NUEVA DELHI – Es bien sabido que China cuenta con la mayor armada y la mayor guardia costera del mundo -fruto de haber multiplicado por diez el gasto militar desde 1995-, que utiliza para impulsar su belicoso revisionismo. Pero también hay numerosas políticas, proyectos y actividades menos conocidos -de hecho, muy opacos- que apoyan el expansionismo chino y ponen en peligro al mundo entero.
China tiene un largo historial de expansión de su huella estratégica mediante maniobras sigilosas que niega descaradamente. Por ejemplo, en 2017, estableció su primera base militar en el extranjero en Yibuti -un pequeño país en el Cuerno de África, que también está profundamente endeudado con China- mientras insistía en que no tenía tal plan.
Hoy, China está construyendo una base naval en Camboya, que ha arrendado a China una quinta parte de su costa y algunos islotes. El muelle casi terminado de la base naval de Ream, financiada por China, parece llamativamente similar en tamaño y diseño al muelle de la base china de Yibuti. China admite haber invertido en la base, pero afirma que sólo la armada de Camboya tendrá acceso a ella.
Sin embargo, siendo realistas, parece probable que la marina china utilice las instalaciones al menos para logística militar. Esto reforzaría aún más la posición de China en el Mar de China Meridional, donde ya ha construido siete islas artificiales como bases militares avanzadas, lo que le otorga el control efectivo de este corredor crítico entre los océanos Pacífico e Índico.
China también mantiene en secreto sus enormes proyectos de construcción de presas en ríos internacionales que fluyen hacia otros países desde la meseta tibetana anexionada por China. Aunque el mundo sabe que la Asamblea Popular Nacional aprobó en 2021 la construcción de la mayor presa del mundo cerca de la frontera fuertemente militarizada de China con la India, no ha habido actualizaciones públicas sobre el proyecto desde entonces.
Se supone que la presa generará tres veces más electricidad que la presa de las Tres Gargantas, actualmente la mayor central hidroeléctrica del mundo, y China ha construido una nueva vía férrea y una autopista para transportar equipos pesados, materiales y trabajadores al remoto emplazamiento del proyecto. Sólo sabremos más cuando la construcción haya avanzado lo suficiente como para que la presa ya no pueda ocultarse en las imágenes por satélite disponibles en el mercado. En ese momento, será un hecho consumado.
China ha utilizado esta estrategia para construir 11 gigantescas presas en el Mekong, no sólo para ganar influencia geopolítica sobre sus vecinos, sino también para causar estragos medioambientales. China es ahora el país más represado del mundo, con más grandes presas en funcionamiento que el resto del mundo junto, y está construyendo o planificando al menos ocho presas más sólo en el Mekong.
La opacidad también ha sido una característica definitoria del atracón de préstamos que ha convertido a China en el mayor acreedor soberano de los países en desarrollo. Casi todos los préstamos chinos concedidos en la última década incluyen una amplia cláusula de confidencialidad que obliga al país prestatario a no revelar las condiciones del préstamo. Muchos países africanos, asiáticos y latinoamericanos se han visto atrapados en la trampa de la deuda, lo que les hace muy vulnerables a la presión china para que apliquen políticas que favorezcan los intereses económicos y geopolíticos de China. Según un estudio, los contratos de préstamo dan a China “amplia libertad para cancelar los préstamos o acelerar el reembolso si no está de acuerdo con las políticas de un prestatario”.
Pero no puede haber mejor ilustración de los costes globales del secretismo chino que la pandemia de COVID-19. Si el gobierno chino hubiera respondido con rapidez a la evidencia de que un nuevo coronavirus mortal había surgido en Wuhan, advirtiendo al público y aplicando medidas de control, el daño podría haberse contenido.
En su lugar, el Partido Comunista de China (PCCh) se apresuró a suprimir y desacreditar la información sobre el brote, allanando el camino para una pandemia mundial que mató a casi siete millones de personas y trastornó innumerables vidas y medios de subsistencia. Hasta el día de hoy, la ofuscación china ha impedido a los científicos confirmar los verdaderos orígenes del COVID-19, que, no lo olvidemos, surgió en el principal centro de investigación de supervirus de China.
La voluntad de China de violar las leyes, reglas y normas internacionales agrava el problema de la opacidad. El gobierno chino ha incumplido repetidamente sus compromisos internacionales, incluidas las promesas de salvaguardar la autonomía de Hong Kong y de no militarizar zonas del Mar de China Meridional. Fue la violación furtiva por parte de China de su compromiso de no alterar unilateralmente el statu quo de su disputada frontera del Himalaya con India lo que desencadenó un enfrentamiento militar de tres años (y contando) entre ambos países.
No hay motivos para esperar que China abandone pronto su incumplimiento de las normas, su coerción basada en la deuda o sus otras actividades malignas. El presidente chino, Xi Jinping, que ha reforzado el control del Partido Comunista de China sobre la información, impidiendo el acceso de los analistas externos incluso a los datos económicos, va camino de mantenerse en el poder de por vida y sigue ansioso por remodelar el orden internacional en beneficio de China.
Ominosamente, el apetito de Xi por el riesgo parece ir en aumento. Esto refleja en parte la presión del tiempo: Xi parece creer que China dispone de un estrecho margen de oportunidad para alcanzar la preeminencia mundial antes de que las desfavorables tendencias demográficas, económicas y geopolíticas le alcancen. Pero Xi también se ha envalentonado por la incapacidad absoluta de la comunidad internacional para imponer consecuencias significativas a China por su mal comportamiento.
Mientras que Rusia lanzó una invasión a gran escala de Ucrania, China prefiere el incrementalismo, facilitado por el sigilo y el engaño, para avanzar en su agenda revisionista. Esto, junto con su enorme influencia económica, la protege de una respuesta occidental decisiva. Por eso, salvo que Xi cometa un gran error estratégico, es probable que persista el expansionismo de corte salami de China.
Publicación original en: https://www.project-syndicate.org/commentary/china-secrecy-international-strategic-costs-by-brahma-chellaney-2023-08
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