¿Dónde están los emos en 2020? No se les ve ya en las escuelas, ni en Insurgentes, en la Alameda o el Chopo, como era común entre 2006 y 2010. Su fugaz paso por las calles del Valle de México estuvo marcado por la intolerancia, la incomprensión y la violencia hacia ellos.
Y no es que hayan desaparecido de la noche a la mañana, el espíritu emo vive entre quienes formaron parte del movimiento, solo que ya no creen necesario vestir de colores oscuros o cubrirse la mitad del rostro con el cabello, como lo hacían en la adolescencia.
El estilo/movimiento/cultura emo fue muy estigmatizado en su momento. En la televisión, periódicos y revistas se les describía como jóvenes con tendencias, depresivas o suicidas.
Un estudio de la Comisión de Derechos Humanos realizado en 2009 describe una serie de trastornos psicológicos que se asociaban a esta ideología, entre ellos se habla de bipolaridad, hipersexualidad, narcisismo, psicosis, esquizofrenia, entre otros. Clic aquí para consultar.
No se descarta que muchos adolescentes presentaran estos padecimientos, como lo es ahora y lo será siempre. Pero el estereotipo del emo se enfocó tanto es esos aspectos que se dejó de lado lo que en verdad los unía.
Siempre se trató de música
Eli Prado es una joven del Estado de México que formó parte de la cultura emo durante su adolescencia en 2008. Considera que nunca dejó de serlo, si actualmente ya no luce como tal es, explica, por cuestiones de comodidad.
Datanoticias la contactó para conocer su experiencia durante el surgimiento y persecución de los emos en el Valle de México y esto fue lo que nos contó.
¿Cómo conociste la onda emo?
Yo tenía 15 años, tenía un amigo que se vestía de esa manera y nuestros gustos musicales eran similares. Empecé a investigar de que trataba, no por la vestimenta, en general siempre me ha gustado el negro, era más por la música y por la ideología. Aunque ya había redes sociales como Myspace, Metroflog o Hi5 yo seguía leyendo revistas como Mosca, Grita o la Sónica.
¿Qué fue lo que te interesó del movimiento emo?
No quiero decir que era algo ‘diferente’ porque no fue así. Era más por los sentimientos, aunque suene muy obvio, era una ideología muy emotiva. Creo que lo que influyó mucho en mí es que estaba en una época de rebeldía, como todos tenía una carga de emociones muy fuerte y fue eso con lo que más me identifiqué.
¿Cuándo comenzaste a identificarte como emo?
A los 16 años, cuando ya entré a la prepa. Ya tenía todo el concepto armado en la forma de pensar, de vestir más entubado, con el fleco que se volvió popular y sobretodo la música, eran canciones muy sentimentales con letras de enojo, de tristeza, de amor.
¿Qué bandas escuchaban tú y tus amigos emos?
Dashboard Confessional, Jimmy Eat World, Funeral For a Friend, Talking Back Sunday, fueron mis primeras bandas. Bring Me The Horizon, Atreyu, Emarosa entre otras. Al final, siempre se trató de música y son bandas que sigo escuchando y me traen buenos recuerdos. Incluso en conciertos que se hacen ahora puedes ver que muchos jóvenes que se identificaron con el movimiento en su adolescencia todavía se emocionan mucho con ellos.
¿Cuál era el estereotipo de los emos en aquella época?
Los medios de comunicación tuvieron mucho que ver en el acoso que se nos dio. Se enfocaron mucho en el tema de que éramos depresivos, suicidas. Todos se dejaron llevaron por la cuestión de la tristeza, porque te cortabas las venas, porque te vestías de negro. Incluso decían que (los emos) eran la mezcla de varias culturas y eso fue lo que comenzó el odio al movimiento.
Musicalmente también estaban equivocados, hablaban de que escuchábamos a My Chemical Romance, Panda, incluso Kudai, ese concepto no sé de dónde lo sacaron, yo creo que fue porque muchos chicos que no conocían bien el movimiento se incluyeron en esto.
¿Qué hacían los emos cuando estaban juntos?
Nada, éramos adolescentes. Nos quedábamos de ver para ir al cine, a comer algo y pasar el tiempo. Yo como soy del Estado de México no iba tan seguido al Chopo o a Insurgentes. Mis amigos y yo nos veíamos mucho en Mundo E, hablábamos de música y de bandas y creo que ya.
¿Alguna vez fuiste agredida por tu forma de vestir?
Físicamente no, a mí no me tocó algo como lo de Insurgentes, por ejemplo. Pero sí muchas ofensas, insultos, discriminación porque nos veía de negro y con el fleco. Hubo mucha intolerancia y después de lo de Insurgentes muchos dejamos de salir por un tiempo.
¿Tú o tu familia sintió miedo por tu integridad en algún momento?
Si había ese miedo, pero todo normal. Me acuerdo que mi mamá bromeaba diciéndo que me iban a matar, pero era por todo lo que salía en la tele.
¿En qué punto de tu vida dejaste de considerarte emo?
Creo que nunca dejé de hacerlo, ya no me visto así por comodidad. Vas madurando y le vas quitando algo de volumen al peinado, te maquillas menos, vistes un poco mejor. Pero la música la sigo escuchando a veces y muchos de mis amigos que eran emos igual. Solo ya no nos vestimos así.
Emos vs Punks | Insurgentes 2008
La intolerancia hacia los emos tuvo su punto de quiebre el 16 de marzo de 2008 en la Glorieta de los Insurgentes. Ese día, cerca de 200 jóvenes identificados como emos, punks, metaleros, darketos y otras de las denominadas ‘tribus urbanas’ que convivían con tensión en la Zona Rosa se enfrentaron por cuestiones ideológicas.
Semanas antes, en ciudades como Querétaro, Puebla y Monterrey ya se habían registrado agresiones a jóvenes emos. En celulares se compartían imágenes y videos de personas golpeando a estos chicos, lo que impulsó a crear más de este contenido.
Así como Eli Prado menciona, mucho del odio hacia los emos surgió cuando se les comparó con los punks y eso estuvo entre las causas del conflicto. En la cobertura de los hechos realizada por TV Azteca, uno de los agresores autodenominado como punk, dijo que peleaban porque ‘habían copiado su estilo’. El video lo puedes ver a continuación.
Para Jovany Áviles, sociólogo y fundador de La Victoria Emergente, una empresa dedicada a promover la creación cultural en los jóvenes, los argumentos que se usaron para atacar a los emos estaban muy confundidos. En especial los punks, que fueron los principales agresores.
“Había una disyuntiva muy importante, los emos traen esta onda muy de sentimientos y el movimiento punk no es un movimiento represivo, es todo lo contrario. Ahí los ‘mal llamados’ punks cayeron en una vulgarización de conceptos y de discurso que pudo surgir en alguna plaza o en alguna escuela”, explica Áviles.
Señala que entre 2006 y 2012, la Ciudad de México ya tenía una política de juventudes y que antes del conflicto y la estigmatización de los emos, existían espacios donde las diferentes expresiones urbanas convivían.
“Sí había lugares de representación donde ellos se juntaban a manifestar sus ideologías y expresiones culturales. Había foros de cultura emo, conciertos en el Alicia, en Circo Volador, se juntaban en la Glorieta de Insurgentes, en Monumento a la Revolución, en la Alameda, en todas las escuelas públicas tenían espacios”.
Sin embargo, luego de la pelea en la Glorieta de Insurgentes, los emos se alejaron de esos lugares por miedo a ser agredidos.
La partida
Jovany Áviles explica que la suma de varias circunstancias ayudaron a que la cultura emo tuviera un breve paso entre los jóvenes. Recuerda que en esos años coincidió que el suicidio efectivamente era una de las principales causas de muerte entre los jóvenes, además del incremento en el uso de las redes sociales.
“Su permanencia fue algo corta por que, como todo, cuando se abren tanto las redes sociales las cosas se vuelven fugaces. Como nunca hubo una frontera, una división tajante, su base no tuvo más representación después de lo que pasó en Querétaro o Insurgentes, donde la reacción fue la menos esperada: la violencia”.
Dijo que la globalización de la información en la primera década del siglo XXI impulsó en la juventud una búsqueda más profunda de la identidad, lo espontáneo del movimiento emo y su próxima desaparición parte de esa premisa.
“Ya en lo 90 se había tocado el tema de la identidad desde la música o el cine, por ejemplo, tienes este discurso de ‘elige una identidad’, ‘elige una moda’ en Trainspotting, canales como MTV o revistas también alentaron toda una nueva producción cultural”.
En ese sentido, Eli Prado cuenta que el movimiento emo es distintivo de una etapa en particular, influenciada por lo que estaba de moda en esos años:
“Todos de adolescentes pasamos por esa etapa donde te vistes y piensas como las cosas que ves. Pero no te puedes quedar siempre en la misma etapa. Vas madurando, conoces nuevas cosas. En pocas palabras llegas a una madurez que no tienes a los 15, cuando te enojas porque tu mamá no te deja salir o crees que nadie te entiende”.
Eli dice que comenzó a ‘normalizarse’ medio año después del conflicto. Lo mismo que su grupo de amigos, mismos que hoy son padres, profesionistas, gente que a simple vista no parece que alguna vez fueron emos.
“En el fondo te quedas con buenos recuerdos, con la música. Y sabes que todo eso fue una bonita etapa, a pesar de que desapareció el movimiento hay muchas personas que siguen escuchando la misma música y ya no es mal visto como antes”, concluye.