El Partido Republicano afirma una y otra vez que está en contra de aumentar los impuestos a la mayoría de los estadounidenses, pero eso es exactamente lo que propone Donald Trump, el candidato presidencial del partido, al prometer imponer aranceles generalizados a las importaciones.
WASHINGTON, DC – El eje central de las políticas económicas propuestas por Donald Trump son los nuevos aranceles a todos los bienes importados a Estados Unidos. El expresidente estadounidense afirma que los aranceles protegerán los empleos, aumentarán los salarios y marcarán el comienzo de una nueva era de prosperidad estadounidense. Trump, aparentemente convencido de haber encontrado una panacea económica, se autodenomina con orgullo el “hombre de los aranceles”.
Pero un arancel es sólo un nombre elegante para un impuesto que se aplica a quienes compran bienes importados (y cualquier cosa producida en el país con insumos importados), por lo que la propuesta de Trump afectaría a todos los hogares estadounidenses, con un impacto particularmente duro sobre los trabajadores con ingresos más bajos. Incluso si estos aranceles no sumen al mundo en una guerra comercial autodestructiva, los socios comerciales de Estados Unidos probablemente tomarían represalias, y eso perjudicaría a todos los que trabajan en el exitoso y altamente productivo sector exportador de Estados Unidos.
Trump tiene un título de la Wharton School de la Universidad de Pensilvania, por lo que debería saber cómo funcionan los aranceles. Es cierto que se graduó en 1968, pero el análisis de los aranceles se entendía bien hace 50 años, y los hechos básicos siguen siendo los mismos.
Kimberly Clausing y Mary E. Lovely, dos de las principales expertas mundiales en cuestiones tributarias, estiman que los aranceles que Trump quiere imponer costarían al hogar estadounidense promedio más de 2.600 dólares. (Esta estimación fue publicada por el Peterson Institute for International Economics, al que yo trabajaba anteriormente, pero no participé en este informe ni en ningún trabajo relacionado.)
Clausing y Lovely analizan un régimen arancelario que impondría un gravamen del 60% a las importaciones chinas y un recargo del 20% a todas las demás importaciones, que es el objetivo declarado de Trump. El aumento de 2.600 dólares anuales en impuestos para el hogar medio representa una enorme pérdida de poder adquisitivo (4,1% de su ingreso neto). Pero para el 20% inferior de la distribución del ingreso, la “pérdida para el consumidor a causa del arancel propuesto” es aún mayor: más del 6% del ingreso neto.
En cambio, para el 1% superior de la distribución del ingreso, la pérdida por aranceles es de apenas el 1,4%. Este impacto diferencial refleja el hecho de que las personas de menores ingresos consumen más importaciones, directa e indirectamente, como proporción de su gasto que las personas más ricas.
Clausing y Lovely también evalúan los efectos de extender los recortes impositivos de la era Trump, que son particularmente beneficiosos para las personas de mayores ingresos. El efecto neto combinado de extender esos recortes –algo que Trump sin duda quiere hacer– e imponer aranceles elevados y generalizados a las importaciones dejaría al 1% más rico en mejor situación, pero todos los demás perderían. De modo que lo que Trump propone es en realidad una redistribución masiva del ingreso hacia los estadounidenses de mayores ingresos.
En efecto, Trump quiere aumentar los impuestos a los trabajadores estadounidenses para financiar recortes tributarios que favorecen principalmente a las personas que ya son ricas. El Partido Republicano afirma repetidamente que está en contra de aumentar los impuestos a la mayoría de los estadounidenses. Pero eso es exactamente lo que Trump propone hacer. Como dice Grover Norquist, fundador y presidente de Americans for Tax Reform, “ los aranceles son impuestos ”. Y esos impuestos los pagarán los estadounidenses, no las empresas extranjeras, como Trump afirma falsamente.
La creación de más empleos de calidad en Estados Unidos debería ser una prioridad para los responsables de las políticas federales, pero imponer aranceles elevados a las importaciones no logrará ese objetivo. Un enfoque mucho mejor sería promover el desarrollo de ciencia de vanguardia y alentar la comercialización de esas nuevas ideas en empresas creadas en Estados Unidos. Como explicamos Jonathan Gruber y yo en Jump-Starting America, publicado en 2019, Estados Unidos solía hacer mucho más de esto (en relación con el tamaño de la economía) en las décadas posteriores a la Segunda Guerra Mundial.
Afortunadamente, la administración del presidente Joe Biden , con apoyo bipartidista, impulsó esta agenda en la Ley de Chips y Ciencia de 2022 , y la oponente de Trump, la vicepresidenta Kamala Harris, ha presentado propuestas que podrían hacer que Estados Unidos avance más en esta dirección . La financiación suficiente para apoyar este esfuerzo ha tardado demasiado en aparecer, pero mantener el rumbo tiene sentido. La campaña de Harris ha propuesto un “crédito fiscal America Forward”, que “se destinará a la inversión y la creación de empleo en industrias estratégicas clave”.
Es importante aprovechar y conservar el liderazgo tecnológico. Si uno es el primero en inventar y comercializar, tiene la oportunidad de crear más de los buenos empleos que surgirán en cualquier nueva industria global. Estados Unidos ya lo hizo en los decenios de 1940, 1950 y 1960, décadas de prosperidad compartida durante las cuales se redujeron los aranceles, no se aumentaron.
Simon Johnson, premio Nobel de Economía 2024 y ex economista jefe del Fondo Monetario Internacional, es profesor de la Sloan School of Management del MIT, director de la facultad de la iniciativa Shaping the Future of Work del MIT y copresidente del Consejo de Riesgo Sistémico del CFA Institute . Es coautor (con Daron Acemoglu) de Power and Progress: Our Thousand-Year Struggle Over Technology and Prosperity (PublicAffairs, 2023).
Pero un arancel es sólo un nombre elegante para un impuesto que se aplica a quienes compran bienes importados (y cualquier cosa producida en el país con insumos importados), por lo que la propuesta de Trump afectaría a todos los hogares estadounidenses, con un impacto particularmente duro sobre los trabajadores con ingresos más bajos. Incluso si estos aranceles no sumen al mundo en una guerra comercial autodestructiva, los socios comerciales de Estados Unidos probablemente tomarían represalias, y eso perjudicaría a todos los que trabajan en el exitoso y altamente productivo sector exportador de Estados Unidos.
Trump tiene un título de la Wharton School de la Universidad de Pensilvania, por lo que debería saber cómo funcionan los aranceles. Es cierto que se graduó en 1968, pero el análisis de los aranceles se entendía bien hace 50 años, y los hechos básicos siguen siendo los mismos.
Kimberly Clausing y Mary E. Lovely, dos de las principales expertas mundiales en cuestiones tributarias, estiman que los aranceles que Trump quiere imponer costarían al hogar estadounidense promedio más de 2.600 dólares. (Esta estimación fue publicada por el Peterson Institute for International Economics, al que yo trabajaba anteriormente, pero no participé en este informe ni en ningún trabajo relacionado.)
Clausing y Lovely analizan un régimen arancelario que impondría un gravamen del 60% a las importaciones chinas y un recargo del 20% a todas las demás importaciones, que es el objetivo declarado de Trump. El aumento de 2.600 dólares anuales en impuestos para el hogar medio representa una enorme pérdida de poder adquisitivo (4,1% de su ingreso neto). Pero para el 20% inferior de la distribución del ingreso, la “pérdida para el consumidor a causa del arancel propuesto” es aún mayor: más del 6% del ingreso neto.
En cambio, para el 1% superior de la distribución del ingreso, la pérdida por aranceles es de apenas el 1,4%. Este impacto diferencial refleja el hecho de que las personas de menores ingresos consumen más importaciones, directa e indirectamente, como proporción de su gasto que las personas más ricas.
Clausing y Lovely también evalúan los efectos de extender los recortes impositivos de la era Trump, que son particularmente beneficiosos para las personas de mayores ingresos. El efecto neto combinado de extender esos recortes –algo que Trump sin duda quiere hacer– e imponer aranceles elevados y generalizados a las importaciones dejaría al 1% más rico en mejor situación, pero todos los demás perderían. De modo que lo que Trump propone es en realidad una redistribución masiva del ingreso hacia los estadounidenses de mayores ingresos.
En efecto, Trump quiere aumentar los impuestos a los trabajadores estadounidenses para financiar recortes tributarios que favorecen principalmente a las personas que ya son ricas. El Partido Republicano afirma repetidamente que está en contra de aumentar los impuestos a la mayoría de los estadounidenses. Pero eso es exactamente lo que Trump propone hacer. Como dice Grover Norquist, fundador y presidente de Americans for Tax Reform, “ los aranceles son impuestos ”. Y esos impuestos los pagarán los estadounidenses, no las empresas extranjeras, como Trump afirma falsamente.
La creación de más empleos de calidad en Estados Unidos debería ser una prioridad para los responsables de las políticas federales, pero imponer aranceles elevados a las importaciones no logrará ese objetivo. Un enfoque mucho mejor sería promover el desarrollo de ciencia de vanguardia y alentar la comercialización de esas nuevas ideas en empresas creadas en Estados Unidos. Como explicamos Jonathan Gruber y yo en Jump-Starting America, publicado en 2019, Estados Unidos solía hacer mucho más de esto (en relación con el tamaño de la economía) en las décadas posteriores a la Segunda Guerra Mundial.
Afortunadamente, la administración del presidente Joe Biden , con apoyo bipartidista, impulsó esta agenda en la Ley de Chips y Ciencia de 2022 , y la oponente de Trump, la vicepresidenta Kamala Harris, ha presentado propuestas que podrían hacer que Estados Unidos avance más en esta dirección . La financiación suficiente para apoyar este esfuerzo ha tardado demasiado en aparecer, pero mantener el rumbo tiene sentido. La campaña de Harris ha propuesto un “crédito fiscal America Forward”, que “se destinará a la inversión y la creación de empleo en industrias estratégicas clave”.
Es importante aprovechar y conservar el liderazgo tecnológico. Si uno es el primero en inventar y comercializar, tiene la oportunidad de crear más de los buenos empleos que surgirán en cualquier nueva industria global. Estados Unidos ya lo hizo en los decenios de 1940, 1950 y 1960, décadas de prosperidad compartida durante las cuales se redujeron los aranceles, no se aumentaron.
Publicación original en: https://www.project-syndicate.org/commentary/trump-tariffs-would-tax-the-middle-class-benefit-the-richest-by-simon-johnson-2024-10
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