Andy Warhol dijo que todos teníamos derecho a 15 minutos de fama, quizá esa cantidad de tiempo sea lo único que la mayoría de las personas podemos soportar antes de ser aplastados por el sofocante peso de ser una celebridad.
El arresto de la exintegrante de Big Brother México, Azalia Ojeda, es un de esos casos en los que una persona con algún tipo de ‘fama’ termina expulsada del medio y reaparece, prácticamente de la nada, para protagonizar una mala noticia.
Azalia tuvo sus ’15 minutos de fama’ en 2002, cuando formó parte de la primera generación de Big Brother México. Salió expulsada tempranamente del show y no se supo nada de ella por muchos años.
En 2012 fue una de las primeras personas en Internet, nombradas como #Ladys o #Lords, que alcanzaron cierta notoria. Tal vez para ella lo mejor era permanecer con un bajo perfil, pues desde ese año se le apodó como #LadyPolanco, por haber protagonizado, en estado de ebriedad, un escándalo contra un policía.
El nombre de Azalia Ojeda reapareció en medios de comunicación este jueves 20 de mayo, pero no de la mejor manera. La ex Big Brother fue detenida por intentar cobrar un cheque reportado como robado.
La parte afectada señaló que procederá legalmente en contra Ojeda. Si el caso sigue el curso actual, la poca fama (buena o mala) que en algún momento tuvo Ojeda terminará por diluirse.
La fama nos hace ser autodestructivos
El caso de Azalia es un contexto casi adecuado para el siguiente punto ¿por qué algunos famosos cometen delitos o actos autodestructivos?
Y es que quién no ha soñado con ser una celebridad en algo que nos apasiona. De lograrlo, pensamos, nos enfocaríamos en cómo mantener la fama y tener millones de seguidores o una carrera prominente. Porque estando en el punto más alto no habría necesidad de ser delincuentes, adictos o autodestructivos ¿o sí?
No todas las personas pueden ser famosas y no todos los famosos soportan el escrutinio público. Alejémonos de México para pasar lista a otros casos de mayor impacto.
En cuanto a la autodestrucción como consecuencia de la fama, el experto en psicobiografía, William Todd Schultz, enlista a John Lennon, Kutr Cobain y Elvis Presley como tres ejemplos muy puntuales sobre lo abrumador que puede ser para una persona el convertirse en una celebridad de la noche a la mañana.
Evidentemente, aquí nos separamos por completo del caso de Azalia Ojeda para entrar de lleno a temas más complejos.
En un artículo publicado en Psychology Today, William Todd Schultz escribe que no todos los famosos tienen el temperamento para soportar ser un centro continuo de atención y esta incapacidad de alejarse de las exigencias de sus fans e intromisiones de todo el mundo a su vida persona, terminan por causarles episodios de ansiedad que los llevan a sabotearse a ellos mismo, llegando a niveles autodestructivos.
John Lennon, quería ser famoso, sí. Lo buscó toda su juventud, pero también era tímido y temperamental. No le gustaba que la gente se metiera en sus asuntos y cuando se convirtió en una celebridad él mismo se buscaba problemas de los que no soportaba las consecuencias y los señalamientos.
¿Por qué lo hacía entonces? Es decir, era el líder de The Beatles, uno de los hombres más famosos de su generación, adorado por millones en todo el mundo. William Todd explica que no supo gestionar la fama y eso, junto con algunos traumas con los que creció, terminó por causarle problemas psicológicos.
El experto en psicobiografía no dice que la autodestrucción sea siempre una consecuencia de la fama. Ahí está Paul McCartney, que vivió a la par y a lado de John Lennon el camino al éxito, pero se forjó a sí mismo un destino completamente distinto.
Como todos sabemos, John Lennon no murió por su propia autodestrucción, sino que fue asesinado. Sin embargo, en sus últimos años de vida alcanzó cierto equilibrio y paz mental, luego de haber cometido diversos actos que terminaron por dañarlo a él como persona y a su carrera profesional.
Esto no ocurrió con Kurt Cobain. William Todd dice que el vocalista de Nirvana no buscó la fama, sino que le llegó de manera inesperada y en un momento en que no estaba bien psicológicamente.
Desde antes de ser una celebridad, Cobain ya era una persona autodestructiva y la fama, las drogas, el escrutinio público y su mismo carácter depresivo terminaron por cobrarle factura.
Todo depende entonces de cómo alguien que alcanza la fama asume sus consecuencias, tanto las buenas, como las malas. Mantener un bienestar psicológico es fundamental si pretender soportar el peso de las expectativas de miles o millones de personas atentas a cada paso que das.
Los famosos también cometen crímenes, más seguido de lo que crees
No sólo las conductas autodestructivas son algo que una persona que sueña con ser famosa esperaría tener. Los problemas con la ley son otro aspecto que no por ser una celebridad se hace ajeno.
Los famosos tienen todo lo que una persona común esperaría:dinero, reconocimiento, fiestas, admiradores, lujos y más ¿Entonces por qué se meten en problemas si parece que no les falta nada?
Antes que nada, los famosos también son humanos y no están absueltos de cometer errores. Desde algunos casi mezquinos como pasarse un alto o protagonizar un escándalo, hasta verdaderamente graves como abusar de otra persona, robar, defraudar o asesinar.
Casos hay muchos y quizá ahora son mucho más evidentes que antes, debido a la globalización y a las redes sociales.
Muchas veces (pero no siempre) famosos que han caído en la debacle aparecen en la escena pública acusados por algún crimen. El mismo medio que los acogió por años los juzga duramente y a veces con justa razón.
Por ejemplo, Allison Mack, actriz que saltó a la fama con la serie televisiva Smallville estuvo lejos de los medios por casi una década, hasta que en 2019 fue hallada culpable de reclutar jóvenes que eran abusadas por la secta NXIUM y su líder, Keith Raniere.
Lo que hizo fue sumamente grave y terminó por costarle el afecto que todavía tenía entre los fans de la serie y probablemente nunca recupere su ya mermada carrera.
Las razones por las que prefirió cometer de manera consiente esos actos en lugar de seguir con su trabajo en televisión, solo ella las sabe con claridad. Sin embargo, con la fama y recorrido que ya tenía, pudo elegir un mejor camino, pero no lo hizo.
Lo mismo ocurre con los famosos acusados de cometer delitos sexuales, como Bill Cosby o Kevin Spacey, quienes a pesar de tener el éxito que muchos habrían deseado en la música o la televisión, cometieron crímenes que les costaron su carrera y reputación. A diferencia de Allison Mack, uno de ellos ya era una leyenda viviente y el otro gozaba de su momento más exitoso.
¿Por qué queremos ser famosos si no estamos listos?
En 2006, The New York Times publicó un artículo firmado por Benedict Carey, uno de los periodistas médicos más importantes de Estados Unidos. En el texto expone algunas de las razones por las que la gente busca la fama.
Los motivos principales son la búsqueda del reconocimiento, el dinero, los lujos, el placer o para llenar el vacio que sienten por ‘no hacer nada de sus vidas’.
Carey menciona que las posibilidades de ser verdaderamente famosos son muy remotas. No todos en el mundo tienen la capacidad para ganar un Óscar, un Grammy, una medalla olímpica o un Premio Nobel. Mucho menos, no todos están listos para dejar su vida privada y convertirse en el centro de atención.
La búsqueda constante de la fama puede indicar, en algunos casos, que una persona trata de llenar un vacío emocional o bien, que está ansiosa de superar el rechazo o la indiferencia que le tiene la sociedad a la que pertenece.
No es tanto el demostrar que tiene el talento o el carisma para lograr algo en la vida, sino de un impulso para obtener la atención o aceptación que no tuvo o no tiene. Esto es ya por sí mismo un problema psicológico.
Soñar con ser una celebridad nos puede despertar ambición y una razón para superarnos. Pero antes de intentarlo debemos considerar si estamos preparados para tener a todo el mundo al pendiente de nosotros, o si solo es mejor quedarnos con nuestros 15 minutos de fama.
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