En el municipio de Nezahualcóyotl, Edomex, los hermanos José Manuel y Abraham Ruiz Salazar mantienen viva una inusual tradición artística familiar iniciada por su fallecido padre, Roberto Ruiz, un prestigiado escultor de hueso.
La obra de Roberto Ruiz es reconocida a nivel mundial. Se cuenta que, tras una exhibición en Inglaterra, su trabajo cautivó a la Reina Isabel, quien ordenó exhibir algunas de sus piezas en el Palacio de Buckingham.
El maestro Roberto Ruiz falleció en 2008. Sus hijos José Manuel y Abraham continúan con el legado de la escultura en hueso. Ambos aprendieron la técnica de su padre y tras años de práctica, encontraron su propio estilo. Esta es su historia.
De Oaxaca a Ciudad Neza
Roberto Ruiz nació en Mihuatlán de Porfirio Díaz, Oaxaca, el 2 de marzo de 1928. Una semblanza realizada por la SEP señala que durante su infancia, tuvo que dejar sus estudios para convertirse en panadero y ayudar así a la economía familiar.
En la panadería solía jugar con el migajón, material que lo habría ayudado a descubrir su vocación de escultor. Durante su tiempo libre se dedicaba a hacer diferentes figuras de animales a las que llamaba figuras de bulto.
Canal Once realizó un programa dedicado a su memoria, en el que sus hijos Abraham y José Manuel explicaron el por qué la obra de su padre tuvo a la Catrina como uno de los elementos más distintivos:
“Él decía ‘Mira hijo, te voy a platicar. Cuando yo vivía allá en Mihuatitlán de Porfirio Díaz, ahí había una tienda en la que llegaba todo. Ahí llegaba una revista y al final de esa revista, venía un píe de grabado de Don José Guadalupe Posada’. Él dice que al ver a la Catrina, se enamoró de ella, fue su fiel servidor”.
Poco a poco, Roberto Ruiz comenzó a desarrollar sus habilidades artísticas. Se describía a sí mismo como un escultor miniaturista. En entrevistas, relató que hubo un momento en que sí busco ingresar a una escuela, pero nunca tuvo el dinero necesario, así que aprendió por sí mismo todo el oficio.
Antes de trabajar con hueso, Don Roberto esculpía en espinas de una planta de su pueblo natal. Hacía nacimientos que vendía a una tienda de artesanías de Oaxaca.
Hasta que en 1962, Roberto Ruiz y su familia se mudaron a Ciudad Nezahualcóyotl, Edomex, en donde la escultura en miniatura se convirtió en su trabajo de tiempo completo.
Artistas de los huesos
Establecidos en la colonia La Palma, en Ciudad Neza, Roberto Ruiz adoptó la madera y el hueso como materia prima principal. Sus recuerdos de niño y la afición por la obra de José Guadalupe Posada y su Catrina fueron la base de su inspiración para esta nueva etapa.
Sus hijos explican que el hueso con el que trabajan es el fémur de res, el cual es grande y fuerte y actualmente consiguen en una carnicería del Mercado de la Palma.
Las herramientas usadas para esculpir el material son prácticamente utensilios de dentista, las cuales permiten tener un mejor control de los detalles de cada obra.
El hueso se talla de manera manual y luego se pone a cocer. Después se hacen tablillas y se pulen para que los artistas puedan esculpir la figura que planean.
Al terminar, se vuelve a pasar por una máquina pulidora para sacarle brillo natural al hueso y luego se coloca sobre una base, generalmente de madera.
Gran parte de las obras de Roberto Ruiz y sus hijos son figuras inspiradas en la Catrina, calaveras, escenas campesinas y personajes religiosas, con santos o ángeles. Algunas de ellas pueden alcanzar un costo de más de 20 mil pesos, por la calidad de los detalles.
Legado que cruza fronteras
El maestro Roberto Ruiz expuso por primera vez su obra en la Casa Cervantes, en la Ciudad de México. A partir de ahí su fama comenzó a crecer y sus figuras comenzaron a ganar gran valor dentro del mercado del coleccionismo.
La SEP indica que entre los coleccionistas de las esculturas de hueso originales de Roberto Ruiz están los ex presidentes de México Luis Echeverría, Miguel de la Madrid, Carlos Salinas y Ernesto Zedillo, también el finado José López Portillo contaba con parte de su obra; así como la Reina Isabel II de Inglaterra, Carlos Monsiváis, Teresa Pomar, el Fondo Nacional de Artesanías, el Fondo Cultural Banamex y el Museo de Culturas Populares del Instituto Mexiquense de Cultura.
Su talento lo llevó a ganar el Premio Nacional de Ciencias y Artes en el área de Artes y Tradiciones en 1988. En 2005 obtuvo la Presea “León Guzmán” al mérito artístico, otorgada por el gobierno del Edomex. Ese mismo año fue reconocido con la Presea Corazón Rey Nezahualcóyotl, por parte del municipio de Nezahualcóyotl.
José Manuel y Abraham fueron aprendices de su padre desde que eran niños. Tras la muerte del maestro, continuaron con el legado de la escultura sobre hueso, luego de que falleció en 2008.
En diferentes ocasiones, los hermanos han colaborado con instituciones culturales para ayudar a que la gente conozca el trabajo de su familia. Durante una exposición organizada por el Instituto de Investigación y Fomento de las Artesanías del Estado de México (IIFAEM), Abraham contó una anécdota sobre su padre:
“El recuerdo más presente, es de cuando tenía aproximadamente tres años, me despertó un ruido y voy hacia el estudio-taller de mi padre, veo que está ahí sentado en el restirador, me doy cuenta de que el ruido era de un motor que tenía en sus manos, me subí a un banco para ver y me recibe el rostro de un ser que tenía cuernos y una lengua saliendo, con una vista impresionante, era un diablo”.
A través de la página del IIFAEM, se pueden consultar algunas las obras en venta de la familia Ruiz. Clic aquí para visitar.
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