Este 13 de agosto se cumplen 500 años de la caída de Tenochtitlán y para recordar a esta ciudad mexica se retoman las versiones de uno de los cronistas más fieles quien fue el soldado español Bernal Díaz del Castillo en la Historia Verdadera de la Conquista de Nueva España.
También Hernán Cortés a través de sus Cartas de Relación al emperador Carlos da a conocer detalles de lo que vieron a su llegada.
Existe también un mapa de la ciudad, el cual se le ha atribuido a Hernán Cortés, su publicación data de 1524 para la edición latina.
De acuerdo con las crónicas de Bernal Díaz del Castillo, la primera impresión de la llegada de los españoles a Tenochtitlán fue una ciudad cubierta de lagos donde los centros urbanos parecían estar flotando.
Lo que los españoles encontraron al llegar a Tenochtitlán
“Desde que vimos cosas tan admirables, no sabíamos qué decir, o si era verdad lo que por delante parecía, que por una parte en tierra había grandes ciudades, y en la laguna otras muchas, y veíamoslo todo lleno de canoas”, escribió Bernal Díaz del Castillo al hablar de su llegada a Tenochtitlán.
Los españoles se sorprendieron de la planificación y edificación que tenía la gran ciudad que parecía una en tierra y otra en agua.
También estaba amurallada y conectada por puentes levadizos para conectar una vivienda de otra y proteger así también a los habitantes la urbe de posibles ataques de otros pueblos.
La grandeza del Templo Mayor
En la ciudad sobresalía un recinto sagrado que es el Templo Mayor para albergar varios templos alrededor.
Era el centro de la vida política y religiosa de la sociedad mexica, estaba dedicado a Tláloc y Huitzilopochtli.
También tenía en el interior la Casa de las Águilas, el Templo de Ehécatl, el Tzompantli, el Juego de Pelota y el Calmecac o escuela para hijos de nobles.
En el recinto sagrado también se realizaban rituales y ofrendas para cada uno de los dioses.
Los mexicas lo conocían como Coatépetl o “Monte de serpientes”, para los mexicas eran montes sagrados.
El lugar era conocido como montaña sagrada y ahí se almacenaba la lluvia, los rayos y las semillas para multiplicar la vida.
El templo era considerado el centro del universo y hogar de los dioses a través del cual los seres humanos podrían trascender a los nueve niveles del inframundo o 13 de los cielos.
Alrededor había palacios que indicaban el poder político y económico de los mexicas, además de escuelas, recintos para sacerdotes y guerreros.
Había otra área destinada al juego de pelota y un templo al dios Ehécatl que corresponde a la deidad del viento.
Las principales vías de comunicación eran calzadas que estaban trazadas sobre el agua y había compuertas para regular el paso.
“Esta gran ciudad de Temixtitán está fundada en esta laguna salada. Tiene cuatro entradas, todas de calzada hecha a mano. Son calles muy anchas y derechas”, dice Hernán Cortés en la segunda Carta de Relación.
De acuerdo con investigaciones de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Tenochtitlán tenía un área de entre 7 y 12 km2 y alrededor de 150 mil habitantes.
Bernal Díaz del Castillo describió también la existencia de mercados y calzadas, además de gente que se encargaba de la limpieza diaria.
En los pabellones había aves y otros animales que asemejaban a un zoológico para anteceder al recinto sagrado.
Las casas cercanas estaban llenas de lujos al tener patios, jardines botánicos, estanques y huertas. Los españoles describieron diques para contener al agua salada y evitar que se mezclara con la laguna.
De esta forma también evitaban inundaciones y protegían las chinampas utilizándolas como un sistema de riego natural.
En las calles había mercados pero no como los tradicionales sino unos llamados tianquiztli, los cuales ahora se conocen como tianguis.
En algunos de ellos se practicaba el trueque, sobre todo en lo que hoy es Tlatelolco, donde se intercambiaban objetos, comida, semillas, joyas y demás artículos de valor.
Las calles de Tenochtitlán estaban hechas de tierra o a través de canales en los que se usaban canoas como medios de transporte. Las principales avenidas tenían puentes levadizos para permitir el paso a este transporte.
Cuando Cortés recorrió la ciudad
Luego de unos días de haber llegado a la ciudad de Tenochtitlán, Hernán Cortés y sus hombres recorrieron la plaza mayor.
“Cuando llegamos a la gran plaza, como no habíamos visto tal cosa, quedamos admirados de la multitud de gente y mercaderías que en el había y del gran concierto y regimiento que en todo tenían”, dijo Bernal Díaz del Castillo sobre su visita a la plaza de la ciudad.
Los españoles vieron vendedores de oro, plata y piedras preciosas, plumas, mantas y la venta de esclavos.
Se vendían frijoles y otras legumbres junto con variedades de hierbas además de gallinas, gallos y pieles de animales.
Después, Cortés y sus soldados subieron al templo con Moctezuma y desde lo alto observaron la ciudad con sus tres calzadas
Las calzadas iban al norte hacia Tepeyac, al poniente en Tacuba y al sur a Coyoacán e Iztapalapa. De esta forma se delimitaron los cuatro barrios que dividían Tenochtitlan.
El lago que rodeaba la ciudad era el de Texcoco que a través de un sistema de acueductos proveía de agua a los mexicas.
El trazo de Tenochtitlán estaba basado en creencias religiosas por lo que había también canales para el paso de las canoas y de esta forma se conectaba la gran ciudad.
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