Las personas trans no pueden acceder a los baños públicos sin ser discriminados, debido a que es un lugar donde deben de elegir si son mujeres u hombres. Sin embargo, su elección es invalidada por otros usuarios o incluso por las autoridades que supervisan el lugar.
En 2016, Carolina del Norte se convirtió en el primer estado de Estados Unidos en aprobar un proyecto de ley que prohibía a las personas transgénero utilizar los baños acordes a su identidad de género.
Desde que se aprobó el matrimonio igualitario, la administración de Obama declaró que los estudiantes podrían utilizar los espacios segregados para cada sexo de acuerdo con su identidad de género lo que significa que una persona que nació biológicamente como hombre pero si se identifica como mujer puede utilizar el baño de mujeres
Además de Carolina del Norte, Carolina del Sur también intervino en las escuelas, según Matt Sharp, asesor legal: “la privacidad corporal de los niños podrían estar en riesgo al encontrarse con un miembro del sexo biológico opuesto […] Hay diferencias biológicas fundamentales, y está bien reconocerlo, especialmente cuando hay razones de privacidad involucradas”.
Aunque, las restricciones en Carolina del Norte solo duraron un año antes de la ley fuera derogada debido a la inconformidad de los ciudados, otros estados decidieron extender esta prohibición hacia otros espacios públicos compartidos donde ya existe una segregación entre hombres y mujeres.
Algunos de estos lugares son escuelas y espacios gubernamentales como ayuntamientos, juzgados, edificios legislativos estatales, colegios o universidades, cárceles o prisiones, e incluso, en algunos casos, aeropuertos y parques públicos.
La identidad de género de una persona puede definirse desde la adolescencia: por lo tanto, las prohibiciones en las escuelas afectan a padres e hijos, debido a que son “personas que asustan”, según Ian, un niño de 13 de Kansas, quién afirma: “Soy un ser humano y merezco ser tratado como tal y merezco ser feliz”.
La solución de estas restricciones podría ser destinar espacios exclusivos para personas que se identifican como transgénero para “garantizar” la seguridad y confort de las demás personas. Sin embargo, esto obligaría a hombres y mujeres trans a utilizar baños privados o separados, lo que refuerza el estigma de que son diferentes.
Por lo tanto, es necesario romper con esta creencia e implementar leyes de no discriminación que protejan la identidad de género en espacios públicos compartidos con el resto de las personas.
Comúnmente, el rechazo hacia hombres y mujeres trans se debe a la suposición de que un hombre heterosexual puede disfrazarse de mujer para acceder en espacios de mujeres. Sin embargo, Rebecca Isaacs de la Federación de Equidad afirma: “Tenemos tantos lugares que prohíben la discriminación donde esto nunca ha ocurrido”.
En el caso de las escuelas, la policía y los funcionarios de la escuela tampoco han registrado un aumento en agresión sexual o violación después de la aprobación de estas leyes. Según el testimonio de un portavoz del departamento de policía de Des Moines en Iowa, Estados Unidos, para la revista Time: “Dudo que eso fomente el comportamiento. Si el comportamiento está ahí, [los depredadores sexuales] se comportarán como se comportarán sin importar cuáles sean las leyes”.
Transfobia en México
El 12 de septiembre, Laura, una mujer trans, fue sacada del baño de la Cineteca Nacional de México por una policía mujer que pateó la puerta del cubículo en el que se encontraba. Le pidió salir de este espacio dirigiéndose a ella como “señor”, a pesar de que ella insistía en que debía ser identificada como mujer.
Ante este suceso, la Cineteca Nacional publicó un comunicado en el que ofrecía una disculpa a Laura, también identificada en redes sociales como @transyfugas, debido a que fue víctima de un acto de intolerancia por parte del personal de seguridad de este espacio que promociona la cultura cinematográfica.
Debido a este caso, la presidenta del Consejo para Prevenir y Eliminar la Discriminación en la Ciudad de México (COPRED), Geraldina González de la Vega, declaró: “La representación de las mujeres trans como una amenaza ha sido una herramienta para excluirlas y justificar las violencias que viven. Impedirles el acceso a un baño o sacarlas con violencia es discriminación”.
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