La mañana del lunes, minutos antes de las 10, un hombre de 40 años aventó a una madre y a su hijo de ocho años a las vías del tren. Fue en la estación de Fráncfort, en Alemania. El niño murió atropellado y la madre se salvó.
Una mujer de 78 años, a quien el asesino intentó aventar también, logró zafarse, según versiones de la policía.
El sospechoso escapó corriendo, pero fue aprehendido instantes después por los testigos y arrestado por la policía.
“Se trata de un asesinato a sangre fría”, afirmó el ministro del interior. Se sabe que el hombre vivía en Suiza y es padre de tres hijos. Tuvo un trabajo fijo hasta enero de este año.
Era buscado por la policía suiza después de encerrar a su familia en su casa y amenazar a una vecina con un cuchillo, para después escapar.
La policía de Zúrich dijo que el hombre estaba bajo tratamiento psiquiátrico y que no habían encontrado señales de alguna motivación ideológica.
Tampoco hallaron restos de alcohol, por lo que es posible que se trate de algún trastorno mental.
En Fráncfort, la Fiscalía lo acusa del homicidio del menor y de dos intentos de asesinato en la estación central.
El hombre, Ahabte A., de Eritrea, apareció en algunas publicaciones como ejemplo de integración debido a que era el “asilado modelo” a su llegada a Alemania.
Este ataque sirvió para aumentar la xenofobia y desconfiar de todos los extranjeros. Alemania ha recibido, desde 2015, a más de un millón de refugiados.
En twitter, algunos pidieron reforzar la seguridad en las fronteras e inició una discusión entre quienes apoyan a los refugiados.
El ministerio del interior indicó que el hombre había entrado legalmente a Alemania y descartó que el caso tuviera consecuencias en la política migratoria del país.
Pero sí reconoció la necesidad de aumentar el número de policías para reducir la criminalidad en el país.
Datos de 2018 indican un descenso histórico de crímenes, que se compara a los principios de los años noventa.