Las calles de Aguayo y Londres estaban adornadas con papel cortado y confeti. Al interior de la “La Rosita” había barbacoa de Texcoco, pulques y curados, mariachis, cohetes, petardos y globos. Fue un día de junio de 1943.
Estas calles se vistieron de fiesta por la inauguración de los murales que pintaron “Los Fridos” en la pulquería “La Rosita”. Eran los alumnos de artes plásticas de Frida Kahlo.
La apertura al público de este espacio se anunció con volantes que recordaban a los grabados de José Guadalupe Posada. Fueron repartidos en plazas públicas, calles y mercados cercanos al centro de Coyoacán.
Los muros fueron pintados al óleo y las temáticas eran variadas. Había uno con una comida campestre, otro con un niño que le daba una rosa a su mamá, un jaripeo, otro con el desarrollo de los medios de transporte, resaltando la modernidad de México.
A principios del siglo XX, el gobierno prohibió que las pulquerías tuvieran murales en las fachadas porque eran muy llamativos y buscaban reducir el consumo de esta bebida.
Pero Frida consiguió un permiso del gobierno para que sus alumnos pudieran pintar la fachada exterior de una pulquería que estaba a unas cuadras de su casa.
Kahlo aceptó ser maestra de la escuela La Esmeralda en 1942. De acuerdo con el libro Frida de Hayden Herrera, su salario era de 252 pesos por doce horas, trabajaba tres días a la semana.
En ese entonces era una escuela con instalaciones austeras, con una matrícula de 25 estudiantes.
Sus alumnos la recordaban como una maestra siempre puntual, ataviada con sus hermosos trajes mexicanos.
Ella no daba clases en los salones, prefería sacarlos a las calles y les pedía que pintaran la vida callejera, el color de los mercados, capturar la esencia de los barrios a través de sus personajes.
Respetaba sus procesos creativos y trataba de que la personalidad de cada uno se reflejara en los cuadros que pintaban.
También los llevaba de paseo a lugares cercanos a la Ciudad de México, como Puebla o las Pirámides de Teotihuacán.
En ocasiones, debido a su estado de salud, Frida ya no podía ir de su casa a La Esmeralda. Por eso propuso a sus alumnos que fueran a tomar clases a la “Casa Azul!, algunos aceptaron e iban a verla a Coyoacán.
Ahí les pedía pintar todo lo que les llamara la atención en los jardines o de la casa, mientras ella se quedaba en su estudio.
A veces, Diego Rivera también estaba y les hacía comentarios acerca de sus piezas. Por esta cercanía, en poco tiempo, los alumnos fueron conocidos como “Los Fridos”.
En 1952, Frida convocó a “Los Fridos” a hacer nuevos murales para “La Rosita” para celebrar el santo de Diego.
En esa ocasión, pintaron a amigos del muralista: Salvador Novo y Pita Amor tomando pulque.
También retrataron a la misma Frida y a María Félix sobre una nube y con una leyenda que decía: “El mundo de cabeza por la belleza”.
Después del fallecimiento de la pintora, la cantina fue demolida entre los años sesenta y setenta. Desde hace tiempo es un predio particular.
Este sábado se cumplieron 65 años de la muerte de la pintora Frida Kahlo. Su vida estuvo marcada por la tragedia, el romance y su voluntad por seguir adelante.