Contrario a lo que la mayoría de los ejercicios demoscópicos presagia sobre el desenlace de la elección en el Estado de México (Edomex), aún es prematuro levantar la mano a cualquiera de las contendientes.
Cierto que, de acuerdo con las encuestas, el triunfo de Delfina parece inevitable, sin embargo, todavía debe traducir esa ventaja demoscópica en votos. Este es el gran reto de toda elección.
El Estado de México no sólo es complejo por el volumen de su lista nominal sino, sobre todo, por la tipología y dispersión de sus electores. De hecho, no es descabellado hablar de cuatro distintos y hasta contrapuestos Estados de México con problemáticas, prácticas socioculturales y ecosistemas mediáticos totalmente distintos: el del oriente, el del norte, el de la zona metropolitana de Toluca y el del sur.
Esta complejidad contribuye a entender por qué el PRI sigue gobernando la entidad a contrapelo de la alternancia política que desde 1997 caracteriza al país. Al parecer, los oponentes que han desafiado al PRI en la disputa por la gubernatura se han topado con esta complejidad. Veamos tres dimensiones fundamentales de la batalla electoral para entender por qué todavía no es tiempo de gritar albricias.
La Trinchera
Hasta ahora, el PRI es el único partido que ha logrado acreditar representantes de partido en cada una de las más de 20 mil casillas que se instalan en la entidad. Verdaderas trincheras electorales.
El reto básico de Juntos Hacemos Historia y de Va por México es cubrir el cien por ciento de las trincheras. Para ello, requieren contar con una primera línea de 60 mil militantes o simpatizantes, capacitados y comprometidos, para desplegar en cada casilla un representante, un suplente y un suplente del suplente. Esta primera línea también requiere de una división de apoyo para traslados, comidas, comunicaciones e incidencias. Sin este soporte es previsible que las trincheras se abandonen a lo largo del día dejándolas a merced del adversario. Hasta ahora el PRI es el único partido que lo ha logrado y cuenta con su padrón de tradicionales representantes de casilla. Por su parte, Morena no ha podido y por eso no ha contado con las actas necesarias para documentar los eventuales fraudes electorales que ha denunciado.
El Campo
La infantería es fundamental. Es la responsable de la promoción territorial durante toda la campaña. Su misión es visitar las poco más de cuatro millones y medio de viviendas que hay en la entidad a fin de identificar y consolidar simpatizantes. Para realizar una promoción efectiva, cada coalición necesita una división de, por lo menos, 9 mil promotores perfectamente distribuidos en el territorio para que cada uno pueda visitar 500 hogares durante la campaña. Lo pertinente es que estén bien capacitados, equipados, supervisados y coordinados, so pena de perder preferencia con una mala promoción, en lugar de consolidarla.
El día de la elección esta infantería se debe desdoblar o triplicar para replicar el trabajo de dos meses en no más de seis horas. No es fácil lograrlo y, en general, los partidos difícilmente alcanzan sus propias metas. Sin duda, el PRI del Edomex tiene mayor experiencia que Morena en esta actividad sustantiva.
El Aire
la batalla por aire, la que se dirime en los medios de comunicación y en las redes sociales, es la que ve el respetable.
En este ámbito, es indiscutible que Delfina Gómez tiene ventaja. Su narrativa de campaña está explícitamente vinculada a la de la 4T que, además, todos los días refuerza AMLO desde sus mañaneras. Por si fuera poco, tiene a su favor la corriente de opinión pública mayoritaria que desea un cambio en la entidad. Su lema “Vota por el Cambio” tiene el mérito de completar la ecuación de que un voto por Delfina es por la 4T y por el cambio en la entidad. Por cierto, fue afortunado el diseño de su evento de arranque de campaña al capitalizar el hecho de que fuera de noche utilizando un escenario en el que desde arriba se apreció en letras luminosas “Delfina es el Cambio” y al centro el contorno del Edomex, igualmente iluminado. Por lo pronto, Delfina arrancó con un cambio innovador en la semiótica de campaña.
En este ámbito, Alejandra del Moral tiene problemas agravados por el desprestigio social de los partidos que la cobijan, el cansancio natural de ser parte de un equipo que lleva casi cien años en el poder y por el hecho de que, hasta este momento, la oposición no ha podido articular una narrativa medianamente alternativa a la de la 4T. Por eso, en los primeros días de campaña parece que está jugando a la piñata para ver qué lema pega: “Ale gobernadora valiente”; “unir es resolver”; “somos el cambio que une a las familias”; “únete a la ruta de la reconciliación”, son frases crípticas con las que trata de configurar una narrativa que no está clara. Por si fuera poco, la inercia de hacer eventos masivos cobijada con políticos de renombre y de poco contacto con la gente sigue predominando. Su arranque de campaña da cuenta de más de lo mismo, copada por los dirigentes políticos que no gozan del mejor prestigio público. Semiótica y literalmente Alejandra comunica más de lo mismo.
Es previsible que aumente el tono del debate púbico entre Alejandra y Delfina y, a lo largo de la campaña, presenciemos ataques, descalificaciones, infundios, injurias, promesas que, a estas alturas, difícilmente definan el proceso, pues desde hace tiempo estamos en ese canal mediático.
En Vilo
Va x México y Juntos Hacemos Historia tienen tal cúmulo de ventajas y desventajas que cualquiera de las dos coaliciones puede ganar, a pesar del dictado de las encuestas. Las elecciones se ganan con votos, no con rankings demoscópicos. El PRI del Estado de México ya derrotó en 17 a Delfina, a pesar del apoyo de AMLO. En 2021 Va x México ganó más votos que Juntos Hacemos Historia en las elecciones intermedias, a pesar de los altos niveles de aprobación de AMLO. Juntos Hacemos Historia solo derrotó a la oposición en 2018 gracias al efecto AMLO, que difícilmente se repetirá.
Delfina ya ganó la batalla por aire entre las candidatas. Para el ganar el 4 de junio también debe ganar en las trincheras y en el campo. En el 2021 Juntos Hacemos Historia perdió casi un millón trescientos mil votos en relación que los que obtuvo en 2018. Los votos que obtuvo en el 2021 no son suficientes para ganar, precisa traducir la preferencia de la opinión pública en votos.
La fortaleza de Alejandra son las trincheras y el campo. También cuenta con un consistente voto anti-AMLO que superó por más de 300 mil votos a la coalición de Juntos Hacemos Historia en las elecciones de ayuntamientos del 2021. Su reto es mantener ese volumen de votación sin otro argumento que oponerse a AMLO y a la 4T.
Habrá que comprar palomitas para esperar del desenlace del Estado de México en vilo.
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