TOKIO – Con el avance de la variante delta están aumentando los nuevos contagios de COVID-19 en el mundo… y mucho más en las regiones y países con bajas tasas de vacunación. Japón no es la excepción, apenas cerca del 40 % de su población está completamente vacunada (cuando en otros países del G7 las tasas de vacunación llegan al 50-65 %) y su tasa de contagios aumentó bruscamente en los últimos 2 meses. El 24 de agosto la media móvil de casos diarios confirmados en 7 días fue 23 036, cuando tan solo un mes antes era 3000.
Antes de esta ola, la media de 7 días más alta fue de alrededor de 6500, primero en enero y nuevamente en mayo de este año. Durante esos aumentos anteriores, el gobierno logro cierto impacto mediante la declaración de emergencia y «pedidos» a la gente para que se quedara en sus casas, pero esta vez los pedidos fueron, en gran medida, ignorados.
El aumento de la tasa de contagios es una mala noticia para un gobierno que pronto enfrentará elecciones generales. De todas formas dos cuestiones juegan a su favor: en primer lugar, los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 tuvieron lugar este verano sin grandes problemas y los atletas japoneses ganaron 27 medallas de oro (el país quedó tercero, después de Estados Unidos y China). La mayoría de los japoneses considera ahora que fue bueno organizar los juegos, en marcado contraste con las encuestas previas al evento.
En segundo lugar, aunque Japón va a la zaga de muchos otros países del G7 y la OCDE en términos de vacunación, está, sin embargo, acelerando el proceso. En los 2 meses que transcurrieron entre el 19 de junio y el 19 de agosto, el porcentaje de población japonesa vacunada aumentó del 8 % al 40 %, mientras que en EE. UU. pasó del 45 % al 51 %. Si la tendencia actual se mantiene, Japón podría superar a EE. UU. a fines de septiembre y para fines de octubre alcanzaría un nivel de vacunación comparable al del estado de Nueva York y de los principales países europeos, donde en muchos sitios ya no se exige el uso de tapabocas.
A pesar de los avances recientes, la tasa de aprobación del gobierno japonés se desplomó desde el 45 % en marzo-abril a menos del 30 % en la actualidad. Son malas noticias para el primer ministro Yoshihide Suga, cuyo período como líder Partido Liberal Democrático (LDP) termina a fines de septiembre, poco antes de que finalice su mandato de 4 años en la Cámara de Representantes, el 21 de octubre.
Cuando sucedió a Shinzo Abe como primer ministro el año pasado, Suga tenía planeado llamar a elecciones anticipadas poco después de la finalización de los juegos Paralímpicos el 5 de septiembre, porque el esperado triunfo en las elecciones generales prácticamente le garantizaría su reelección como líder del LDP.
Pero hubo tres factores que tornaron inviable el plan. El primero fue el estallido de la variante Delta. Las prefecturas que declararon la situación de emergencia o cuasiemergencia pasó de 13 a 29 el 20 de agosto. Y aunque se prevé que los gobiernos suspenderán la emergencia en Tokio y unas pocas áreas más el 12 de septiembre, es improbable que eliminen todas las declaraciones de emergencia en esa fecha. Sería inapropiado llamar a una elección cuando muchas áreas continúan en situación de emergencia, por lo que Suga primero deberá ganar la elección por el liderazgo del LDP y derrotar a sus contrincantes, que están aprovechando la oportunidad que les ofrece su bajo nivel de aprobación.
Un segundo problema es que la tasa de aprobación del gobierno se está yendo a pique debido a que, según se informa, algunas personas contagiadas mueren en sus hogares porque muchas de las camas reservadas para pacientes de COVID-19 ya están ocupadas. Peor aún es que algunos hospitales se negaron a admitir más pacientes a pesar de las súplicas de los coordinadores de salud de los gobiernos locales.
Estos problemas quedaron al descubierto este mes gracias al desgarrador caso, ampliamente difundido, de una embarazada con COVID-19 que fue rechazada por el hospital incluso después de haber comenzado un parto prematuro. Obligada a parir en su casa, llamó a una ambulancia que llegó demasiado tarde… y su bebé murió. Este episodio puede quedar en la memoria de los votantes como una señal del fracaso de las políticas. Además, la cantidad de gente que muere en sus hogares debido a la falta de capacidad de los hospitales continuará aumentando en las próximas semanas.
El tercer factor que incide sobre las perspectivas políticas de Suga es la economía. Recientemente se publicaron los datos del segundo trimestre, que sugieren una débil recuperación: el crecimiento anualizado solo fue del 1,3 %. El PBI real (ajustado por inflación) japonés se mantiene en el 97 % de su máximo prepandemia en el tercer trimestre de 2019. Por el contrario, el PBI del segundo trimestre en EE. UU. ya fue un 1 % mayor que su máximo prepandemia en el cuarto trimestre de 2019.
El gobierno, básicamente, no ofreció ninguna respuesta en términos de políticas para lidiar con la ola de la variante delta o las continuas penurias económicas del país. Todo lo que puede mostrar es una declaración de emergencia que solo impone restricciones leves, como el pedido a los restaurantes para que no sirvan alcohol y cierren sus puertas a las 8 p. m.
Japón debe aprender de Nueva York, donde las autoridades ordenaron el año pasado la suspensión de la oferta de comidas en espacios cerrados, pero autorizaron a los restaurantes a vender comida para llevar. Se cerraron las grandes oficinas, y las escuelas y universidades pasaron a la enseñanza remota. Si la gente salía era solo para comprar alimentos o ver al médico. Cuando faltaron camas de hospital, el gobierno de Nueva York convirtió al Centro de Convenciones Jacob K. Javits en un hospital de campaña. Al menos un hospital armó además carpas en Central Park para contar con camas adicionales.
Considerando el último aumento de contagios, Suga debiera presionar para cerrar temporalmente todos los restaurantes y tiendas. De ser necesario, se debe cambiar la ley para autorizar al gobierno a poner la ciudad en cuarentena y cerrar restaurantes, tiendas, oficinas y grandes eventos en áreas urbanas. Y, si esas medidas no son viables, se deben asignar muchos más recursos a los hospitales, con la condición de que acepten pacientes de COVID-19 cuando se les solicite. A menos que Suga actúe rápidamente se perderán más vidas… y su posición política puede ser una víctima más del virus.