Las investigaciones sobre el asesinato de cinco jóvenes en Nuevo Laredo, Tamaulipas, a manos de militares del Ejército Mexicano, ocurrido el 27 de febrero, podría cambiar de rumbo, debido a la divulgación de fotografías en las que se muestra a las víctimas como simpatizantes o integrantes del crimen organizado.
Raymundo Ramos, líder del Comité de Derechos Humanos en Nuevo Laredo, señaló en una reciente entrevista para El Universal que todo ese contenido de las víctimas que se comparte en medios de comunicación y redes sociales se obtuvo mediante el hackeo de los perfiles de los fallecidos.
La organización de derechos humanos y familiares de Gustavo Pérez Beriles, Wilberto Mata Estrada, Jonathan Aguilar Sánchez, Gustavo Ángel Suárez Castillo y Alejandro Trujillo Rocha, las víctimas del ataque, afirman que las fotos y videos que se comparten de ellos cambiará el rumbo de las investigaciones y de la opinión pública sobre el caso, debido a que se crean narrativas que buscan criminalizar a los muertos y minimizar las faltas cometidas por los militares.
Hay, también, un testimonio recogido por El País a conocidos de los fallecidos, en los que se menciona únicamente a Wilberto Mata como integrante del crimen organizado: “Él era el único que sí trabajaba con ellos, pero ese día estaba de civil. Porque cuando ellos trabajan no pueden ir a antros ni nada”.
En medios de comunicación se difunden las presuntas fotos de las víctimas, especialmente aquellas en las que se les vincula con apologías al delito, narcocorridos y culto a la Santa Muerte.
Algunos de los perfiles que se ligan a ellos todavía son visibles en Facebook. Los familiares de los cinco fallecidos no han negado que las imágenes sí correspondan a ellos.
Jóvenes asesinados en Nuevo Laredo no llevaban armas, ¿por qué los atacaron?
En la única comunicación que difundió la Secretaria de la Defensa Nacional (SEDENA) sobre los hechos, no se da ninguna mención a que los jóvenes pertenecían al crimen organizado, si eran seguidos por algún motivo en especial o si eran delincuentes señalados por otra persona.
Al contrario, la información oficial afirma que todo fue, prácticamente, producto de la casualidad, ya que el convoy de soldados que estuvo involucrado interceptó a la camioneta en la que viajaban las cinco víctimas y otros dos sobrevivientes, luego de escuchar sonidos similares a disparos.
El Ejército asegura que la camioneta circulaba a exceso de velocidad, con luces apagadas y sin placas. El motivo para atacar fue que los militares oyeron un estruendo:
“Al observar la presencia de las tropas, aceleraron velocidad de manera intempestiva y evasiva, deteniendo su marcha al impactarse después con un vehículo que estaba estacionado.
De esta situación, al escuchar un estruendo, el personal militar accionó sus armas de fuego; suceso que actualmente diversas autoridades se encuentran investigando para determinar la veracidad de los hechos”.
Un sobreviviente del ataque, así como reportes policíacos previos al comunicado de la SEDENA contradicen esta versión.
Por ejemplo, el reporte previo no indica que la camioneta iba a excesos de velocidad, ni que no tuviera placas o tuviera las luces apagadas. Además, hace mención explícita a que los disparos o estruendos se escucharon en otra zona y no en el lugar de los hechos.
Mientras que el testimonio de la víctima asegura que fueron los vehículos militares los que impactaron con ellos antes de abrir fuego. Además, respalda las versiones forenses que indican que al menos dos de los muertos fueron ejecutados deliberadamente.