Hace unos días se desarrolló un importante Coloquio en la UNAM “La humanidad amenazada: ¿quién se hace cargo del futuro?”. No pretendo sólo hacer una reseña de este, sino intentar un acercamiento a esa importante pregunta y que tiene que ver con la toma de decisiones de aquí para adelante.
El objetivo planteado del evento académico fue abrir un espacio horizontal, plural y multidisciplinario para impulsar una reflexión en torno a las grandes y complejas problemáticas globales. Nada más ni nada menos. Lo coordinaron entre otros, la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, la Facultad de Filosofía y Letras, la Facultad de Derecho, la FES Acatlán y la Facultad de Economía de la UNAM.
Esto se hizo en el marco del Programa Universitario de Gobierno de la UNAM a cargo de Eduardo Robledo Rincón, exgobernador de Chiapas, politólogo, normalista, exembajador, entre otros cargos.
El alto nivel de reflexiones expuestas en el coloquio internacional de primavera se aseguró por la calidad de sus participantes, entre otros: Noam Chomsky, las premio Nobel Rigoberta Menchú y Tawakkol Karman, Alicia Bárcena, Daniel Innerarity, Josep Colomer, Juan Ramón de la Fuente, Ricardo Rivero Ortega y Cristina Monge.
Treinta y seis especialistas de once países debatieron en torno a cinco temas: Pensar el futuro; Derecho humano al futuro; Cambio climático y desarrollo local sustentable; Desigualdad, pobreza y empleo en el futuro, y Política, gobierno y democracia en el siglo XXI. Todo ello vertebrado por la pregunta eje ¿quién se hace cargo del futuro?
La UNAM una vez más se puso en la vanguardia de las reflexiones que ocupan a los gobiernos, a las instituciones, a los colectivos organizados, a los partidos políticos, a los diversos sectores sociales ocupados en problemáticas específicas que atañen a todos.
La pregunta encierra una provocación, quién en singular ante la compleja realidad en que vivimos, como lo enfatizó Edgar Morin en su intervención. O quiénes, aludiendo, como varios ponentes lo hicieron, a que la respuesta es de responsabilidad compartida.
Veamos algunos planteamientos que se hicieron y que nos regresan una y otra vez al leit motiv del coloquio. Innerarity -activo colaborador del coloquio y académico de la Universidad del país Vasco, comenta que el objetivo es analizar la vulnerabilidad de las sociedades; avanzar en el entendimiento común sobre las complejidades de nuestro mundo, caracterizado por conflictos geopolíticos y guerras constantes; las crisis climática y económica; la reciente pandemia; los factores que socavan la solidaridad y la confianza y los derechos humanos.
Este itinerario temático fue acotado por el especialista a partir de las dos eventuales salidas que se han dado, el alarmismo populista y la frivolidad tecnocrática. Por ello, la importancia de la pregunta ante la evidente sospecha de que esas opciones no han dado debida respuesta a los problemas referidos.
La activista canadiense Sheila Watt-Cloutier mencionó que la conexión entre clima y derechos humanos es necesaria para entender que nuestro contexto social está conectado con el medio ambiente y, por lo tanto, con la calidad de vida y dignidad humana. Es por ello, que es necesario humanizar las crisis ambientales para contrarrestar el cambio climático.
Por otra parte, Enrique Provencio, coordinador del Programa Universitario de Estudios del Desarrollo de la UNAM, comentó que los ecosistemas adquieren relevancia cultural para la humanidad y aunque vivamos en una ciudad grande y compleja como la de México y tan aparentemente desvinculada de los ecosistemas.
Estamos perdiendo un concepto que se llama la amnesia del paisaje; esto es, la tendencia que tenemos a olvidarnos muy rápido de lo que teníamos, y por ello es muy importante combatir dicha amnesia. En este contexto de crisis ambiental severa -dice Laura Bertha Reyes, FES-UNAM-, la única salida es la educación a nivel básico y ello implica un cambio de paradigma en la enseñanza de las nuevas generaciones.
Como observamos, la respuesta a la pregunta de quién o quiénes se harán cargo del futuro se mueve del terreno de las políticas públicas a nivel local, regional, nacional y global al encargo a nuevas generaciones con un humanismo paradigmáticamente diferente al que tenemos en la actualidad.
Sigamos ahondando con un par de ideas más sobre los temas debatidos por los demás ponentes con la finalidad de construir diferentes opciones para la pregunta formulada en un intento de generar una imagen cartográfica de la humanidad en riesgo.
El destacado economista y politólogo Josep Colomer -actualmente profesor de la Universidad de Georgtown-, asocia el pensar el futuro con el necesario replanteamiento de las formas de gobierno. En este hilo argumental comenta que frente a los cambios de gran calado que “ha traído la globalización económica y tecnológica, que ha invisibilizado las fronteras en diversos ámbitos, es necesario que los países se replanteen el concepto de soberanía nacional para aceptar y transitar hacia la toma de decisiones comunes a nivel mundial”.
Sabemos que la idea no es nueva, muchos estudiosos de la globalización han insistido en esto. Giddens en su libro “Europa en la era global” (2007) señala que la propia noción de Europa borra las soberanías nacionales y proyecta una nueva lucha hacia el futuro.
La democracia ha experimentado un fuerte desgaste y nos obliga a pensar en múltiples formas de gobierno -añade Colomer-. La cartografía de esto se antoja compleja ya que sus coordenadas tendrían que ser a nivel local, estatal, internacional y global. Puntualiza con una frase lapidaria, “sí la democracia está deteriorada por la globalización, la solución es la globalización de la democracia”.
Si pensamos que la globalización es responsable del deterioro de la gestión pública ya que hay temas que ya no pueden caer en el control que tradicionalmente ejercían los gobiernos, debido, entre otras cosas, a las tecnologías que traspasan fronteras y obligan a nuevas formas de ejercer el poder de los gobiernos.
Entonces el diseño de políticas y el ejercicio de programas que intenten resolver los problemas actuales de la humanidad pasan por una crisis de gobernanza, ya que no logran la eficiencia esperada.
Colomer sugiere trasladar la reflexión de formas de gobierno específicas a la posibilidad de generar la toma de decisiones a nivel de multigobiernos. Esto es que tomar decisiones es actuar a nivel local, estatal y federal en un contexto mundial.
Desde nuestra latitud da la impresión de que ello formalmente funciona así con los diferentes niveles de gobierno. Sin embargo, si intentamos hacer el mapeo que sugiero, los niveles de poder se entrecruzan y se tensionan a cada momento.
Nos basta observar que en el caso de nuestro país los tres poderes a menudo se confrontan ya que se perciben como gobiernos separados y no como unidad multipoder con una causa común de propiciar el bien público. Por ello, en muchas ocasiones se aluden a los referentes normativos como argumentos de orden último.
La pregunta sigue y seguirá vigente ¿quién o quienes se harán cargo del futuro?
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