Vivimos en un ambiente altamente polarizado y enrarecido. Cada día escuchamos alguna discusión o somos protagonistas de una sobre alguna declaración presidencial, sobre alguna conspiración, sobre la corrupción de antes o de ahora, sobre el presunto avance del país o sobre su destrucción eminente. Pareciera que vivimos en dos realidades contrapuestas y mutuamente excluyentes: Unos en la trinchera pro-AMLO, que celebran todo lo que hace y dice, y otros en la trinchera contra AMLO que descalifican cualquier acción o declaración que provenga de él. Entre ambas trincheras predominan adjetivos y descalificaciones, más que razones y argumentos.
Si recurrimos a los medios de comunicación en busca de datos e información que permita contar con elementos verificables para emitir un juicio medianamente ponderado, en muchos casos resulta contraproducente y terminamos más confundidos e irremediablemente confinados en alguna de las dos trincheras polarizadas, en lugar de contar información mínimamente objetiva para construir un puente de comunicación entre estas dos visiones de país. La polémica pública en torno a la propuesta de reforma electoral promovida por AMLO es un caso particularmente revelador sobre esta contribución de los medios a la polarización de nuestros tiempos.
Advierten Obispos riesgos con reforma que impulsa la 4T. Defiende iglesia a INE y denuncia regresión configuran las ocho columnas del Reforma del primero de noviembre de 2022 al informar de la postura política de la iglesia que ilustra con un recuadro que cabecea: Encuesta Reforma: Sólo el 13% está de acuerdo con que INE desaparezca. Planteada así la información de su primera plana pareciera que la propuesta de la 4T consiste en la desaparición del INE a la que, justamente, se oponen los señores obispos. Y aquí es donde la marrana tuerce el rabo toda vez que, hasta ahora, ni AMLO ni ningún otro político o partido alguno propone erradicar, borrar o extinguir al Instituto.
Sin embargo, de acuerdo con esta primera plana, para los lectores del Reforma el propósito de la reforma electoral propuesta por AMLO es acabar con el INE. Lo preocupante de esta visión manipuladora es que cancela toda posibilidad de debate, diálogo o acercamiento entre las trincheras del México polarizado, pues la opinión pública se divide entre la que, según el Reforma, quiere desaparecer al INE y aquella que lo quiere defender de esa invención del propio periódico.
La reforma del Reforma nos lleva a una confusión deliberada pues en lugar de discutir si el INE es perfectible y en qué ámbitos, lo que constituye el centro de las propuestas que se discuten en el Congreso, nos conduce a una discusión inexistente: la desaparición del INE. Y aquí es donde brinca la suspicacia, pues el enfoque editorial del Reforma, más que imparcial, pareciera hacer sinergia con la marcha promovida por Claudio X González #elinenosetoca. En este caso, el sesgo de la información no sólo desorienta a la opinión pública, sino también sirve para promover una manifestación pública contra AMLO disfrazada de lucha por la supervivencia del INE. Lo cuestionable no es el objetivo político, sino el engaño y la manipulación de la información que no contribuye a que el ciudadano tenga elementos certeros para forjarse una opinión informada. Por cierto, a los organizadores de la marcha posiblemente les iría mejor si hicieran explícito su empeño de deslegitimar la gestión de AMLO.
El mismo primero de noviembre al presidente del INE, ese obscuro objeto del deseo, Lorenzo Córdova, se le ocurrió tuitear la encuesta del Reforma. Derecho personal inalienable pero craso error institucional, sobre todo, considerando que ese mismo día el portal de la versión digital de El País el excolaborador de Reforma, Zedryk Raziel, publica la nota titulada: Una encuesta del propio INE muestra que la mayoría de los mexicanos respalda la reforma electoral de López Obrador. El error institucional de Córdova es que siendo responsable de medición de INE no la promovió en su momento, como sí lo hizo con la del Reforma. Por cierto, la diferencia de resultados de ambas encuestas se explica porque la del INE si pregunta sobre puntos específicos que integran la propuesta de reforma electoral presentada por el presidente.
Más allá de las diferencias metodológicas entre ambas mediciones, pues difícilmente la mayoría de los lectores se va a sentar a comparar ambos ejercicios, lo relevante es señalar que la información que presenta el Reforma en su primera plana en lugar proporcionar datos confiables e imparciales para forjarnos una valoración personal de proyectos y personajes, difunde información deliberadamente sesgada con el propósito de fortalecer las milicias de una de las dos trincheras en que está dividido el país. Pareciera que el Reforma, como otros medios, al dejar de lado deliberadamente la imparcialidad se pronuncia por la guerra sin cuartel contra AMLO y sus milicias. En esta lógica, los medios de comunicación también contribuyen a la polarización política de nuestro tiempo.
Tambores de guerra suenan cada día más fuertes en ambas trincheras. En la mañanera del 9 de noviembre de 2022, el presidente Andrés Manuel López Obrador anuncia que la polémica sección ¿Quién es quién en las mentiras?, en lugar de transmitirse una vez a la semana, será una sección diaria de la mañanera porque, asegura, está subiendo el número de mentiras y la desesperación de nuestros adversarios. Y se va a seguir incrementando la calumnia y las acusaciones sin fundamento. Y van a seguir mostrando el cobre. Cosa que es muy buena porque no hay nada peor cosa que la hipocresía, el doble discurso, la doble moral. Ahora si es fuera máscaras.
Con estas actitudes de ambos bandos, por desgracia es previsible que no solo que arrecie la batalla mediática y se mantenga la polarización en la opinión pública y en la publicada, sino que empecemos a atestiguar el traslado de esta batalla política a otros escenarios. Y sabemos que no hay guerra sin bajas y sin daños colaterales. Por lo pronto, acaso esta situación explique la evasión deliberada del consumo de noticias por el cual están optando cada día más personas que no se identifican como militantes de ninguno de los dos extremos de la polarización.
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