ESTOCOLMO – El Presidente ruso Vladimir Putin tenía razones obvias para recibir este mes al dictador norcoreano Kim Jong-un en Vostochny, el nuevo puerto espacial de Rusia en Siberia oriental. Debido a su guerra ilegal de agresión en Ucrania, Putin se está quedando sin amigos ni munición.
El puerto espacial de Vostochny tiene una historia turbulenta. Destinado a sustituir al de Baikonur (Kazajstán), su construcción sufrió repetidos retrasos y acusaciones de corrupción y mala gestión. En la actualidad, apenas se utiliza, aunque sí sirvió para lanzar la misión Luna-25 que se estrelló contra la luna hace poco.
Las relaciones entre Rusia y Corea del Norte tienen una historia similar. Hubo un tiempo en que el vínculo entre el Kremlin y el régimen de Kim era muy estrecho. Después de todo, la Corea del Norte comunista fue esencialmente una creación soviética, y dependió en gran medida del apoyo soviético durante décadas. Pero tras el colapso de la Unión Soviética, los líderes rusos vieron más ventajas en desarrollar relaciones con la pujante Corea del Sur. El Kremlin cambió de bando y se unió al (infructuoso) esfuerzo internacional por impedir que el Reino Ermitaño desarrollara armas nucleares.
Ahora la situación ha vuelto a cambiar. El intento de Putin de borrar a Ucrania del mapa de Europa ha convertido a Rusia en un paria internacional, al igual que Corea del Norte. La mayoría de las economías desarrolladas del mundo han suscrito amplias sanciones contra Rusia, y la Asamblea General de las Naciones Unidas ha emitido varias resoluciones condenando la guerra de agresión de Putin. Los pocos países que se han puesto del lado de Rusia constituyen una galería de pícaros internacionales: Eritrea, Siria, Nicaragua, Bielorrusia, Mali y, por supuesto, Corea del Norte.
Mientras tanto, muchos países que se han abstenido en estas votaciones de la ONU han dado a conocer cada vez más sus objeciones a la guerra de Putin. En la reciente cumbre del G20 en Nueva Delhi, por ejemplo, la declaración final conjunta incluyó una clara afirmación del principio de integridad territorial, una referencia obvia a la agresión rusa y a los objetivos estratégicos equivocados del Kremlin.
Putin esperaba una victoria rápida cuando lanzó su guerra en febrero de 2022, pero desde entonces las fuerzas rusas han perdido aproximadamente la mitad de lo que capturaron durante la invasión inicial. Después de casi 600 días, están empantanadas y luchando por defenderse de un sistema político ucraniano independiente y democrático que está decidido a defender su libertad.
En estas condiciones, en las que Putin necesita todos los amigos que pueda conseguir, Corea del Norte vuelve a estar repentinamente a favor del Kremlin. Con su sociedad totalmente militarizada y sus abundantes reservas de antigua munición de artillería soviética, el régimen de Kim parece una tabla de salvación para el tambaleante esfuerzo bélico ruso.
Por tanto, Putin no tuvo más remedio que extender la alfombra roja al dictador norcoreano. Aunque los detalles del acuerdo de Vostochny se mantendrán en secreto, es seguro suponer que Rusia obtendrá municiones a cambio de diversos productos esenciales que Corea del Norte necesita desesperadamente, como alimentos y energía. Además, también se ha hablado de la posibilidad de que Rusia ayude a Corea del Norte a desarrollar y desplegar satélites, un campo en el que no ha tenido mucho éxito.
Cualesquiera que sean los detalles, no cabe duda de que el acuerdo viola las sanciones del Consejo de Seguridad de la ONU contra Corea del Norte, que se establecieron originalmente con el apoyo de Rusia. Al afirmar que el régimen de sanciones contra Corea del Norte es un asunto de la ONU y no de Rusia, el ministro ruso de Asuntos Exteriores, Sergei Lavrov, está siendo extremadamente deshonesto.
Estamos asistiendo a la aparición de un eje de parias: países unidos en su voluntad de violar el derecho internacional iniciando guerras, desarrollando armas nucleares y violando las sanciones. Esta lista también incluye a Irán, donde Rusia ha estado adquiriendo drones kamikazes con los que atacar ciudades y civiles ucranianos.
Pero no nos equivoquemos: tender la mano a un país como Corea del Norte es un signo de profunda debilidad. Puede que China e India no condenen abiertamente la agresión rusa, pero tampoco la han respaldado ni han hecho mucho por ayudar al esfuerzo bélico de Putin (aparte de comprar hidrocarburos rusos). Y sea cual sea el apoyo que puedan ofrecer Bielorrusia, Eritrea, Siria o Mali, no ayudará al Kremlin a alcanzar los objetivos de su “operación militar especial” en Ucrania.
No obstante, estos parias, movidos por la desesperación, profundizarán en su cooperación, introduciendo nuevos riesgos para la estabilidad regional y el orden mundial. Por ejemplo, si Rusia proporciona a Corea del Norte las tecnologías que necesita para avanzar en sus programas de misiles o nuclear, ello tendrá repercusiones en la seguridad del noreste asiático.
Rusia y Corea del Norte pueden estar fracasando en sus esfuerzos espaciales. Pero su incumplimiento de las sanciones y de las normas en la Tierra tendrá un efecto desestabilizador en el orden internacional.
Publicación original en: https://www.project-syndicate.org/commentary/axis-of-outcasts-russia-north-korea-iran-by-carl-bildt-2023-09
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