NUEVA YORK – Hoy en día, dondequiera que miremos, encontramos advertencias de que los algoritmos de inteligencia artificial van a acabar con nuestros puestos de trabajo. Mientras que Goldman Sachs estima que dos tercios de todos los empleos actuales en Estados Unidos y Europa podrían estar “expuestos a algún grado de automatización por IA” en los próximos años, un informe del Pew Research Center sitúa la cifra más cerca de una quinta parte, con especial énfasis en los empleos que requieren una educación universitaria.
Existe un fuerte consenso en que los algoritmos de IA son cada vez más capaces de realizar más tareas mucho mejor que los humanos, y que esta tendencia continuará indefinidamente. Aunque el futuro siempre es incierto, es evidente que estamos entrando en una nueva fase del desarrollo humano en la que la IA desempeñará un papel cada vez más central en nuestras vidas, nuestro trabajo y nuestro mundo. Sus algoritmos no se limitarán a ofrecer mejores versiones de servicios ya existentes, como la búsqueda en Internet, sino que, al igual que el lenguaje escrito, la electricidad y la informática, se entretejerán en casi todos los aspectos de nuestra interacción con los demás y con el mundo que nos rodea.
El amanecer de una nueva era de la IA no significa que se acerque el ocaso para los humanos. Los humanos siempre hemos coevolucionado con nuestras tecnologías, y esta vez no será una excepción. Aprender a cocinar con fuego nos ayudó a reasignar energía de la digestión a nuestro cerebro, lo que a su vez nos permitió desarrollar formas más fuertes de organización social. Domesticar plantas y animales nos ayudó a mantenernos estables, de modo que más gente pudo hacer otras cosas además de cazar, recolectar y cultivar, lo que a su vez permitió que crecieran nuestras tecnologías, culturas y civilizaciones. La industrialización nos dio las herramientas para expandir nuestra población, construir megalópolis modernas y abrirnos camino en el espacio.
Al igual que estas tecnologías anteriores, la IA nos cambiará. Funciones complejas que antes valorábamos como exclusivamente humanas serán de repente mejor realizadas por algoritmos de IA. Esto incluirá la programación informática, el desciframiento de patrones a partir de conjuntos de datos masivos, la generación de arte y toda una serie de otras capacidades cuya susceptibilidad a la IA apenas estamos empezando a explorar y comprender. Las tecnologías de IA pueden mejorar nuestra salud, hacer que nuestras economías sean más productivas y eficientes y, potencialmente, construir un futuro más seguro y sostenible para todos.
Por supuesto, las mismas capacidades también conllevan riesgos considerables, desde la aparición de armas autónomas y el rápido desplazamiento de puestos de trabajo hasta el problema más fundamental de la falta de alineación entre nuestros propios objetivos y los de los sistemas de IA que estamos creando. Aunque personas como Elon Musk han pedido una moratoria voluntaria en el desarrollo de la IA a la luz de los riesgos asociados, eso simplemente no funcionará. Los beneficios potenciales de la IA son demasiado grandes y nuestras sociedades son demasiado competitivas, tanto internamente como entre sí.
Invertiríamos mejor nuestro tiempo y energía en prepararnos para lo que inevitablemente se avecina. No sólo necesitamos normas de circulación más estrictas, sino también instituciones (locales, nacionales e internacionales) que las apoyen y las hagan cumplir. Nuestro objetivo debe ser maximizar los beneficios y minimizar los daños potenciales.
Aunque los pormenores de la alteración del mercado laboral que se avecina siguen siendo inciertos, no cabe duda de que muchas categorías laborales serán eliminadas de hecho, como ocurrió anteriormente en la agricultura, la telefonía y otros sectores. Pero descubriremos que algunos empleos son exclusivamente humanos. Empleos que hoy no valoramos mucho (económicamente) -como los asistentes sanitarios a domicilio y los poetas- pueden llegar a considerarse en el futuro trabajos humanos preciosos. Y como siempre ha ocurrido en el pasado, se crearán nuevos empleos que apenas podíamos imaginar.
Casi todos los empleos existentes se hibridarán. Si un algoritmo de IA no te desplaza, alguien que haya descubierto cómo trabajar junto a la IA mejor que tú podría hacerlo. Eso significa que todos necesitaremos nuestras propias estrategias de hibridación.
Dado que cada trabajo puede desglosarse en una lista de funciones básicas, cada persona y organización tendrá que analizar estas tareas para determinar cuáles las hacen mejor los humanos, cuáles la IA y cuáles una combinación de ambas. La clave del éxito será dejar que las IA y los humanos hagan cada uno lo que mejor sabe hacer, y averiguar cómo las IA y los humanos pueden trabajar mejor juntos en todo lo demás. Los que encuentren la combinación óptima serán los campeones de la nueva economía.
El futuro no pertenece a la IA, pero tampoco sólo a los humanos. Como ha ocurrido desde la Edad de Piedra, coevolucionaremos con nuestra tecnología, pero más rápido. Todo el mundo debería esforzarse por encontrar la mejor manera de hacerlo.
Publicación original en: https://www.project-syndicate.org/commentary/human-evolve-with-their-technologies-including-ai-by-jamie-f-metzl-2023-09
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