Sobre la transitada avenida Parque Lira, en el populoso barrio de Tacubaya, al poniente de la CDMX, sorprende la existencia del Museo Casa de la Bola, que por sus características arquitectónicas y estéticas contrasta con su entorno urbano inmediato. Se trata de una antigua casona colonial que conserva una de las colecciones más importantes de arte decorativo europeo de los siglos XVI al XIX en América Latina.
Con solo cruzar el antiguo portón de madera que da acceso al patio central del inmueble, la atmósfera cambia; l@s visitantes perciben otro ambiente, de total armonía y monumentalidad ante el espacio abierto y los muros de cantera labrada que circundan la Casa de la Bola convertida en museo. Al fondo se alcanza a ver el jardín principal y poco antes las escaleras por las que se accede al piso superior, que es propiamente el espacio que alberga la valiosa colección de objetos decorativos de Antonio Haghenbeck y de la Lama, último propietario de esta mansión, quien disfrutó y convivió con ellos durante su larga vida, hasta su muerte en 1991, cuando el espacio se acondicionó para convertirse en museo.
El recorrido propiamente dicho del Museo Casa de la Bola inicia en el espacio que tuvo funciones de comedor, en la parte central se aprecia un bello comedor de encino dorado del siglo XIX, estilo americano, cuya mesa tiene extensiones para atender hasta a diez y ocho comensales, o acortarse para un mínimo de cuatro personas. Del techo cuelga un impresionante candil antiguo que ilumina el espacio con velas de aceite, mientras que en dos de los muros se exhibe una vajilla francesa pintada a mano. Otro elemento decorativo de gran interés es la chimenea ornamental que luce en una de las paredes, elaborada con piedra labrada y recuperada de lo que en un tiempo fue una casona porfirista del siglo XIX, que en su última época alojó al cine Variedades, frente a la Alameda.
El siguiente espacio del Museo Casa de la Bola es la biblioteca, que en sus anaqueles luce textos diversos finamente encuadernados. Sin embargo, en este espacio lo que más llama la atención son las pieles de tigres y leopardos disecados, que se exponen a modo de tapetes, según la costumbre monárquica europea de los siglos pasados. Enseguida se accede a una de las recámaras —la de verano— que ocupó Antonio Haghenbeck, cuyos muebles de madera seguramente fueron trabajados por ebanistas maestros en la técnica de marquetería, según se aprecia por la fineza de los acabados y por los elementos incrustados en cada buró, mesa, baúl o la misma cama.
Enseguida se accede a una serie de salones —verde, rosa, azul y marrón— en los que el anfitrión de la casa recibía y convivía con sus invitados, según fueran reuniones familiares, de amigos, de mujeres o para tratar asuntos de trabajo. Todos ellos son espacios ricamente decorados con antiguos tapices de brocado, esto es, un tejido de lujo hecho a base de sedas, rasos e hilos de oro y plata, muy del gusto de la monarquía europea del siglo XIX.
En uno de estos salones se puede admirar múltiples objetos decorativos, pero, además, de lo ya señalado, también destaca dos instrumentos musicales de gran valor histórico por su antigüedad, un clavicordio francés, pintado a mano, que data del siglo XVIII, de los cuales se tiene registro que existen sólo dos en América Latina. El segundo instrumento musical que se observa es un piano de cola alemán, del siglo XVII.
En el salón rosa, decorado en homenaje a la madre, la abuela y la bisabuela de Antonio Haghenbeck y de la Lama, las tres mujeres más admiradas por él, lucen algunas de las pinturas al óleo creadas por dos de ellas, Juliana San Román y Josefa San Román, quienes formaron parte del selecto sistema artístico mexicano de mujeres pintoras del siglo XIX. De hecho, el Museo Casa de la Bola prestó dos de estas pinturas para la exposición Pintar en femenino, celebrada recientemente en el Museo de San Carlos, de la CDMX.
Con el oratorio y los corredores abiertos se concluye el recorrido de la visita guiada, para después acceder al jardín central o principal, ya de manera libre, y disfrutar la hermosa fuente de mármol decorada al estilo europeo. Este espacio reproduce un jardín estilo inglés, con andadores, fuentes y esculturas de musas en mármol blanco, cuyo decorado contrasta con la exuberante vegetación arbolada que los rodea.
La impresión final que este recorrido del Museo Casa de la Bola, deja a los visitantes es que en este sitio se custodia una valiosa colección de arte decorativo europeo de gusto aristocrático, que data de los siglos XVI al XX. De igual manera, el edificio en cuanto a su valor arquitectónico, pues está catalogado como monumento histórico nacional, da cuenta del gusto que en una época del siglo XIX y XX privó en la mayoría de las clases acomodadas de la sociedad mexicana. De cualquier forma, visitar este lugar es una experiencia reconfortante y enriquecedora muy recomendable.
La Fundación Antonio Haghenbeck y de la Lama IAP, Institución de Asistencia Privada creada por el propio Antonio, tuvo el acierto de nombrar a la historiadora de arte Leonor Cortina como primera responsable de la tarea de adaptación del inmueble para recibir público abierto, aunque de acceso limitado, únicamente con visitada guiada previamente agendada, con el doble propósito de brindar un buen servicio y de conservar la colección lo mejor posible. Los costos son accesibles y ofrecen descuentos.
Para mayor información sobre las actividades presenciales y en línea que organiza la Fundación Antonio Haghenbeck y de la Lama IAP, se puede consultar sus canales oficiales de comunicación en Internet, escribir a su dirección de correo electrónico ([email protected]) o hablar a los teléfonos 552614-0393 ext. 113 (lunes a miércoles) y 552614-0193 ext. 108 (jueves y viernes). @NohemyGarcaDual
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