El Covid 19 puso a prueba a los gobiernos del mundo. La respuesta que cada país tuvo ante la pandemia dejó en evidencia las carencias y fortalezas de cada régimen político.
Diversas investigaciones y artículos en el mundo han evaluado las decisiones tomadas por diferentes mandatarios durante la crisis de coronavirus, dejando entrever los abusos de poder que se han cometido, en nombre de la pandemia.
Por ejemplo, un texto del investigador Luke Kamp, publicado en BBC Future, habla precisamente sobre este último aspecto. De acuerdo con los datos que presenta: 32 países del mundo recurrieron al ejército para hacer cumplir con las medidas de prevención; 22 más usaron drones de vigilancia para detectar a quienes evadían el toque de queda; en 13 se bloqueó el acceso a Internet; en otros 23 hubo casos de censura en la red; mientras que en 71 naciones se implementaron app de rastreo de contactos y otro tipo de monitoreo digital.
A mediados de 2020, cuando el mundo entero fue azotado por la primera ola de Covid 19, diversos gobiernos decretaron toques de queda y el cierre de actividades económicas para frenar el crecimiento masivo de contagios.
Mientras algunos mandatarios confiaron en el método científico y en las recomendaciones sanitarias de los expertos; hubo otros que buscaron acumular más poder, como medida de emergencia, que terminó por ser contraproducente.
Casos como el de Venezuela, Brasil, Estados Unidos e incluso México, en los que sus mandatarios minimizaron los efectos de la pandemia, hasta que finalmente llegó el colapso en los hospitales, son algunos de los ejemplos de cómo la crisis marcó las prioridades del ejecutivo: seguir acumulando poder.
Para junio de 2020, cerca de 200 países ya habían declarado un estado de emergencia ante la pandemia y fue ahí que, asegura Luke Kamp, los abusos de poder se hicieron más graves.
Acaparamiento de poder: contraproducente en tiempo de crisis
En 2018, Christian Bjørnskov y Stefan Voigt, del Departamento de Economía de la Uinversidad Arhaus, de Dinamarca, publicaron un estudio en el que se me menciona que entre más poder se entrega al ejecutivo en tiempos de crisis, mayor es el número de muertos a la hora de intentar controlar el desastre.
La investigación señala que ante la implementación de un estado de emergencia, contemplada en 9 de cada 10 constituciones en el mundo, se crea un desequilibrio entre los poderes que termina por ser contraproducente:
“En el peor de los escenarios posibles, el gobierno no evita que una gran cantidad de personas mueran a raíz de un desastre natural y se reducen los derechos individuales. Tal posibilidad puede parecer poco probable de inicio, pero numerosos ejemplos dan fe de que este resultado es una posibilidad real”.
Si bien, el estudio de Christian Bjørnskov y Stefan Voigt es de dos años antes de que el coronavirus pusiera en jaque a todo el mundo, merece la pena retomar sus conclusiones y compararlas con lo que ha acontecido en la actual contingencia.
Por ejemplo, se habla de que los mandatarios buscan ampliar su continuidad en el poder o la de su régimen, con la promesa hacia los ciudadanos de que esto los ayudará a salir de la crisis.
Pensemos en el caso de Venezuela, que antes de la pandemia de Covid 19 ya estaba en una crisis política y económica. La contingencia agravó los problemas sociales en el país y Nicolás Maduro fue sumamente criticado por supuestas intromisiones de su gobierno para mantener el régimen del chavismo en su país, mediante un fraude electoral en las votaciones para renovación de la Asamblea Nacional.
Actualmente la pandemia de Covid en Venezuela no cede. Mientras que en gran parte del mundo se habla ya de la vacunación y la reactivación económica, en el país gobernado por Nicolás Maduro se vive una segunda cuyos datos oficiales son altamente cuestionados por organismos internacionales, que dudan de la transparencia de las cifras.
Otro caso que se podría enlistar es el de Jair Bolsonaro en Brasil, quien ha amenazado con enviar al ejército a los estados en donde su autoridad fuera ignorada con la implementación de medidas tan básicas como la cuarentena:
“Si yo lo decreto, eso será cumplido. Nuestras Fuerzas Armadas sí pueden ir a las calles un día, dentro de las cuatro líneas de la Constitución, para hacerse cumplir el artículo quinto”.
Durante gran parte de la pandemia, el presidente de Brasil ha denostado las recomendaciones internacionales, aun cuando él ya estuvo contagiado de Covid 19.
Esto le ha traído numerosas críticas a nivel mundial, pues aunque el país reporta más de 400 mil muertos, asegura The New York Times, Bolsonaro mantiene su campaña populista que enciende las alertas ante una posible búsqueda de reelección.
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¿Y en México, cómo vamos?
El presidente Andrés Manuel López Obrador también es señalado por diferentes instancias de buscar un acaparamiento de poder en tiempos crisis. Medios y organismos (tanto nacionales como internacionales) han hecho publicaciones referentes a un mal manejo de la pandemia en México.
Por ejemplo, The Guardian señaló que la ‘tragedia mexicana fue causada por la arrogancia de AMLO’ y criticó el hecho de que mandó mensajes erróneos a la población al minimizar las recomendaciones y al propio coronavirus, en aras de continuar con sus actos políticos.
Los partidos de oposición en México ha dicho en numerosas ocasiones que el presidente López Obrador ha dado más importancia a mantener la continuidad de la autodenominada Cuarta Transformación en el gobierno con las próximas elecciones, que al manejo serio de la pandemia, el cual fue delegada casi en su totalidad a un solo hombre: Hugo López-Gatell.
El estudio de Bjørnskov y Stefan Voigt menciona que uno de los principales objetivos de los presidentes en tiempos de crisis es buscar obtener para el ejecutivo, facultades propias del poder legislativo y judicial de su país.
López Obrador ha mencionado en ocasiones que su gobierno buscará retomar el control de las funciones de los organismos autónomos, como el Instituto Nacional Electoral o el Instituto Nacional de transparencia.
De hecho, en su conferencia matutina del jueves 29 de abril dijo explícitamente que buscará que las secretarías del Estado absorban las funciones de los organismos autónomas y que para lograrlo se prepara ya una iniciativa de reforma:
“Vamos a hacer una revisión, toda una reforma administrativa, ya lo anuncié y vamos a trabajar en eso, para ajustar los órganos administrativos, los organismos del gobierno, del Estado a la nueva realidad, a las nuevas circunstancias porque esos órganos o todo este monstruo, este ogro filantrópico que se creó, ogro sin la filantropía, que crearon no tiene que ver con lo nuestro, es distinto, además nosotros hablamos de que íbamos a llevar a cabo una transformación, no engañamos”.
Como se mencionó en la investigación de Luke Kamp, publicada en BBC Future, otro de los métodos para aumentar el poder de los gobiernos durante la pandemia, es la vigilancia por medio de herramientas tecnológicas.
En ese contexto, en México resalta la reciente aprobación del Padrón Nacional de Usuarios de Telefonía Móvil, el cual señala que todos los ciudadanos que usen un celular en México, están obligados a entregar sus datos biométricos al Estado.
Dicha medida tendría el objetivo de reducir crímenes como la usurpación de identidad, fraude electrónico o phishing.
Sin embargo, la evidencia internacional señala que no hay ninguna razón para creer que esto sea posible, pues solamente se ha implementado una herramienta así en países con gobiernos autoritarios, como Venezuela, China, Pakistán o los Emirates Árabes Unidos.
Sin duda, el coronavirus es el gran acontecimiento del Siglo XXI (hasta ahora) y lo que hoy se vive tendrá repercusiones al corto y mediano plazo sobre cómo se moverá la geografía política del mundo y la sociedad misma.
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