El 22 de mayo de 1902 murió en la Ciudad de México el aclamado general mexicano, Mariano Escobedo. Fue uno de los militares más destacados durante la Intervención Estadounidense, la Guerra de Reforma, la Segunda Invasión Francesa y también luchó en contra del Imperio de Maximiliano de Habsburgo.
Escobedo nació en un modesto poblado de Nuevo León en 1826. Creció en la pobreza en su niñez y por tanto se dedicó a trabajar en el campo.
Comenzó su larga y exitosa carrera política y militar a los 20 años, cuando se enlistó en el ejército. Desde los primeros años como recluta participó en las guerras más importantes del país durante el Siglo XIX y sobrevivió a todas, por lo cual se ganó rápidamente el título de capitán.
Hazañas en batalla
La primera batalla en la que participó fue en la de Santa Rosa, durante la Revolución de Ayutla y estaba del bando en contra de la dictadura de Antonio López de Santa Anna. En esa misma guerra también combatió en San Luis Potosí y Zacatecas.
Cuando su bando derrocó a Santa Anna regresó al norte y combatió a los indios que asaltaban las haciendas y poblados de Nuevo Léon, en 1854 es llamado de nuevo por el General Santiago Vidaurri para luchar en la Guerra de Reforma, del lado de Benito Juárez. Participó de manera activa durante los tres años que duraron los combates y triunfó nuevamente con los liberales, al terminar regresó a su tierra natal.
Para 1862 Escobedo fue llamado a la guerra nuevamente, esta vez para defender al país de los franceses durante el segundo intento de conquista y luchó en contra los invasores en la Batalla del 5 de mayo en Puebla, donde obtuvo el grado de General.
Ahí conoció a un joven Porfirio Díaz y se unió a sus fuerzas y juntos organizaron el Ejército de Oriente, que años después lucharía en contra de la ocupación estadounidense.
En ese conflicto, Díaz y Escobedo fueron sitiados en Oaxaca, y a él se le encomendó la tarea de ir a buscar ayuda, por lo que en un acto casi imposible logró burlar con un disfraz a los invasores y pudo llegar hasta los Estados Unidos y desde ahí organizó la defensa del norte de México.
Después, en 1867 regresó a las armas, está vez para derrocar a Maximiliano de Habsburgo y su participación fue sumamente importante, pues comandó al ejército que logró sitiar a las fuerzas imperialistas en Querétaro.
Retiro y muerte
Su victoria fue tan contundente que el mismo Maximiliano, sabiendo que no podía escapar, acudió a rendirse personalmente ante él y Escobedo fue reconocido con los mayores honores del país, una vez que se restableció la presidencia de Benito Juárez.
Cuando la paz prosperó en México, se alejó del ejército y fue dos veces gobernador de Nuevo Léon y San Luis Potosí, además de Ministro de Guerra.
La última vez que tomó las armas fue durante el levantamiento de su ex compañero militar Porfirio Díaz, pero no luchó a su lado, sino en contra de él. Pero esta vez no pudo obtener la victoria.
Escobedo se mudó a la Ciudad de México y fungió como diputado y presidente de la Suprema Corte de Justicia. Al morir en 1902, se le hizo un homenaje de tres días, mismo que fue encabezado por Porfirio Díaz, quien a pesar del levantamiento en su contra, lo reconoció como uno de los mexicanos más importantes de la historia.