En el año 2024, se elegirán más de 60 líderes nacionales en todo el mundo, lo que incluirá muchos resultados electorales capaces de cambiar el panorama político internacional, incluidos las de México, Estados Unidos y Rusia. En Asia, el pasado 12 de enero, Taiwán eligió a Lai Ching-te, candidato presidencial del Partido Progresista Democrático(PPD), como su nuevo presidente en los siguientes 4 años. Lai solo recibió poco más del 40% de los votos, y PPD, el Partido gobernante perdió su mayoría en el Congreso. Sin embargo, esta elección representa la voluntad democrática del pueblo taiwanés, y todos los taiwaneses pueden aceptar este resultado.
No obstante, China, al otro lado del Estrecho de Taiwán, tuvo una reacción diferente. Ante los resultados insatisfactorios, incrementó la presión y la coerción diplomática y militar sobre Taiwán. La primera reacción fue el 15 de enero, 3 días después de la elección, China quitó un aliado diplomático de Taiwán, Nauru, un país situado en el sur del Pacífico. Pocos días después, China ignoró las regulaciones de la Organización de Aviación Civil Internacional y anunció unilateralmente el lanzamiento de tres rutas aéreas a través de la línea central del Estrecho de Taiwán el 30 de enero. Estas acciones no solo intensificaron la falta de confianza mutua a través del Estrecho, sino que también representaron una amenaza para la seguridad de la aviación en la región de Asia y el Pacífico.
La respuesta de China ante la elección de Taiwán una vez más pone de manifiesto sus acciones irresponsables como potencia, y estas acciones van en contra del objetivo de China de ganarse al pueblo de Taiwán. Frente a las diferencias, el diálogo es la única solución. La represión, la coerción y las amenazas solo servirán para aumentar la tensión en el Estrecho de Taiwán, lo que no beneficia a ninguna de las partes ni a los participantes internacionales.
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