Miles de personas se unen simbólicamente para firmar una petición en internet. Toma unos segundos decidir, no es necesario pensarlo demasiado porque la firma tampoco representa un gran esfuerzo para el internauta que se topa de pronto con la opción de ayudar o pedir algo, sin alterar su rutina o sus planes ¿Están logrando algo?
El tipo de activismo asociado con las redes sociales no funciona igual que los movimientos que requieren que más personas se involucren. Las plataformas de peticiones y las redes sociales se basan en lazos débiles. Twitter es una forma de interactuar con personas que quizás nunca hayas conocido. Facebook es una herramienta para administrar eficientemente a tus conocidos, para mantenerte al día con las personas con las que de otro modo no estarías en contacto, de acuerdo con The New Yorker.
Aunque este tipo de lazos son útiles para el intercambio de información y colaboración interdisciplinaria, los lazos débiles rara vez conducen a un activismo de alto riesgo.
En los años 60, hubo un movimiento estudiantil en contra del racismo que alcanzó a varias ciudades estadounidenses. Miles de jóvenes protestaron en contra de un restaurante en el que habían discriminado a un estudiante afroamericano. Todo se logró sin la ayuda de las redes sociales.
Por otro lado, otros eventos en los que miles de personas han confirmado su asistencia, al final no tienen tantos participantes como apuntaban las redes sociales.
Esto se debe a que la participación en internet es de “muy bajo nivel” ¿Qué significa eso? Cada firma exige poca acción por parte del usuario, es decir: si alguien quiere manifestarse o sentirse inconforme por alguna razón que le está afectando directamente, en vez de salir de su casa y acudir con las instancias correspondientes, preferiría hacer un llamado, o incluso sólo firmar, desde su teléfono y no intentar acciones más efectivas o certeras.
Aunque la causa en internet sí está contribuyendo, pero su participación no es de calidad, y dependiendo de cuál es la causa de la que estamos hablando, al final podría no cambiar nada.
Por otro lado, se encuentra el hecho de que nuestro país es uno de los que más firman en plataformas de peticiones electrónicas. La plataforma Change.org cuenta con más de 4 millones de usuarios en México. El 20 de septiembre de 2017 la página reportó a través de su cuenta de Twitter que México había alcanzado el récord mundial, al lograr el pico más grande del mundo, un millón 846 mil 366 firmas, a la petición Deben partidos políticos donar los casi 7,000 millones a víctimas del Sismo 7 / 19 Sept, que fue dirigida al Instituto Nacional Electoral.
¿Funcionó? Si bien INE no donó recursos de las campañas, como los usuarios de la plataforma querían, sí algunos personajes de la política. Algunos partidos decidieron donar una parte de su presupuesto y luego crear un fideicomiso, que repartiría el dinero obtenido. Fue un logro relativo de los internautas que se involucraron, porque si lo comparamos con otros movimientos sociales, fue más visible, pero tampoco logró exactamente su cometido.
Que las causas realmente cumplan con el que era su objetivo inicial, depende del azar por lo que no podríamos asegurar que funcione del todo.
El debate en internet prácticamente surgió a la par de las redes sociales, y en donde las campañas tuvieron mayor influencia fue en Twitter Si bien no comenzó través de un portal de firmas, sí se llevó a cabo a través de la plataforma Twitter.
En México, uno de los primeros logros en cuanto a organización de ciudadanos comunes es el hashtag #MarchaAntiPeñaNieto que comenzó con el tuit de una estudiante el 1 de mayo de 2012 y reunió en su primera marcha a a 46 mil asistentes y desencadenó una serie de protestas que culminaron el día que Peña Nieto tomaba protesta como presidente, el 1 de diciembre. Solo bastaron siete meses para que la primera causa se hiciera especialmente popular en la Ciudad de México y tuviera impacto dentro y fuera de la red.
Las peticiones en internet ejercen presión social sobre un tema y a través de las redes sociales, más usuarios que estén de acuerdo con el apoyarlo, se unen fácilmente.
En español se le conoce como slacktivismo o activismo de sillón y ha ayudado en algunas causas serias que probablemente no tendrían tanto eco ni ganas de intervenir de no ser por este tipo de iniciativas que se mueven en el mundo virtual.
Un buen motivo para estar en pro de las movilizaciones sociales… ¿virtuales?
La mayoría de los mensajes son precisos y positivos, así más gente querrá colaborar y ayudar a la causa firmando. Las firmas en internet sí ayudan, incluso han logrado con su cometido en muchas ocasiones. Lo malo es que en el camino, podrías convertirte en un internauta pasivo que sólo actúa a través de internet.