Como todas las buenas historias, esta comenzó con una pareja de adolescentes en un cementerio. Pero, ¿qué hacían dos chicos de 16 años en un panteón a las cuatro de la tarde? Tenían vacaciones, no tenían dinero y se traían ganas. Además estaban en Milpa Alta, donde, dicen, no hay nada que hacer.
Era un día nublado del 2009 cuando una bola negra con pulgas llegó ladrando a sus vidas. Rafael y “la chica del lunes” tenían sólo seis meses juntos. En ese periodo, ya habían cortado al menos tres veces, aunque inevitablemente sus hormonas los hacían regresar.
A esa edad, fantaseaban con que su amor sería para siempre. Crecerían juntos, formarían una familia e irían al estadio de fútbol todos los domingos. Sin embargo, antes de tener un hijo, decidieron adoptar al perro del cementerio. Bueno, ella lo decidió.
¿Quién podría culparla? Las personas en México hacen más búsquedas en internet sobre perros que bebés. Especialmente en los últimos años. Esta gráfica muestra la proporción en una línea de tiempo del 1 de febrero de 2009 al 2019.
Por otro lado, Rafael no estaba seguro de querer adoptar al perro. Creía que aún era muy joven para comprometerse y no tenía dinero para alimentarlo. Evidentemente, esa es una de las principales preocupaciones cuando tienes que hacerte cargo de otro ser vivo.
Especialmente si ese ser vivo tiene cuatro patas. Como se aprecia en la tabla, la gente busca más alimento para perros que para bebés, y nuevamente, en los últimos años esta tendencia ha aumentado.
A pesar de que la chica del lunes estaba realmente conmovida por la mancha pulgosa, tenía una mascota que había muerto tiempo atrás y creyó que no estaba lista para cuidar a un nuevo perrito. Así que Rafael tuvo que hacerse cargo de él. Porque cuando un hombre encuentra sexo a los 16 años, no está dispuesto a perderlo.
Señores, la calentura siempre triunfa. (Aunque el sexo va en declive en las búsquedas de internet, no hay comparación con las palabras bebés y perros).
Rafael llegó a su casa con Cherry, como bautizaron al can. La perra No se llevó nada bien con Daysi, la mascota de sus hermanas, a quienes les pasó las pulgas. Desde entonces empezaron las fricciones en su nuevo hogar y en su relación. Un mes después de adoptar al perro, la pareja rompió.
A sus 17 años, Rafael se había convertido en padre soltero y cada vez tenía más problemas en su casa porque en su familia no quería a la huerfanita.
Esa fue la primera vez que Cherry mostró su poder para alargar la relación tóxica. Después de tres meses sin hablar, Rafael le llamó a la chica del lunes para devolverle a la mascota. Pero sólo logró regresar con su ex.
Tras mucho insistir, ella accedió cuidar a la mascota por un tiempo. Pero bastaron unas semanas para que ella se encariñara tanto con el animal que optara por pedir la custodia.
Como era de esperarse, la relación sólo duró dos meses más y esta vez, rompieron para siempre. A su corta edad, Rafael estaba en una extraña crisis de divorcio. Tras hablarlo mucho, acordaron que él podría ver a Cherry cada cierto tiempo, ir a visitarla en sus cumpleaños y cuidarla en las vacaciones de Navidad.
Fue entonces cuando por fin la pareja empezó su vida por aparte. Comenzaron a salir con otras personas, pero cada vez que su mascota conocía a los nuevos novios de sus dueños, les ladraba o los ignoraba cuando intentaban hacerle cariñitos.
Sin embargo, la actitud del animal no era el principal problema. Las nuevas novias de Rafael se volvían locas cuando se enteraban que tenía una perrhija con su ex. A pesar de las dificultades, decidieron mantener la relación por seguir viendo (se) a Cherry.
Han pasado 10 años y la expareja mantiene sus tradiciones. La última vez que la chica del lunes y Rafael se vieron fue para celebrar el cumpleaños de su perra. La llevaron a un café de mascotas en Santa María la Ribera.
Durante la celebración, notaron que quizá ya no les queda mucho tiempo con aquella bola pulgosa. Pues el promedio de vida para un can (especie) es de 15 años. “Creo que comprendimos que nunca fuimos lo suficientemente maduros en la adolescencia como para cargar con la responsabilidad de un ser vivo. Pero no me arrepiento de todo lo que pasó”, dice Rafael sonriendo.
Y es que hay dos cosas entre las cuáles la gente no puede decidir todavía: adoptar un perro o un bebé.