Frida Kahlo y Diego Rivera son dos personajes mexicanos muy reconocidos por sus pinturas, pero podríamos decir que también por su historia de amor.
Aunque pareciera que su relación podría ser envidiable por la intensidad con que decían amarse y porque fue “para siempre”, la realidad es que esta historia amorosa está muy lejos de ser perfecta, de ser algo que alguna persona desearía vivir en el amor; pues según algunas cartas que redactó la pintora hubo múltiples infidelidades y traiciones por parte de ambos.
Antes de conocer a Frida, Diego ya era un pintor que viajaba por el mundo para aprender de este arte, además de que ya tenía historia en el amor con varias mujeres. Con algunas se casó y tuvo hijos.
Corría el año de 1922; Frida comenzaba a estudiar en la Escuela Preparatoria, lugar donde conoció a Diego cuando él se encontraba pintando un mural para esa institución.
Concluidos sus estudios y tres años después de su primer contacto con el muralista mexicano, la pintora sufrió un grave accidente donde chocó el tranvía donde viajaba.
Como consecuencia de este trágico suceso, permaneció un mes en cama debido a que sufrió la lesión de la pelvis y un pie, así como la ruptura varias costillas y la columna.
Sobrevivió, pero jamás se recuperó por completo pues a raíz de este percance fue sometida a 30 operaciones que poco a poco la dejaron atada al dolor y la enfermedad; razón por lo cual decidió comenzó a pintar.
Sus primeras obras se las mostró a Diego Rivera, quien quedó impresionado por su talento. Al sentirse apoyada por este hombre, Frida Kahlo comenzó a enamorarse y Diego también, dando pie al inicio de una relación amorosa, que, en 1929, culminó en boda.
Este era el tercer matrimonio de Diergo Rivera, quien tenía 43 años, mientras que Frida sólo tenía 22. Sus nupcias causaron diversos puntos de opinión porque la gente se cuestionaba cómo era posible que una mujer tan joven estuviera enamorada de un hombre maduro que tenían un aspecto muy desalineado, su rostro era parecido con el de un sapo y pesaba más de 120 kilos.
Pero el aspecto físico del muralista jamás le importó a Kahlo. De hecho, quería formar una familia junto a él, por ello, en múltiples ocasiones intentó embarazarse, pero debido al accidente que tuvo siendo más joven, lo único que conseguía era abortar al producto.
Frida Kahlo no sólo se enamoró, sino que lo suyo comenzaba a ser una obsesión. Diego Rivera ya le había sido infiel en numerosas ocasiones y ella lo sabía, dejándolo pasar por alto con tal de seguir a su lado.
La mayor traición llega cuando Frida se entera que el hombre que amaba sostuvo una relación con su hermana menor Cristina Kahlo.
Ahora sí parecía que todo había acabado, pues después de este suceso decidieron separarse, aunque realmente el contacto entre ambos jamás se perdió. Fue entonces que mejor optaron por tener una relación abierta, en donde cada quien podía tener las parejas que quisiera (algo poco usual en su época).
A partir de entonces la relación de Frida y Diego dio un giro radical pues ella no sólo mantenía encuentros con hombres, sino que también con mujeres.
En 1937, León Trotski (un político y revolucionario ruso) llegó a México huyendo de su país. Diego le ayudó a establecerse en la capital mexicana y fue así que Frida lo conoció.
Muy probablemente la pintora vio en el líder ruso la oportunidad de vengarse de su esposo, por ello, al poco tiempo su llegada a México, comenzaron un amorío, del cual poco se sabe.
En 1939, Kahlo y Rivera ya no soportaron más este estilo de relación y su unión llegó a su fin.
Doce meses después de dicha separación, León Trotski fue asesinado, razón por la cual Diego, que en ese momento estaba en San Francisco, llamó a la pintora mexicana para que se fuera a vivir con él, esto, a pesar de que mantenía una relación con otras mujeres.
Sin pensarlo, Frida aceptó la propuesta y se volvió a encontrar con su amado, contrayendo matrimonio por segunda ocasión.
“Yo sufrí dos accidentes graves en mi vida: uno en el que un autobús me tumbó al suelo, el otro es Diego. Diego fue de lejos el peor”, expresó Frida Kahlo ante su experiencia en el amor con el muralista mexicano.
Desde su segunda unión permanecieron juntos hasta la muerte de la pintora, en 1955. Y ante este suceso Rivera simplemente se limitó a decir: “Yo me he dado cuenta que lo más maravilloso que me ha pasado en la vida, ha sido mi amor por Frida”.