Una de las películas más recordadas en la historia del cine, sin duda es la de “El Exorcista”, una cinta estrenada en 1973, dirigida por William Friedkin; basado en la novela de William Peter Blatty.
Este escritor contó para los medios que su libro, el cual narra la posesión de una niña de 12 años, surgió de un artículo que leyó en el diario estadounidense The Washington Post sobre un niño de Maryland, llamado Roland Doe, quien al parecer tenía al diablo por dentro.
La publicación causó tanto interés en él que comenzó a investigar más del caso a medida que creaba su obra.
De acuerdo con el relato de Blatty, los eventos paranormales se registraban en la casa de Roland en 1948 cuando el niño tenía 13 años. Esto supuestamente sucedía tras la muerte de una de sus tías.
Al inicio, los padres del adolescente creían que los ruidos extraños que, escuchaban y provenían del sótano, eran a causa de una plaga de ratones, sin embargo, al contratar personal especializado para combatirla se dieron cuenta que no había roedores.
Los acontecimientos paranormales que se percibían dejaron de ser sólo ruidos; ahora la cama de Roland se movía violentamente durante la noche, se olfateaba olor a excremento en todo el hogar y los objetos se levantaban solos.
Un día, la madre del menor entró a la habitación de éste y encontró la cama moviéndose sola. Ante esto, la mujer intentó “hablar con lo que aparentemente era el espíritu de su tía muerta” pero como respuesta obtuvo ver como algo rasguñó el colchón.
Por lo sucedido y tras pensar que el niño estaba poseído por su tía, los padres recurrieron a un pastor, el cual al ver la situación les recomendó buscar a un sacerdote católico.
Blatty continúa contando que cuando un cura llegó al encuentro con Roland, éste le gritó lo que en español se traduce como: “Oh sacerdote de Cristo, tú sabes que yo soy el Diablo”.
Tras presenciar esto, el sacerdote solicitó el permiso de la Iglesia para realizar un exorcismo. Pero antes el adolescente debía ser sometido a exámenes mentales.
Por ello, fue llevado al Hospital Universitario de Georgetown, donde estuvo internado por varios días y según, reveló un testigo al periódico, aparecieron rasguños en el cuerpo de Roland y después palabras que parecía hechas por garras.
Al ser expulsado de la unidad médica por herir a uno de los médicos, el menor regresó a su casa y días después fue bautizado. La familia optó por mudarse, creyendo que todo acabaría, pero esto no fue así.
Los eventos paranormales continuaron y empeoraron, por lo cual llamaron a otro sacerdote de nombre William Bowde quien, al observar la situación, aseguró que el niño estaba poseído por el demonio; así que solicitó el permiso al arzobispado para llevar a cabo el exorcismo.
A Roland se le practicaron 30 exorcismos aproximadamente lográndolo “salvar”. Al parecer, después de los rituales él mejoró y se cuenta tuvo una “vida normal”.