En contra del sentido común, el Kremlin sigue proclamando con total seriedad que su ataque a Ucrania fue un acto de legítima defensa. Lamentablemente, esas estrategias de propaganda son importantes, no porque puedan engañarnos, sino porque limitan la posibilidad de que se entablen negociaciones de paz serias.
LIUBLIANA – A veces escucho podcasts sobre los secretos que se esconden detrás de los trucos de magia más conocidos (el juego de las tres conchas, el mentalismo, la levitación) y, después de leer las últimas noticias de Rusia, vi una analogía con la forma en que la propaganda rusa ha logrado lo aparentemente imposible. Desafiando el sentido común, el Kremlin sigue proclamando con seriedad que su ataque a Ucrania fue un acto de legítima defensa.
La mayoría de los trucos de magia combinan dos estrategias: una para producir el efecto deseado y otra para distraer al público de lo que realmente está sucediendo. Rusia está haciendo lo mismo con recientes declaraciones que están claramente diseñadas para aumentar las tensiones regionales en torno a Ucrania. En primer lugar, el gobierno ruso aprobó una lista de 47 estados y territorios extranjeros cuyas actitudes neoliberales supuestamente amenazan a las personas con “valores espirituales y morales rusos tradicionales”. Los que figuran en la lista ahora están designados oficialmente como “estados enemigos”. Ha desaparecido cualquier pretensión de apoyar un mundo “multipolar”. Si no compartes los valores de Rusia, eres el enemigo.
Entre quienes aparentemente comparten los valores de Rusia están Corea del Norte, Afganistán e Irán. El elemento común de estos regímenes es que consideran que la Ilustración europea es el mal supremo. El conflicto se eleva así a un nivel metafísico-religioso, y siempre que la religión entra directamente en la política, la amenaza de una violencia mortal nunca está lejos. Bajo toda la habladuría sobre un nuevo mundo multipolar hay una visión escatológica de una guerra total hasta la extinción entre dos opuestos.
Por eso, poco después de publicar su “lista de enemigos”, Putin declaró una nueva doctrina nuclear que amplía “la categoría de estados y alianzas militares en relación con los cuales se lleva a cabo la disuasión nuclear”. En una advertencia directa a Occidente, anunció que cualquier ataque a Rusia por parte de un estado no nuclear que esté respaldado por uno con armas nucleares sería considerado un “ataque conjunto”. Además, el Kremlin se reserva el derecho de usar armas nucleares en respuesta a un ataque a Bielorrusia, que forma parte de su “Estado de la Unión”. En otras palabras, cualquier caso en que un enemigo “cree un peligro crítico para nuestra soberanía” es un casus belli potencial para un conflicto nuclear.
Slavoj Žižek, profesor de Filosofía en la Escuela Europea de Graduados, es director internacional del Instituto Birkbeck de Humanidades de la Universidad de Londres y autor, más recientemente, de Christian Atheism: How to Be a Real Materialist (Bloomsbury Academic, 2024).
La mayoría de los trucos de magia combinan dos estrategias: una para producir el efecto deseado y otra para distraer al público de lo que realmente está sucediendo. Rusia está haciendo lo mismo con recientes declaraciones que están claramente diseñadas para aumentar las tensiones regionales en torno a Ucrania. En primer lugar, el gobierno ruso aprobó una lista de 47 estados y territorios extranjeros cuyas actitudes neoliberales supuestamente amenazan a las personas con “valores espirituales y morales rusos tradicionales”. Los que figuran en la lista ahora están designados oficialmente como “estados enemigos”. Ha desaparecido cualquier pretensión de apoyar un mundo “multipolar”. Si no compartes los valores de Rusia, eres el enemigo.
Entre quienes aparentemente comparten los valores de Rusia están Corea del Norte, Afganistán e Irán. El elemento común de estos regímenes es que consideran que la Ilustración europea es el mal supremo. El conflicto se eleva así a un nivel metafísico-religioso, y siempre que la religión entra directamente en la política, la amenaza de una violencia mortal nunca está lejos. Bajo toda la habladuría sobre un nuevo mundo multipolar hay una visión escatológica de una guerra total hasta la extinción entre dos opuestos.
Por eso, poco después de publicar su “lista de enemigos”, Putin declaró una nueva doctrina nuclear que amplía “la categoría de estados y alianzas militares en relación con los cuales se lleva a cabo la disuasión nuclear”. En una advertencia directa a Occidente, anunció que cualquier ataque a Rusia por parte de un estado no nuclear que esté respaldado por uno con armas nucleares sería considerado un “ataque conjunto”. Además, el Kremlin se reserva el derecho de usar armas nucleares en respuesta a un ataque a Bielorrusia, que forma parte de su “Estado de la Unión”. En otras palabras, cualquier caso en que un enemigo “cree un peligro crítico para nuestra soberanía” es un casus belli potencial para un conflicto nuclear.