Dado que las personas con bajos ingresos suelen trabajar en condiciones de alto riesgo, la adaptación al cambio climático ofrece beneficios sociales de amplio alcance. Sin embargo, la capacidad de implementar esas medidas se limita en gran medida a los hogares, municipios, regiones y países con suficientes recursos financieros y conocimientos técnicos. Sin estrategias de adaptación y mecanismos de financiación adecuados, las personas y comunidades empobrecidas sufrirán desproporcionadamente el peso del cambio climático, lo que ahondará aún más las disparidades económicas y sociales tanto a nivel local como mundial.
En principio, los hogares y las empresas deberían abordar la adaptación como cualquier otra decisión de inversión. En lugar de considerar todas las opciones, deberían centrarse en las que ofrecen el mayor valor, de forma similar a cómo un empresario evaluaría diversos gastos.
Sin duda, los esfuerzos de adaptación enfrentan numerosos obstáculos, entre ellos la incertidumbre sobre la trayectoria futura del cambio climático y los altos costos asociados con la modificación de las estructuras y los procesos existentes. Además, la escasez de información sobre medidas de adaptación eficaces y cómo implementarlas dentro de los marcos legales actuales podría aumentar los costos. Todo esto podría deprimir la inversión en adaptación, especialmente porque los beneficios pueden obtenerse solo en el mediano y largo plazo.
Sin embargo, tanto los gobiernos como el sector privado deben hacer de la adaptación climática una prioridad máxima. Si anticipan los riesgos y toman medidas proactivas para ajustar sus operaciones, las empresas podrían reducir los costos de implementación. Mientras tanto, los responsables de las políticas deben invertir fuertemente en construir infraestructura resiliente, apoyar la investigación y la innovación y difundir información vital a los hogares, las empresas y las autoridades locales para ayudarlos a prepararse para diversos desafíos relacionados con el clima, incluidas las inundaciones, las olas de calor y otros fenómenos meteorológicos extremos.
La adaptación no es sólo una necesidad práctica, sino un imperativo moral. Si bien reducir las emisiones de GEI es necesario, la adaptación es igualmente importante para garantizar que las poblaciones más vulnerables del mundo no sufran las consecuencias más devastadoras del cambio climático. Si ponemos las medidas de adaptación en el centro de las políticas climáticas, junto con las de mitigación, podemos crear un futuro que sea resiliente y equitativo.
Publicación original en: https://www.project-syndicate.org/commentary/building-climate-resilience-through-adaptation-by-clemens-fuest-and-maria-waldinger-2024-08
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Si bien algunos expertos sostienen que la adaptación total es imposible debido a los riesgos significativos que plantea el calentamiento global, esta visión es engañosa. Es cierto que la adaptación por sí sola no puede compensar los peores efectos del cambio climático y que es necesario intensificar los esfuerzos actuales para reducir las emisiones globales de GEI, pero pasar por alto la necesidad de desarrollar, implementar e invertir en estrategias destinadas a proteger a las empresas, los hogares y las comunidades de las consecuencias inevitables del calentamiento del planeta sería profundamente irresponsable.
La protección contra inundaciones es un claro ejemplo. A medida que las inundaciones se vuelven más frecuentes y graves, la restauración de las llanuras aluviales y otras medidas proactivas han adquirido cada vez mayor importancia. La adaptación a largo plazo también debería desempeñar un papel central en los proyectos de reconstrucción posteriores a los desastres. En lugar de reparar repetidamente las casas dañadas, por ejemplo, tal vez sea más prudente reconstruirlas en zonas menos propensas a las inundaciones.
Los esfuerzos de adaptación son tan eficaces como los mecanismos para financiarlos. Si bien es comprensible que muchos contribuyentes apoyen la financiación de las iniciativas de reconstrucción, hacerlo puede crear incentivos para la construcción en zonas vulnerables. En cambio, sería mejor invertir esos fondos en medidas que protejan a las comunidades contra futuras inundaciones, no sólo construyendo nuevas casas en zonas más seguras, sino también invirtiendo en investigación e innovación específicas destinadas a ayudar a los sectores afectados por el cambio climático, en particular la agricultura, a adaptarse a la amenaza.
Las olas de calor, cada vez más peligrosas, también ponen de relieve la urgente necesidad de adoptar medidas de adaptación. Aunque las temperaturas récord plantean importantes riesgos para la salud , en particular para los ancianos, las mujeres embarazadas y las personas con enfermedades preexistentes, países como Alemania siguen siendo reacios a invertir en sistemas de aire acondicionado y otros métodos de refrigeración. Pero esos sistemas no requieren combustibles fósiles; pueden funcionar con energía solar, que es abundante durante los períodos cálidos.
El calor extremo es especialmente peligroso para los trabajadores al aire libre , lo que pone de relieve la necesidad de actualizar las leyes de salud y seguridad ocupacional. Se debe exigir a las empresas que implementen medidas para proteger a sus empleados, como proporcionar áreas con sombra y acceso a agua potable.