KYIV – Esta semana, casi todos los ucranianos mirarán con nostalgia hacia Vilna, la capital de Lituania. Allí, en la cumbre de líderes de la OTAN, se empezará a decidir nuestro lugar en Europa y Occidente.
Aunque prácticamente todos los ucranianos sueñan con ingresar en la OTAN, los brutales combates en los que nos hemos visto obligados a participar desde que Rusia invadió nuestro país hace casi 18 meses nos han enseñado duras lecciones de realismo. Por eso somos muy conscientes de que hacer realidad nuestro sueño de ingresar en la OTAN no será tarea fácil. Yo también lo soy: en 2008 firmé conjuntamente la carta de solicitud de adhesión de Ucrania dirigida al Secretario General de la OTAN. Sin embargo, Ucrania se quedó fuera de la alianza, con consecuencias devastadoras.
Nadie espera que a Ucrania se le ofrezca ingresar en la OTAN mientras la guerra hace estragos en nuestro territorio. Después de todo, esto obligaría a la alianza, según el Artículo 5 de su tratado fundacional, a intervenir en el conflicto. La idea de una guerra a gran escala entre la OTAN y Rusia -un país con armas nucleares que ya ha demostrado un grado criminal de temeridad- no atrae a nadie, ucranianos incluidos.
Pero la guerra actual no durará para siempre. La habilidad y valentía de nuestros soldados, junto con el compromiso de nuestros aliados y amigos – no sólo los miembros de la OTAN, sino también docenas de otros países, tan lejanos como Japón – de suministrarnos las herramientas que necesitamos para expulsar a Rusia de nuestro territorio se encargarán de ello. Por tanto, la integración de Ucrania en la OTAN tiene que ver con lo que se necesita una vez finalizada la guerra. Se trata de restaurar y mantener la paz en Europa, cumpliendo así el propósito más fundamental de la OTAN.
Sin embargo, dentro de la alianza hay dudas sobre la conveniencia de hacernos miembros. Permítanme que intente disipar algunas de ellas.
A algunos parece preocuparles que Ucrania se convierta en una especie de free-rider que no ofrezca a la OTAN más que quebraderos de cabeza. Pero no hay mejor prueba de lo contrario que nuestra eficaz resistencia – y derrota final – frente a Rusia en el campo de batalla. De hecho, nuestras fuerzas armadas, probadas en combate y sumamente seguras de sí mismas, constituirán una baza importante para la seguridad transatlántica durante las próximas décadas.
En los campos de batalla de Ucrania ha nacido un nuevo tipo de guerra, y son las tropas ucranianas – no las rusas – las que han ideado tácticas nuevas y a menudo ingeniosas. Mientras que casi todos los miembros de la OTAN tienen escasa experiencia en guerras a gran escala en el siglo XXI, los militares ucranianos – desde los soldados recién alistados hasta el estado mayor – comprenden que la tecnología y la toma de decisiones individuales, hasta el nivel de pelotón, serán la clave del éxito militar en las próximas décadas. El nuestro es el nuevo modelo de ejército que los europeos querrán emular en cuanto a formación, tácticas y responsabilidad de cada soldado.
El hecho es que el ejército ucraniano es, con diferencia, la mejor fuerza de combate que se podrá encontrar en Europa en un futuro próximo. Y la OTAN puede estar segura de que se mantendrá siempre en el máximo nivel de preparación. Pagamos un alto precio por no estar preparados para la guerra en 2014, cuando Rusia invadió por primera vez nuestro territorio y se apoderó de Crimea. Eso no volverá a ocurrir. Seremos un aliado preparado y capaz de defender cada centímetro del territorio de la OTAN desde el primer día de nuestra adhesión.
Estoy seguro de que Ucrania mantendrá ese solemne compromiso de defender a nuestros aliados. Los miembros de la OTAN deberían recordar que, cuando empezó la guerra, estábamos “solos” del mismo modo que Winston Churchill vio al Reino Unido solo en la primavera de 1940. Pero no dudamos en ponernos en pie y luchar. Nuestra unidad, tenacidad y firmeza en aquellas oscuras horas, días y semanas deberían inspirar el respeto de todos los miembros de la OTAN. La nuestra es una nación que luchará por la libertad contra viento y marea.
En cuanto a la amenaza nuclear, es precisamente el estatus de Ucrania como no miembro de la OTAN lo que ha permitido el ruido de sables nuclear del Kremlin. No se habían oído amenazas nucleares en Europa durante décadas antes de la invasión a gran escala de Ucrania por parte de Rusia en 2022. Pero, como Ucrania no es miembro de la OTAN, los dirigentes rusos han amenazado repetidamente con desplegar armas nucleares tácticas durante el conflicto actual.
Hay otra razón más por la que Ucrania será una baza para la OTAN: cuando termine la guerra, Rusia seguirá estando al lado. No poseo una bola de cristal; no puedo ni empezar a adivinar quién gobernará Rusia en ese momento. Pero sé que los rusos de a pie – que han soportado décadas de despotismo y ahora han perdido a 100.000 o más de sus hijos en una guerra de agresión fallida – buscarán un ejemplo de la sociedad que desean para sí mismos.
Una democracia ucraniana próspera, plenamente integrada en la OTAN y la Unión Europea, puede y debe ser ese brillante ejemplo. Hemos pagado un precio demasiado alto para conformarnos con menos.
Publicación original en: https://www.project-syndicate.org/commentary/nato-summit-vilnius-ukraine-membership-benefits-by-yuliya-tymoshenko-2023-07
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