¿Alguna vez has querido la vida de otra persona? ¿Has querido tener algo que tu compañero de trabajo o escuela posee? No necesariamente es malo, pues la envidia puede ayudarte a alcanzar tus metas.
La envidia debe entenderse como un sentimiento normal en los seres humanos, aunque cotidianamente se le da una connotación negativa.
La Universidad Nacional Autónoma de México elaboró un material informativo en el que doctora Alicia Vélez García, profesora de la Facultad de Psicología, señala que podemos sacar provecho de este sentimiento para mejorar en nuestra vida diaria.
La especialista indica que la envidia es el resultado de la interacción de los individuos con la sociedad y es normal aspirar a tener una mejor vida, pues es un punto primigenio de la naturaleza adaptativa de los humanos.
“Aunque nacimos con una biología, esta se va moldeando de acuerdo con nuestra experiencia en términos sociales. No moldeamos lo que sentimos, pero sí lo que pensamos; nos vamos formando de manera que nos permita ser mejor aceptados socialmente”, mencionó Vélez para Ciencia UNAM.
De esta forma, la interacción con la sociedad moldea nuestros intereses y plantea metas a partir de lo que percibimos, principalmente en nuestro contexto cercano, por ejemplo, desear tener un auto similar al del vecino, el salario del compañero del trabajo o la casa de un familiar.
“Cada persona experimenta la envidia y reacciona ante ella de manera diferente”, explica Alicia, pues no siempre este sentimiento se manifiesta por cosas materiales, sino que puede surgir por cuestiones afectivas como desear tener una relación similar a la de un amigo y su pareja o recibir el reconocimiento o cariño que posee otra persona por parte de su familia.
Cual sea el motivo de la envidia, casi siempre tiene su origen en la insatisfacción que tenemos con nuestra vida y ese sentimiento nos alienta a mejorar día con día para lograr sentirnos plenos y realizados.
Alicia Vélez señala que para aprovechar de manera adecuada este sentimiento, primero debemos hacer un análisis personal sobre si aquello que envidiamos realmente nos hace falta en realidad.
Una vez que decidimos si aquello que buscamos nos dará la satisfacción anhelada debemos encaminar ese sentimiento a realizar las acciones que nos acercaran a los objetivos.
Por ejemplo, ¿quieres un mejor salario? Capacítate para crecer laboralmente. ¿Quieres una mejor relación? Trabaja en tus sentimientos junto con tu pareja.
La envidia termina a los 30 años
Otro aspecto importante de porqué se recomienda guiar este sentimiento de manera positiva es para mejorar nuestra autoestima y salir de la creencia común de que se trata de pensamientos malos. Al respecto, Eduardo Calixto González, también profesor de la UNAM comenta que:
“Siempre que generamos envidia es porque algo nos molesta y nos duele. Es una comparación de nosotros mismos con otra persona; nos enseña lo vulnerables que somos y, al mismo tiempo, nos hace ver lo que admiramos de una persona y no tenemos esa capacidad. Por tanto, nos hace sentir menos preparados”.
Calixto menciona que el sentimiento de envidia se presenta mayormente antes de los 30 años, en una etapa en donde los humanos desarrollan parte de lo que será su vida y personalidad a futuro, es decir, que están en camino a la madurez.
El profesor de la Facultad de Psicología dice que la envidia se forma desde la niñez por criterios muy personales, se desarrolla durante la juventud, desaparece en la adultez y se reaviva aproximadamente a los 70 años de edad.
Finalmente señala que la etapa de los 50 años es muy poco probable que haya envidia en una persona, puesto que en esta edad poco le importa a los humanos las comparaciones con otras personas.