Además, los BRICS han demostrado una considerable capacidad de recuperación. Los analistas occidentales han estado prediciendo desde el principio que el grupo se desintegraría o se volvería irrelevante. Sin embargo , la cumbre BRICS+ de este mes en Kazán, Rusia (la primera desde la expansión) bien puede impulsar un mayor crecimiento, ya que pone de relieve el fracaso de Occidente en aislar a Rusia tras su invasión de Ucrania en 2022.
No se trata de subestimar el desafío de la cohesión. Los miembros fundadores del grupo ni siquiera están de acuerdo sobre sus objetivos fundamentales : mientras China y Rusia quieren encabezar un desafío directo al orden mundial liderado por Estados Unidos, Brasil y la India buscan reformas de las instituciones internacionales existentes y parecen inquietos ante cualquier orientación antioccidental.
Sin embargo, en este desacuerdo, la ampliación podría inclinar la balanza. Seis de los nueve miembros del grupo, incluidas las cuatro nuevas incorporaciones, forman parte formalmente del movimiento de países no alineados , y dos (Brasil y China) son observadores. Esto sugiere que habrá una considerable presión interna para que el BRICS+ trace un punto intermedio, centrándose en la democratización del orden global, en lugar de desafiar a Occidente.
Dicho esto, en lo que se refiere a fomentar la confianza mutua con los países en desarrollo, Occidente no se ha hecho ningún favor últimamente. Por el contrario, su utilización de las finanzas como arma y la confiscación de los intereses devengados por los activos congelados del banco central ruso han provocado una inquietud cada vez mayor en el mundo no occidental. Como resultado, un número cada vez mayor de países parece interesado en explorar acuerdos alternativos, incluidos nuevos mecanismos de pago transfronterizos, y algunos incluso están reevaluando su dependencia del dólar estadounidense en las transacciones internacionales y las reservas.
Todo esto podría favorecer los planes más amplios de Rusia y China, dos competidores naturales que se han convertido en socios estratégicos cercanos en parte como respuesta a la política estadounidense. China, en particular, tiene mucho que ganar, por ejemplo, con un mayor uso internacional del renminbi. Rusia genera ahora gran parte de sus ingresos de exportación internacionales en renminbi y los almacena principalmente en bancos chinos , con lo que en la práctica le da a China una parte de los beneficios. El objetivo último de China –al que la guerra financiera occidental está ayudando inadvertidamente– es establecer un sistema financiero alternativo basado en el renminbi.
Los BRICS ya están trabajando en la creación de instituciones, y en 2015 crearon el Nuevo Banco de Desarrollo (NDB), ideado por la India y con sede en Shanghái. El NBD no sólo es el primer banco multilateral de desarrollo del mundo creado y dirigido por economías emergentes, sino también el único cuyos miembros fundadores siguen siendo accionistas iguales y tienen voz y voto, aun cuando se sumen más países. En cambio, Estados Unidos es el accionista dominante y tiene poder de veto en el Banco Mundial.
El BRICS+ ampliado tiene una influencia formidable a nivel mundial. El grupo eclipsa al G7, tanto en términos demográficos (con casi el 46% de la población mundial, en comparación con el 8,8% del G7 ) como económicos (representa el 35% del PIB mundial, en comparación con el 30% del G7). Es probable que sus economías también sean la fuente más importante del crecimiento global futuro. Además, con Irán y los Emiratos Árabes Unidos uniéndose a sus contrapartes productoras de petróleo, Brasil y Rusia, como miembros, el BRICS+ representa ahora alrededor del 40% de la producción y las exportaciones de petróleo crudo.
Es cierto que el grupo enfrenta desafíos importantes , entre ellos el de unirse para convertirse en una fuerza global significativa con objetivos políticos y económicos definidos (y realistas). Pero también tiene el potencial de servir como catalizador para una renovación largamente esperada de la gobernanza global para que refleje mejor las realidades del siglo XXI.
Publicación original en: https://www.project-syndicate.org/commentary/brics-potential-to-reshape-global-governance-kazan-summit-by-brahma-chellaney-2024-10
Lo que comenzó como una clase de activos se ha convertido en un símbolo del anhelo de un orden global más ampliamente representativo, una protección contra las instituciones lideradas por Occidente y un medio para sortear la creciente incertidumbre geopolítica. Todo esto ha resultado muy atractivo. A principios de este año, los BRICS se expandieron de cinco países (Brasil, China, India, Rusia y Sudáfrica) a nueve ( añadiendo Egipto, Etiopía, Irán y los Emiratos Árabes Unidos). Y casi tres docenas de países más –entre ellos Turquía, miembro de la OTAN; Tailandia y México, socios cercanos de Estados Unidos, e Indonesia, el país musulmán más grande del mundo– han solicitado unirse.
Si bien la diversidad de los miembros (y de los candidatos) del grupo pone de relieve el amplio atractivo de los BRICS+, también plantea desafíos. Se trata de países con sistemas políticos, economías y objetivos nacionales muy diferentes. Algunos incluso están en desacuerdo entre sí: China y la India llevan más de cuatro años enzarzadas en un enfrentamiento militar en el Himalaya, tras las incursiones furtivas de China en territorio indio.
Traducir los intereses compartidos en un plan de acción común y convertirse en una fuerza unificada en el escenario global fue difícil incluso cuando los BRICS tenían sólo cinco miembros. Con nueve países miembros (y posiblemente más), establecer una identidad y una agenda comunes requerirá un esfuerzo sostenido. Pero otras agrupaciones multilaterales que no son instituciones formales, basadas en estatutos y con secretarías permanentes (como la Organización de Cooperación de Shanghái, el G20 e incluso el G7 ) también luchan con divisiones internas.