfera atemporal, además de los largos planos secuencia de los que se vale el director para grabar sus escenas en una sola toma —sin cortes— y con acercamientos frecuentes —tipo primer plano— a los rostros de sus personajes. Todos estos recursos cinematográficos tienen más el propósito central de transmitir un mensaje, una idea, que deleitar al público con una forma estética específica, según sus propias palabras.
“Mi intención siempre fue hacer una película antiestética. Estoy en contra de lo que llaman foodporn [imágenes atractivas de comida generalmente de alto contenido calórico]. (…) No quería que la película fuera algo romántico y suntuoso, prefiero lo crudo”, según afirma en diversas entrevistas. En este sentido, se entiende el tiempo dedicado a la investigación de contenido antes de escribir una adaptación libre de la obra de teatro La Cocina (1957), del dramaturgo inglés Arnold Wesker, quien también es coautor del guión cinematográfico de la película del mismo nombre.
Me parece que La Cocina es un filme muy bien logrado, que cuenta con actuaciones destacadas como la de sus personajes estelares, Raúl Briones en el papel del cocinero mexicano Pedro, y Rooney Mara en el rol de la mesera estadounidense que tiene una relación sentimental con Pedro. En torno a esta pareja se despliega una amplia gama de identidades multirraciales que enriquecen el relato y lo dotan de complejidad y verosimilitud. Si acaso, nos extrañó la ausencia de un personaje que caracterizara la identidad asiática, siendo como es un continente cuya población está muy presente en Nueva York, así como en otras ciudades estadounidenses.
La Cocina, de Alonso Ruizpalacios tuvo su estreno mundial en la edición 74 del Festival de Cine de Berlín, en febrero de este año, donde fue nominada al Oso de Oro como mejor película. Asimismo, en 2024 participó en el Festival de Tribeca, en Nueva York, en el Festival de Valladolid, España; y en el Festival de Morelia, México. En este último tuvo dos nominaciones, a Mejor Película y Premio del Público, de las cuales obtuvo el Premio del Público.
En la Ciudad de México se estrenó a principios de noviembre en salas comerciales y en corredores culturales como la Cineteca de las Artes y el cine Tonalá, entre otros. Esperemos que pronto extienda su exhibición hacia el resto del país, y también que sea subida a alguna de las plataformas digitales de cobertura nacional. Esta nueva propuesta fílmica de Alonso Ruizpalacios confirma su calidad técnica y la madurez alcanzada en su aún corta trayectoria como director y como digno representante de una nueva camada de creadores mexicanos que se abren paso en el ámbito cinematográfico internacional.@NohemyGarcaDual
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