Probablemente Sergio Hernández sea el artista plástico vivo más representativo de lo que se
ha llamado la Escuela Oaxaqueña de Pintura, la cual se podría decir que se caracteriza
fundamentalmente por recuperar objetos, animales, paisajes y personajes cotidianos de las
comunidades rurales transformados en obras de arte llenos de color e imaginación con
sabor a las culturas mixteca y prehispánicas de Mesoamérica.
A los 66 años de edad, con una larga trayectoria con exposiciones a nivel nacional e
internacional, con múltiples distinciones por su producción artística, Sergio Hernández está
presente en el Colegio de San Ildefonso —en el corazón del Centro Histórico de la
CDMX— con una magna exposición de más de 400 obras de diversos formatos, técnicas y
temáticas que da cuenta de la madurez plástica alcanzada por este pintor nacido en
Huajuapan de León, en la Sierra Mixteca de Oaxaca.
La exposición se titula simplemente Sergio Hernández y se divide en cuatro líneas
generales: historias, universos, mitologías y naturaleza. De la primera vale la pena destacar
las pinturas de formato pequeño sobre Benito Juárez, personaje relevante de la historia
nacional de origen zapoteco. De esta serie, que en su primera parte se nombra “Todos
somos Juárez”, para concluir en la segunda parte con el título de un categórico “Juárez no
existe”, el autor afirma que representa la evolución o variación emocional que entre los
mexicanos ha tenido este prócer de la patria, pues si bien en otros tiempos fue altamente
valorado, “ahora a todos nos vale madres quien fue Juárez”.
El rubro de Universos da cuenta de xilografías de diversos formatos que lo mismo recrean
entornos extraterrestres de constelaciones, lluvias de estrellas imaginadas y paisajes del
fondo del mar con colores y texturas mágicas, todas materializadas por las pinceladas de un
artista que experimenta con técnicas medievales, en un inagotable deseo de exploración
estética.
El tercer nudo temático refiere obras mitológicas tanto de la cosmogonía mesoamericana
como de otras culturas y temporalidades con las que Sergio Hernández encuentra ciertas
semejanzas o afinidades. Es el caso, por ejemplo, de la migración, cuestión que se recrea en
diferentes cuadros y formatos. En unos, el pintor alude a la peregrinación de los primeros
pobladores del México antiguo mediante murales y grabados titulados Diálogo purépecha
(2017), inspirados en códices prehispánicos y en textos de Miguel León Portilla.
Al respecto, el artista oaxaqueño considera que “todos los códices están relacionados con
una reflexión cotidiana actual, tienen algo que yo observo con los temas de migración,
violencia y costumbres. Si lo vemos [bien], no hemos dejado de emigrar. Yo soy un
emigrante, todos salimos, todos somos emigrantes.” De igual manera la idea de la
violencia, y agrega: “en mi pueblo, cuando había elecciones siempre había violencia, se
agarraban a machetazos. Y nosotros vamos asumiendo la violencia de manera natural”.
La serie de murales y cuadros referentes al apartado Naturaleza me parece que es el de
mayor atractivo visual, tanto por el tamaño de las obras como por su colorido. A este grupo
pertenecen enormes óleos sobre lino como “Leviatán” (2021); “La ballena blanca” (2021);
“Nuevo mundo” (2018); y el díptico “Último tule” (2017), que recrean animales míticos en
tonos azules diversos semejantes a cetáceos monumentales que surcan el océano; árboles
milenarios imaginados en tonos rojizos y cobrizos que abarcan una sala de exposición de
pared a pared y de piso a techo; o el mural que en tonos verdes y morados intensos dan idea
de una selva exuberante de hojas gigantes. Es decir, la naturaleza en su máxima expresión
cromática y estética.
Esta exposición de Sergio Hernández ocupa siete salas del Colegio de San Ildefonso y
estará abierta al público hasta el 28 de enero del 2024. Tanto por su extensión, como por la
variedad y calidad de las obras reunidas por primera vez en este recinto, resulta por demás
recomendable su visita y disfrute. La trayectoria, los intereses estéticos, las técnicas
empleadas y, en síntesis, la madurez artística alcanzada por este pintor oaxaqueño de
humilde origen y formación prácticamente autodidacta está ahí muy bien representada.
De igual forma, la tradición pictórica de Rufino Tamayo y Francisco Toledo, ambos
maestros oaxaqueños y antecesores de Sergio Hernández, también se perciben como
integrantes de esa Escuela Oaxaqueña de Pintura tan viva hoy en día. @NohemyGarcaDual
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