Detuvieron a Alfredo Jalife Rahme, un analista geopolítico al que, la verdad, pocos toman en serio.
Por eso sorprende que Tatiana Clouthier, la recién designada vocera de Claudia Sheinbaum, se haya lanzado con tanta ferocidad contra el escritor.
Tatiana se ofendió y denunció a Jalife porque en 2022 –luego de que López Obrador nacionalizara el Litio, una sustancia usada en baterías– éste la acusó de “vender” los yacimientos de dicho mineral a Estados Unidos.
Un disparate sin pruebas, y justo eso debió bastar a Tatiana Clouthier para ignorar al analista. Pero no, inició un proceso penal contra Jalife y generó un escándalo que dañará la candidatura de Claudia Sheinbaum.
Porque si emitir locas teorías de la conspiración ahora es motivo de cárcel. ¿Qué lo será mañana?
Suficientemente malo es que las mujeres en el poder ya están, en este momento, denunciando a sus críticos, con el pretexto de la Violencia Política de Género, como para que, ahora, tengamos que preocuparnos por denuncias penales por difamación.
No sólo periodistas y opinadores están en riesgo. Ciudadanos cualquiera, que emiten sus acaloradas opiniones en redes sociales, pueden caer en la furia de personas en el poder que consideran sus críticas injustas.
El estándar legal en Estados Unidos es el adecuado: la única razón por la que alguien debe ser encarcelado por sus opiniones es si lo que dice pone en peligro la vida de una persona. Y la libertad de expresión debe ser protegida de tal forma, que la demostración del perjuicio debe ser una vara muy alta para quien acusa.
Tatiana Clouthier pone la vara muy baja de lo que un gobierno con ella como integrante destacada, considerará digno de censura. Hay que tomar nota.